Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte. Por Jorge Moreno Méndez (y otras aportaciones)

(Textos originalmente publicados en GUIA, Semanario Regional Independiente, Zamora Mich., México, http://www.semanarioguia.com)

Los Hermanos Gabriel y Alfonso Mendez Plancarte
Por Jorge Moreno Méndez (y otras aportaciones)

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

I.-Biografía 1.-Dos familias importantes

JORGE MORENO MENDEZ

Importancia de las genealogías
Por lo menos hasta principios del siglo pasado, era innegable la influencia y
trascendencia que la familia, a través de sus varias generaciones, tenía en
todos y cada uno de sus miembros. De ahí la importancia que se le daba al
hecho de conocer el llamado árbol genealógico (de genos=raza) que no era
otra cosa que el conocer el origen de la familia, así como el nombre,
actividad y personalidad de cada uno de los que la formaron, ya que, así, se
conocían las raíces, el tronco y las diversas ramas que lo componían,
explicándose con ello la manera de ser y el proceder de los miembros de
dicha familia, porque tronco y ramas se nutren de sus raíces, en cuanto a lo
genético, a lo moral, a la ejemplaridad y al prestigio, entre otras cosas.
Al hablar de los hermanos Méndez Plancarte, Gabriel y Alfonso, creo que
sería muy útil y conveniente el hablar un poco de sus antepasados, de su
árbol genealógico, para poder entender mejor las circunstancias y detalles
que tuvieron lugar en sus vidas, circunstancias y detalles que, de otra
manera, nos sería difícil explicar convenientemente. Las familias a las que
pertenecieron los Padres Méndez Plancarte fueron familias que habían
marcado una visible y profunda huella en la sociedad zamorana, influyendo
en ella en todos los órdenes: el económico, el social, el político y el
religioso y, si eso sucedió con la sociedad que los rodeaba, con mucha
mayor razón influyó en la personalidad de estos miembros suyos. Por tal
motivo, me permitiré recordar, aunque sea brevemente, algunos datos de
ambas familias: la de los Méndez y la de los Plancarte.

Los Méndez

Desde luego debemos dejar asentado que los Méndez procedían de España
y que, aunque no figuraron entre las familias que fundaron la Villa de
Zamora, por la dotación de Alonso Martínez, ya para el año de 1611
figuran de manera significativa en los anales de la Villa algunos de susmiembros: para ese año, aparece como Álferez Real de la Villa, Don José
Méndez Torres; en 1625, funge como Cura Propio de la Parroquia de
Zamora el clérigo Don Francisco Méndez; José Méndez Torres, hijo, ocupó
el cargo de Alcalde Ordinario de la misma Villa por los años de 1660. Por
otra parte, podemos constatar en los Libros de Capellanías del Archivo
Diocesano aparecen los nombres de varios miembros de la familia Méndez
como fundadores o Capellanes de dichas fundaciones pías o bien como
propietarios de algunas Haciendas y Estancias, tanto del Valle de Zamora,
como del de Chavinda. Algunos ejemplos: Diego Méndez fundó, en 1654,
una Capellanía, con cargo a varias casas que poseía en Zamora; Juan
Méndez de T. fundó otra, en 1754, con cargo a la Hacienda de la
Estanzuela, y otros más. Con el tiempo y teniendo como tronco central el
apellido Méndez y mezclándose con otros apellidos, aparecieron en
Zamora varias familias pertenecientes a él: los Méndez Ruíz, los Méndez
del Río, los Méndez Garibay, los Méndez Cano, los Méndez Bernal, etc.

Ya en la primera mitad del siglo XIX, aparecen, de manera noticiosa y
concreta, los Méndez más cercanos a Gabriel y a Alfonso Méndez
Plancarte. En primer lugar, sus bisabuelos Don José Antonio Méndez
Padilla y Doña Juana Garibay, que “fueron mayordomos de las cofradías
de hombres y mujeres de Ntra. Sra. del Buen Suceso y que le hacían
rumbosas fiestas en la novena de fin de año”, puesto que eran los
propietarios de aquella imagen de la Virgen, traída, según la tradición, por
unos Religiosos Franciscanos en el siglo XVI y que la familia Méndez
había depositado, para su culto público, en el Convento e Iglesia de las
Cinco Llagas de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de Zamora, a cargo
de los mismos Religiosos, donde se celebraba su fiesta. El año de 1863 y
no estando ya los Franciscanos en Zamora, por haber sido suprimidas lasÓrdenes Religiosas, aquella iglesia sufrió un incendio que destruyó mucho
de ella y de lo que contenía, pero aquella imagen fue salvada por Don
Perfecto y Don José Méndez Garibay, hijos de Don José Antonio.
El primero de ellos, Don Perfecto Méndez Garibay, abuelo de Gabriel y
Alfonso, fue un hábil comerciante y se casó dos veces: la primera, en 1864,
con Doña Refugio Padilla, con la que procreó siete hijos: Ignacio, José
María, Ma. Isabel (que fue religiosa) Jacinto Perfecto, José Antonio
Perfecto (papá de los Padres Méndez Plancarte), Maria Concepción y José
Atanasio (abogado); su segundo matrimonio de Don Perfecto Méndez
Garibay lo realizó con Ma. Josefa Padilla Cacho y tuvieron a Maria
Concepción, Juana, Jesús y Carlos. En 1885, Don Perfecto Méndez
Garibay era dueño de la Hacienda de Tamándaro, del Molino de San Pedro,
de una Casa habitación en la Villa, de numerosos cuartos de renta y de una
acción del Ferrocarril Zamora-Jacona, construido y puesto en marcha por el
Padre José Antonio Plancarte Labastida.

Los Plancarte

Gracias a las investigaciones del Padre Alfonso Méndez Plancarte,
podemos reconstruir con exactitud la historia de la familia de los Plancarte
en Zamora, desde su éxodo de Europa, hasta su asentamiento en la Villa y
hasta Doña María Plancarte Ygartúa, pasando por el ilustre Pelagio
Antonio Labastida Dávalos y otros muchos miembros destacados de dicha
familia.
El Condado de Flandes era considerado en Europa como un lugar
estratégico para las pretensiones de dominio y conquista de las diversas
naciones, por lo que constantemente era ocupado, desocupado y vuelto a
ocupar, como se venía constatando desde la antigüedad: los celtas, los
francos y los romanos, quienes la habían convertido en Condado, en
tiempos de Carlomagno y, en 1516, al ascender al trono Carlos V, aquel
Condado había pasado a formar parte de la Corona Española. En su parte
occidental, estaba ubicada una próspera ciudad, llamada Courtray, ciudad

que, como muchas de las ciudades de Flandes, en 1525, al estallar las
luchas religiosas que sacudieron a toda Europa por el movimiento de
protesta de Martín Lutero, había sido ocupada por el Calvinismo, a base de
sangre y fuego, adueñándose de ella la inseguridad y el temor de las
familias, sobre todo de las familias católicas. Guillermo, hijo de Arnot
Plancart y de Jaquemyna Bosquere, católicos a carta cabal, en aquella
situación decidió un día marcharse a la Nueva España, en busca de paz y de
futuro económico, llegando a establecerse en la Villa de Colima, donde se
acomodó y se casó. Sabiendo luego de la fundación de una Villa en el Valle
de Guayangareo, se inscribió para ser uno de sus fundadores y
estableciéndose en aquella nueva Villa, tuvo varios hijos, uno de los cuales
y ya muerto él, buscó fortuna en un pequeño poblado, llamado
Tangancícuaro, “situado en las cercanías de un bello lago y al pie de un
alto cerro”, donde encontró tranquilidad económica y fundó una familia.
Uno de sus hijos, de nombre Cristóbal, decidió probar fortuna en la vecina
Villa de Zamora, en donde se estableció y, al poco tiempo, se casó con
Doña Josefa Garibay, con la que sembraría profundamente la semilla de los
Plancarte en dicha Villa, emparentándose, además y a través de sus hijos,
con otras familias del lugar, como los Labastida y los Dávalos.
Nacido el tronco, el árbol se fue formando, brotándole numerosas ramas y
nutriéndose de la savia flamenca y española.
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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

I.-Biografía. 2.-Perfecto y María, sus
progenitores

JORGE MORENO MENDEZ

Una boda de gente distinguida
A mediados del año de 1900 corrió en Zamora la noticia de que se iban a
casar Perfecto, el hijo de Don Perfecto Méndez y de Doña Ma. Refugio
Padilla, que hacía poco se había recibido de abogado en Morelia, con
María, hija de Don Luis Plancarte Labastida y de Doña Josefa Igartúa
Padilla, uniendo, con esa boda, aquellas dos distinguidas familias de la
sociedad zamorana: los Méndez y los Plancarte. Pero había una pequeña
dificultad que había que allanar, aunque fácilmente: Perfecto y María eran
primos en cuarto grado y, por lo mismo, había que acudir al Notario
Eclesiástico para pedir la dispensa de aquel impedimento. Efectivamente, al
describirse el árbol genealógico de ambos pretendientes, se comprobó que
los bisabuelos de Perfecto y de María eran hermanos, hijos de Don Agustín
Mariano Padilla y que Rafael, el bisabuelo del pretendiente, había sido el
padre de Ramón Padilla y éste, de Ma. Refugio, madre de Perfecto y, por
parte de la pretensa, su bisabuelo Agustín había sido padre de Ma. Dolores

Padilla y ésta, madre de Josefa Igartúa, que, a su vez, era la madre de
María.
El 14 de septiembre de ese año de 1900, ambos pretendientes se
presentaron en la Curia Diocesana ante el Señor Leandro Valencia, Notario
de la misma, para dilucidar y arreglar aquel asunto. En aquel proceso se
notificó que Perfecto, “… de 25 años de edad… originario de Zamora…
que había vivido en Morelia por causa de estudios, 6 años” y que tenía
ya “8 meses de radicar en Zamora y que sus padres eran difuntos”. En lo
referente a María, se aseguraba que era “… originaria de Zamora…
honesta y de 18 años de edad… que había vivido en Tacuba (México) de
los 10 a los 14 años” y que su madre, Josefa Igartúa, que aún vivía, “daba
su consentimiento para que su hija se casase”, por ser menor de edad.
Testigos de aquella comprobación de la libertad y de la soltería de ambos
pretendientes fueron José Méndez, “de 22 años de edad, originario de
Zamora… que había vivido en Morelia, en la misma casa que el
pretendiente… que era estudiante y hermano del pretendiente, así como
primo tercero de la pretensa”; el otro testigo fue Demetrio Méndez, “de 27
años de edad, originario de Zamora, primo segundo del novio, a quien
conocía desde la infancia, por parentesco y convivencia”.
Una vez arregladas todas las cosas relacionadas con las proclamas
conciliares en Morelia y en México, así como la dispensa de aquel
impedimento de consaguinidad “en cuarto grado en línea colateral”, así
como todo lo concerniente a la fiesta, Perfecto y María unieron sus vidas
“hasta que la muerte los separara” (sin sospechar siquiera ninguno de los
dos que no sería muy lejana aquella separación…) haciendo posible con
esta unión matrimonial, el nacimiento de Gabriel y Alfonso Méndez
Plancarte, en quienes desembocaría muchas de las virtudes de ambas
familias y uno que otro de sus defectos, por lo que me permito hacer un
pequeñísimo esbozo de las figuras de los protagonistas de aquella boda
distinguida, ya que fue muy importante la influencia que ambos ejercieron,
positiva y señaladamente, en la vida de aquellos dos hijos que
engendrarían.

Don Perfecto Méndez Padilla

La figura de Don Perfecto Méndez Padilla fue decisiva y formó parte muy
importante en la formación y actuación de todos sus hijos, pero
especialmente en las de Gabriel y Alfonso, por razones especiales. Perfecto
fue hijo, como decíamos, de Don José Méndez Garibay y de Doña Refugio
Padilla y había nacido en Zamora en 1875 y moriría luego, en 1942, siendo
su vida dinámica y agitada, pero plena y fructuosamente aprovechada, a tal
grado que su hijo Alfonso, ya Sacerdote y refiriéndose a él, se referiría a él
en su admirable Poema “Romance Viejo de la que ganó a Zamora en

una Hora”: “Mi padre, sin ir más lejos / –aquel varón de hidalguía / que
se llamaba Perfecto / y a su nombre respondía–,”

Siendo joven, Perfecto entró al Seminario de Zamora, pero viendo que no
era su vocación el Sacerdocio, salió de él y se fue a Morelia, al Colegio de
San Nicolás, donde se recibió de abogado, en 1900, año también de su
boda con María. Una vez casado, ejerció su profesión y se involucró en la
política, desempeñando varios cargos: Escribano Público, Secretario de la
Sociedad Agrícola de Zamora, pero, al mismo tiempo, se inscribía como
militante y miembro del Partido Católico Nacional, partido político nacido
de la permisión del Programa de Gobierno de Francisco I. Madero y bajo la
inspiración y motivación de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII, en
la que se urgía a los católicos laicos a tomar parte en la política de sus
países, para infundir en los gobiernos de cada uno de ellos el espíritu de la
democracia y la doctrina social de la Iglesia. El Licenciado Perfecto ocupó
además varios cargos en el Ayuntamiento de Zamora y fue Diputado
Federal Suplente de 1908 a 1910, por el Distrito de Zamora y Propietario
por el de Purépero, de 1912 a 1913. Se contaba de él una anécdota que lo
retrataba “de cuerpo entero”: durante su actuación como Diputado Federal,
habiendo usurpado el poder Victoriano Huerta y habiendo enviado a la
Cámara de Diputados una Ley para su aprobación incondicional y sin
análisis (como se acostumbraba), el Diputado Méndez Padilla la había
impugnado, por lo que, en una reunión de Huerta con varios Diputados, le
reclamó airadamente al Licenciado Perfecto aquella impugnación,
contestándole el Licenciado, con serenidad y con valentía, nacidas de sus
convicciones, que lo había hecho porque, para él, aquella Ley iba contra la
Constitución. El usurpador, indignado, les advirtió que o votaban lo que él
pedía o se atuvieran a las consecuencias, por lo que el Licenciado Perfecto,
conociendo la manera de proceder de Huerta, se ocultó prudentemente por
algún tiempo. También fue miembro de la Sociedad de Geografía y
Estadística y de la Academia Mexicana de Jurisprudencia, así como
colaborador de varias publicaciones y hasta novelista. Tomó parte activa en
la organización y realización de la Dieta de Zamora, incluso pronunció en
ella un discurso muy emotivo el día 19 de enero, en la Velada Literaria con
que la sociedad de Zamora obsequió a los Prelados y Delegados, asistentes
a la Dieta. Cuando Amaro llegó a Zamora tuvo que refugiarse con su
familia primero en Guadalajara y después en la ciudad de México.
Tal figura tuvo por fuerza que influir en los ideales y las perspectivas de la
vida, sobre todo, en sus dos hijos Gabriel y Alfonso, como luego lo
veremos.

Doña María Plancarte Igartúa

Como decíamos, fue Doña María Plancarte Igartúa hija de Don Luis y de
Doña Josefa Igartúa, matrimonio que contó con numerosos hijos y, por

tanto hermanos de Doña María y, de ellos, algunos figuraron bastante en la
vida de la ciudad: Antonio que casó con Dolores Méndez Bernal; Ma.
Dolores, casada con Carlos Quiróz; Carlos, casado con Concepción Haro;
Salvador, casado con Elena Matos; Luis, casado con Pomposa Verduzco;
Rafael y José, Sacerdotes; finalmente, Rosa, que permaneció soltera. Fue
una familia de profundas convicciones cristianas, de acción y de un alto
sentido de responsabilidad. María, además de haber recibido en su
educación esos valores, fue formada para ser madre, según el concepto que
entonces se tenía de la maternidad y esposa: hacendosa, dedicada a su casa
y a la educación directa y constante de sus hijos y sostenedora y servicial
del marido. Pero, al mismo tiempo, desempeñando el papel de centro, de
baluarte y de esencia de la familia. María Plancarte Igartúa, en el
relativamente poco tiempo que vivió, después de su matrimonio,
desempeñó fielmente aquella misión, recibiendo una gran ayuda para
lograrlo de parte de sus hermanos Sacerdotes, sobre todo del Padre José
que, aun después de la temprana muerte de la hermana, siguió velando muy
de cerca por sus hijos, sobre todo, por Gabriel y por Alfonso. Es cierto que
la labor de la madre de Gabriel y Alfonso no fue (como casi siempre
sucede) ni tan llamativa, ni tan visible, como la del padre, pero sí igual o
más importante en su trascendencia en la formación de sus hijos, como más
tarde lo reconocerían, con nostalgia y agradecimiento, los dos Padres
Méndez Plancarte. Una muestra de ello: en el cuarto de Gabriel en el Pío
Latino, el día de su ordenación sacerdotal, se exhibían dos objetos,
manifestaciones del amor y la nostalgia del ordenado: la bandera de
México y un retrato de su madre, ya muerta.

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

I.-Biografía. 3.-Infancia y primeros estudios

JORGE MORENO MENDEZ

Dolorosa separación
El matrimonio Méndez Plancarte pronto vio cumplidos sus deseos y
ansias de paternidad y maternidad, pues, al año siguiente de su unión nació
Perfecto (otro más en la dinastía) y, con un intermedio de alrededor dos
años, llegaron Lupe (1903), Gabriel (el 24 de enero de 1905), María
(1907) y finalmente Alfonso (el 2 de septiembre de 1909). Todos ellos,
casi niños, tuvieron que pasar por el tremendo dolor de perder a su madre,
que lo había sido realmente y en la plenitud de la palabra para ellos, lo que
hizo más dura aquella pena. Gabriel tuvo más conciencia y memoria de la
ternura, cuidado y desvelo de Doña María; Alfonso casi no la gozó ni
guardó muchos recuerdos de ella, porque la separación sucedió poco

tiempo después de haber nacido. Para Don Perfecto tuvo que ser un severo
e inesperado golpe, pero la vida de sus hijos y la suya propia debieron de
continuar y, por ello y por las circunstancias de su viudez, hijos y trabajo,
decidió contraer nuevas nupcias, esta vez con Doña Elena Padilla García
con la que procreó otros 9 hijos: Luis, Javier, Elena, Ma. del Refugio, José
Ignacio, Carlos, Rosa Ma., Ma. Teresa y Antonio, acrecentando con ello
sus responsabilidades de padre y dándoles a sus primeros cinco hijos otros
nueve hermanos. La muerte tan prematura de su madre y el nuevo
matrimonio de su padre influyeron definitivamente en la vida y en el
comportamiento de Gabriel y de Alfonso Méndez Plancarte, por lo que es
conveniente asentar algunas razones que confirmen tal aserto y que nos
explicarán muchos de los hechos y circunstancias posteriores en la vida de
ambos.

Una triple hermandad

Ya desde que nació Alfonso (cuatro años más tarde de su propio
nacimiento y después del de su hermana María), la vida del pequeño
Gabriel comenzó a tener una dirección y sentido especiales que las
circunstancias reafirmarían más tarde. Aquel niño, el hermanito menor,
vendría a ser para él un compañero inseparable y se establecería entre
ambos una asombrosa sintonía, ya que estarían unidos (como lo diría
más tarde el mismo Alfonso en el epitafio que escribió para su hermano
Gabriel, ya muerto) por una triple hermandad: por la sangre, por su
vocación al Sacerdocio y por su pasión por el estudio, la investigación y
la cultura, llegando a ser dos almas gemelas, pero distintas y con su
propio sello y sus propias características. Efectivamente, como suele
suceder por razón natural, cuando vienen hijos de un nuevo matrimonio,
ya sea del padre o de la madre, los hijos de primer matrimonio se unen
más entre sí y no ciertamente para rechazar a los hijos que puedan venir
de ese nuevo matrimonio, sino, simplemente, por los motivos sicológicos
y emotivos muy naturales, nacidos de los lazos completos de la sangre
existentes entre ellos. Desde que nació Alfonso y más cuando murió
Doña María, Gabriel experimentó tal unión y comunión con su pequeño
hermano que, inconscientemente, se declaró y ejercitó en el papel de
protector, de hermano mayor y se desarrolló en él una especie de instinto
de paternidad con relación a Alfonso, pero todo eso, desde luego, sin
mengua de la libertad o personalidad de éste. La vida de ambos, sus
relaciones a partir de entonces, en su adolescencia, en su juventud y en
su edad madura, como lo veremos luego, así lo demuestran. Y es
precisamente esa hermandad, esa unión y esa comunión por la sangre
entre ellos lo que, más tarde, ayudará e influiría a que se dieran las otras

dos hermandades: la vocación al Sacerdocio y su pasión por la cultura y
por el estudio.

Infancia y primeros contactos con la ciencia y la cultura

De más estaría el hablar del interés que Don Perfecto, hombre culto,
religioso y responsable, tuvo por la adecuada formación religiosa y
científica de sus hijos, especialmente de Gabriel y de Alfonso, quienes,
desde un principio, mostraron marcada inclinación hacia los estudios. Se
podría hablar detenidamente de esta etapa de ambos niños y adolescentes,
pero, en honor a la brevedad, daremos tan sólo algunos datos sobre ella,
refiriéndose separadamente a cada uno de ellos.

En 1912, al cumplir Gabriel 7 años de edad, hizo su Primera
Comunión, siendo este hecho uno de los más felices de su vida, como lo
manifestaría más tarde, a través de su poesía: “En el portal de Belén /
naciste con mucho frío; / ¡oh, dulce Niñito mío, / a mi corazón Tú ve!”.
Fue también él testigo infantil del movimiento político y social que se
gestaba en México y en el que su padre jugó un papel importante, como ya
lo veíamos. Alfonso era entonces aún un bebé, pero por cuenta de su
hermano Gabriel supo de todos aquellos acontecimientos y, en cuanto a su
Primera Comunión, la recibió ya estando la familia en México, el 25 de
diciembre de 1916, también a los 7 años. En cuanto a los estudios de
aquellos dos niños Méndez Plancarte, podemos señalar algunos datos.

Gabriel se inició en su formación escolar en su natal Zamora y, aunque
alguno de sus biógrafos nos dice que fue en el Colegio Teresiano, creo que
es una afirmación fuera de verdad, ya que existe en el Archivo Diocesano
el Convenio que el Señor Fernández, Obispo Coadjutor del Señor Cázares,
el año de 1903, firmó con la Superiora General de las Madres Teresianas
(venida desde la misma Francia con ese objeto) sobre la fundación del
Colegio Teresiano en Zamora y en él se estipulaba que sería
exclusivamente para la educación de niñas y jovencitas y, aunque llegó a
ser este establecimiento uno de los mejores del centro y del occidente del
país, sin embargo es muy improbable que Gabriel hubiese estudiado en él.
Por algunos otros datos (interés, simpatía y participación de Don Perfecto
en la realización del proyecto), podemos casi afirmar que Gabriel realizó
sus primeros estudios con los Maristas, establecidos en Zamora en 1901 (el
mismo año que se establecieron en la capital de la República) y que
permanecieron en ella hasta 1914. Al trasladarse Don Perfecto con toda su
familia a la ciudad de México, Gabriel fue inscrito en el Colegio de los
Padres Jesuitas en Puebla, Colegio fundado en 1587 y en el cual, hacia
fines del siglo XVII y principios del XVIII, habían sido educados hombres
de la talla humanista de Francisco Javier Solchaga, Diego José Abad,
Francisco Javier Alegre y Francisco Javier Clavijero. Fue éste el primer

encuentro de Gabriel con el humanismo, fijando su ser y actuar, ya desde
entonces, en aquella filosofía, si no exclusiva de los jesuitas, sí parte
esencial de su mística. Más tarde pasó Gabriel a continuar sus estudios al
Colegio Francés de los Hermanos Maristas en la ciudad de México.

En cuanto al pequeño Alfonso podemos decir que no fue a la zaga de
su hermano Gabriel en el empeño por cultivarse en una sólida y profunda
ciencia y educación, ya que ingresó al Colegio San Luis, establecido en
Puente de Alvarado de la ciudad de México y regenteado por los mismos
Hermanos Maristas. Esta Congregación Religiosa había sido fundada en
1817 por Marcelino Champagnat en Francia “para educar cristianamente
a los niños y a los jóvenes”, como rezaban sus Constituciones, ya que la
idea de este gran educador y pedagogo fue fundar una comunidad de
hombres que, renunciando a una familia y a la posesión de bienes,
dedicaran su vida, su capacidad y su trabajo a preparar “buenos cristianos
y honrados ciudadanos”. Los primeros Hermanos Maristas llegaron a
México para fundar en Guadalajara su primera escuela, en 1899, haciendo
lo mismo en 1901, como decíamos, en Zamora y en México. La labor de
tales Religiosos en México en materia de educación ha sido de llamar la
atención, pues basta repasar la larga lista de los prohombres mexicanos que
han salido de sus aulas y han servido a la sociedad en los diversos campos.
Alfonso aprendió con ellos el amor por la ciencia, la estima de los valores
cristianos y humanos, las técnicas pedagógicas y adquirió la tenacidad y la
pasión con que más tarde se dedicaría a vivir y propagar tal ciencia y tales
valores.

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

Primera Parte.-Biografía. 4.-El seminario:
Motivación y cauce

JORGE MORENO MENDEZ

Los Seminarios
Desgraciadamente, a veces se tienen ideas y conceptos falsos o
incompletos acerca de lo que son realmente los Seminarios, como
instituciones de la Iglesia para la formación de los Sacerdotes, dándose esto
(también a veces) entre algunos que se dicen intelectuales y que, por
desconocer la realidad o por mero fanatismo antirreligioso, se expresan
mal de dichos centros formativos, no haciendo honor, por lo mismo, a
presumida intelectualidad. No se niega que algunos Seminarios no estén o
hayan estado a la altura de su esencia y finalidad; o que algunos personajes,
formados en ellos, hayan estado muy por debajo de la formación que en
ellos recibieron. Pero no podemos negar tampoco que, en general y a través

de la historia y en nuestros días, los Seminarios han sido y son fuente de
ciencia y de cultura y que grandes figuras han surgido de ellos en todos los
órdenes, no solamente en el gremio sacerdotal. En ellos el individuo puede
beber y nutrirse con la cultura milenaria (propia, descubierta y conservada),
de la Iglesia, ya que ésta y sus casas de formación han sido baluarte de la
ciencia y de la cultura. Sobre todo a partir del Concilio de Trento, que creó
y dio forma a los Seminarios, fueron éstos importantes productores,
motivadores y difusores de la cultura, ya que, más que centros de
formación de Sacerdotes, por las estadísticas y por razón natural, fueron
centros de formación de ciudadanos en todas las naciones, puesto que la
inmensa mayoría de quienes en ellos se formaron, no llegaron al
Sacerdocio.

Estas consideraciones vienen a colación para poder afirmar, con
objetividad, que un factor importante en la formación científica y cultural
de Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte y en su obra, fue sin duda su
ingreso al Seminario, ya que este hecho encauzó sus capacidades, sus vidas
y les dio la oportunidad de robustecer y satisfacer su amor apasionado por
el saber y el conocer (cultura y ciencia), convirtiéndose en una catapulta
que los lanzó a las grandes alturas a las que llegaron como hombres sabios
y cultos. Es verdad que a ellos les sucedió que, como ordinariamente
sucede a quienes ingresan muy jóvenes o casi niños al Seminario, al
principio no tuvieron conciencia plena y segura de su vocación al
Sacerdocio, sino hasta ya recorridos algunos años, por lo que podemos
distinguir dos etapas en su decisión de ser Sacerdotes: una, en la que su
inclinación al estudio se vio mezclada a los sueños e ilusiones de la figura
sacerdotal, tan incrustada en la familia a través de los tiempos; la otra,
cuando ya maduros y conscientes de lo que significaba aquella vocación,
decidieron entregarse a ella. Definitivamente, en la primera etapa
influyeron sus dos tíos, hermanos de su mamá, el Padre Rafael y el Padre
José Plancarte Igartúa, siendo éste el principal influjo ejercido para que
Gabriel y Alfonso fuesen seminaristas. Creo, por lo mismo insertar unos
cuantos renglones para hablar de este personaje, cuya vida y obra llenaría
páginas y más páginas.

El tío José Plancarte Igartúa

El Padre Rafael Plancarte nació en Zamora en 1885 y, después de
estudiar en el Pío Latino en Roma y ser ordenado Sacerdote el 28 de
octubre de 1908, trabajó en la Diócesis de Zamora hasta el año de 1919,
cuando fue llamado a prestar sus servicios a Monterrey por su tío el Señor
Arzobispo Francisco Plancarte. Es por ello que su influencia sobre Gabriel
y Alfonso fue menor que la del Padre José, por razón de la distancia y el
trato con ellos. Nació este último también en Zamora el 19 de enero de

1890 e ingresó, niño aún, al Colegio Pío Latino, el 1 de febrero de 1901,
donde obtuvo los títulos de Doctor en Filosofía y en Teología. Regresó a
Zamora en 1911, siendo aún Diácono y comenzando a dar clases en el
Seminario y fue ordenado Sacerdote por el Señor Francisco Orozco
Jiménez en el templo de San Francisco, el 19 de enero de 1913 y cantó su
Primera Misa en el Santuario de Nuestra señora de la esperanza en Jacona,
el 14 de febrero siguiente. Al ser clausurado el Seminario, a la llegada de
Amaro, el Padre José se fue a Guadalajara, donde trabó amistad y trabajó
con el maestro Anacleto González Flores, pasando luego a la ciudad de
México para trabajar con estudiantes y para dar clases en la Pontificia
Universidad Mexicana, que funcionaba en el Seminario Conciliar, hasta
que el señor Núñez lo llamó a Zamora para reorganizar el Seminario, cosa
que realizó a la perfección y, después de ceder su puesto al Señor Antonio
Guízar Valencia y ser nombrado éste más tarde Obispo de Chihuahua, el
Padre José ocupó el puesto de Rector, en la misma Zamora de 1920 a 1926,
y de 1927 a 1928, en Mixcoac a donde se tuvo que trasladar el Seminario,
regresando a Zamora y, en 1931, tuvo que radicar en la ciudad de México,
debido a un infortunado accidente automovilístico, en el que no tuvo
ninguna culpa, quedando como maestro del Seminario de México. Graves
enfermedades tuvo que padecer y en 1933 entró al Noviciado de los
Jesuitas, profesando en dicha Compañía de Jesús en 1935, convirtiéndose
en maestro en el Colegio de Ysleta y, más tarde y con toda propiedad, en el
fundador del seminario de Montezuma, donde fungió como maestro y
Prefecto de Teólogos. Enfermo y casi ciego, regresó a México, donde
siguió trabajando cuanto podía, hasta su muerte, acaecida el 3 de marzo de
1941. “Sacerdote íntegro, de vida transparente…Todo en él respiraba
inocencia y alegría, prudencia y benevolencia, paz y lealtad…”, escribiría
luego de él su sobrino Alfonso.

Gabriel, seminarista en México; Alfonso, en Zamora

Pareciera raro que, siendo tan unidos e inseparables Gabriel y Alfonso,
uno haya ingresado al Seminario de México y, el otro, al de Zamora. Pero
la explicación es sencilla, dada la influencia del Padre José Plancarte y las
circunstancias de su actuación. Ya lo decíamos, a la muerte de su hermana
María, el Padre se preocupó y se ocupó personalmente y casi por completo
de la educación de sus sobrinos Gabriel y Alfonso y, como también
apuntábamos, después de residir un tiempo en Guadalajara, se trasladó a la
ciudad de México, en cuyo Seminario dio clases, coincidiendo esto con el
ingreso de Gabriel en 1918 a dicho Seminario, donde su tío era maestro y
tenía cierta influencia. En cambio, cuando se decide el ingreso de Alfonso
al Seminario, ya el Padre José organizaba el de Zamora y fue a este a donde
llevó a su sobrino.

Ambos Seminarios gozaban de merecida fama en la República. El de
México había sido fundado el 28 de noviembre de 1689 por decreto del
Virrey Conde de Gálvez y el Arzobispo de México Don Francisco de
Aguiar y Seijas, colocándose la primera piedra de su construcción el 12 de
diciembre de ese mismo año. El de Zamora, después de haber sido creado
por el Padre Villavicencio para funcionar como Seminario Auxiliar del de
Morelia, había sido declarado Diocesano al erigirse la Diócesis del mismo
nombre, el 8 de mayo de 1864. Ambos Seminarios habían sido los que más
alumnos habían enviado a estudiar a Roma, al Pío Latino, para una mejor
preparación de su clero (del año 1857 a 1917, el de México, 54 alumnos; de
1870 al mismo 1917, Zamora 38, mientras Puebla 19, Guadalajara 17 y
Morelia, 11); los formados en el de México gozaban de fama en la capital
del país; los de Zamora, en todo el país al que surtía de Obispos (en 1922
había en la República 26 Obispos; de ellos, 4 Arzobispos y 3 Obispos eran
del Seminario de Zamora, el 27 % del Episcopado Mexicano.

Pudiéramos hablar un poco de la estancia de Gabriel y de Alfonso en
ambos Seminarios, pero bástenos saber que Gabriel, en algunas vacaciones,
vino a visitar a su tío José, rector del Seminario de Zamora y convivió con
los alumnos de este Seminario, sobre todo en algunos paseos a la Sierra y a
los Chorros del Varal (todo esto haría que amor al terruño y su admiración
por él aflorara en su poesía y escritos). Alfonso fue testigo y experimentó
saludablemente la acción de su tío José como organizador y líder del
Seminario de Zamora y, más tarde, hablaría y escribiría sobre la labor
directriz de su tío en esa institución.

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

Primera Parte.-Biografía. 5.-En el Pío Latino
y la Gregoriana

JORGE MORENO MENDEZ

Así como en un cuadro se aprecia mejor la figura central del mismo,
captando y ubicando los contornos y demás figuras que la rodean, de la
misma manera, la vida y personalidad de un individuo se conocen mejor
cuando tenemos conocimiento y tomamos en cuenta los lugares, las
personas y los ambientes que los rodearon, así como algunos hechos
sencillos y anécdotas que les sucedieron y las circunstancias en las que se
movieron. Esto, desde luego, debemos aplicarlo a la biografía de los
hermanos Méndez Plancarte, Gabriel y Alfonso, pudiendo tener, de esta
manera, la posibilidad de conocerlos un poco mejor, por lo que me permito
presentar al lector algunos datos que nos servirán para lograrlo.

Dos Instituciones trascendentales

La continuación de los estudios, ya en dirección concreta hacia el
Sacerdocio, de los hermanos Plancarte, se realizó en el Colegio Pío Latino
y en la Universidad Gregoriana, de la ciudad de Roma. La creación del
primero obedeció al deseo de dar al clero de América Latina una mejor
formación, basada en “una sólida piedad y una profunda ciencia”,
propuesta presentada por un Sacerdote chileno, Don José Ignacio
Eyzaguirre al Papa Pío IX, quien la aceptó, pidiéndole al mismo Sacerdote
que visitara a los Obispos del Continente Americano para ver la manera de
solucionar el aspecto económico de aquella obra. Apoyado por la mayoría
de estos Obispos, aquel proyecto se hizo realidad y, el 11 de diciembre de
1858, con un pequeño grupo de 17 jóvenes (6 colombianos, 10 argentinos y
1 peruano), nacía el Colegio Pío Latino Americano, del que los Padres
Jesuitas se hicieron cargo y en el que, siguiendo la recia espiritualidad de
su fundador, Ignacio de Loyola, procuraron infundir en los estudiantes que
de toda América a él llegaban, además de una sólida formación académica,
una especial mística de responsabilidad, de entrega, de piedad y de
solidaridad con la Iglesia y con la humanidad. Ya sabemos de la
importancia y trascendencia que esta Institución tuvo en toda América, de
donde llegaron, de 1858 a 1917, 1,044 alumnos (322 de Brasil, 196 de
México, 168 de Argentina, 80 de Colombia y los demás de las distintas
naciones de América) que luego regresaron a sus respectivos países a
difundir, no sólo la doctrina cristiana, sino a proyectar, proponer y realizar
incontables obras en todos los órdenes: social, político, cultural, etc.
La Universidad Gregoriana, a donde acudían los alumnos del Pío Latino
a recibir las clases, no era otra que la Escuela para los miembros de la
Comunidad, llamada Colegio Romano, fundada por Ignacio de Loyola en
1551 en un edificio romano, ya desaparecido, situado cerca del Capitolio,
juntamente con una Biblioteca. Fue tan crecido el número de alumnos no
jesuitas que acudieron a aquel Colegio, que hubo que cambiar su sede a
otro lugar y a otro edificio más amplio. Se llamó Gregoriana porque el
Papa Gregorio XIII inauguró aquella nueva sede y se constituyó él mismo
su fundador y protector. En el año 187, el Colegio Romano sufrió un nuevo
traslado, ubicándolo en el Edificio Borromeo y, en 1873, el Papa Pío IX, el
4 de diciembre, concedió el título de «Pontificia Universidad del Colegio
Romano», y, a su Rector el poder suscribirse como «Rector de la Pontificia
Universidad Gregoriana». San Roberto Belarmino fue Maestro y Rector de
aquella Institución y en ella estudió San Luis Gonzaga.
El espectáculo del que fueron testigos los hermanos Méndez Plancarte,
como todos los que ahí llegaban, era digno de llamar la atención: cientos y
cientos de alumnos de todas las razas, entrando y saliendo de aquel
edificio; diversidad de sotanas (era obligatorio asistir a ella con los arreos
seminarísticos) de todos los colores y de todas formas (las rojas de los
alemanes, las negras de los franceses, con vivos azules la de los españoles,

sólo con un borde azul los latinoamericano. Además toda una colección de
hábitos religiosos: jesuitas, capuchinos, franciscanos, dominicos, etc.

Los exámenes en la Universidad eran orales, con dos sinodales, los
ordinarios; en la licencia, con 3 y en el doctorado con 4, y eso después de
un examen escrito, si lo pasaba el alumno. Se celebraban también las
“famosas” Disputas Públicas, en las que un alumno sostenía una tesis y
otros le argüían y ponía dificultades y todo esto, como un buen ejercicio
para agudizar la inteligencia y para perder el miedo al público, logrando
que quienes intervenían en ellas se prepararan profundamente y los
espectadores, siguiendo a los participantes, se interesaran en los distintos
temas y clarificaran sus ideas sobre ellos.

Gabriel: certámenes y exámenes públicos.
Cuando Gabriel llegó al Pío Latino, en 1920, y lo mismo hizo Alfonso en
1924, se ubicaba este Colegio en Giaoccino Belli 3 y su Rector era el Padre
Giovanni Bigozzi, hombre amable y sencillo, y el Prefecto de Disciplina, el
español Joaquín Echenique. En cambio, la Universidad Gregoriana se
encontraba en el Palacio Borromeo, cerca da la Iglesia de San Ignacio y
su Rector era el Padre Micinelli y el Prefecto de Estudios el Padre
Lazarini, ambos jesuitas. De la estancia de Gabriel en Roma, podemos
apuntar, entre otras muchísimas cosas, algunas que nos lo pintan “de
cuerpo entero”:
En el Centenario de San Luis Gonzaga, Gabriel sustentó un examen
público de Filosofía, de manera brillante, y sobre el cual Monseñor
Octaviano Valdés, compañero de Gabriel y uno de sus mejores amigos (fue
luego Secretario de la Curia Arzobispal), nos dice: “En ese hervidero de
inteligencias de todos los seminarios del mundo, la Universidad
Gregoriana de Roma fue durante siete años un espectáculo ya familiar el
ver al alumno Gabriel Méndez Plancarte subir a la cátedra, escogido
entre los mejores para sostener certámenes o exámenes públicos, entre
todo el profesorado y alumnado. Sus éxitos excepcionales culminados en
el examen singularísimo de su doctorado de Filosofía, que entre las
fiestas centenarias de la Universidad, en junio de 1924, sostuvo en la
llamada Aula de las Beatificaciones en el Vaticano, ante varios
Cardenales y numerosos Prelados, además de la entera Universidad,
debiéndose tan sólo a circunstancias fortuitas que no honrara el acto la
misma augusta presencia del Pontífice Pío XI”
Otro rasgo revelador: Gabriel no podía pronunciar bien las erres, pues les
daba un sonido gutural medio raro. Durante las vacaciones en Montenero,
en Livorno, los alumnos leían públicamente algunos artículos escritos por
otros compañeros y, en cierta ocasión, los alumnos de la 1ª. División a la
que pertenecía Gabriel y sin que éste se diera cuenta, prepararon un
artículo en el que abundaban las palabras con erre y organizaron su lectura

de tal manera que a Gabriel le tocase leerlo. Al entregárselo para su lectura,
Gabriel se dio cuenta de aquella “trampa” y, sin decir nada, ni inmutarse en
lo más mínimo, comenzó a leer aquel artículo, sustituyendo todas las
palabras con erre por sus correspondientes sinónimos que tuviesen aquella
letra (asno, en vez de burro, lodo en vez de barro, etc.), mostrando con ello
un gran dominio de sí mismo y de la lengua española, resultando con ello
que lo que iba a ser una traviesa humillación para él, se convirtió en
admiración y aplausos de todos sus oyentes.

Alfonso, “ratón de Biblioteca”
De Alfonso también se podrían proporcionar muchos datos de su estancia
en Roma, pero contentémonos (en atención al espacio) con unos cuantos:
llegó procedente del Seminario de Zamora, pocos días después que Luis
Méndez Codina, José Martínez y Luis Rentería, y en compañía del Señor
Fulcheri y de su tío el Padre José Plancarte Igartúa. Su estancia en el Pío
Latino se caracterizó por dos cosas: sus enfermedades y su pasión por la
lectura y el estudio. Fue operado de emergencia de un oído y comenzó a
perder la visión de un ojo. A este respecto se cuenta que, viendo el Rector
del Pío Latino (ya entonces el Padre Mónaco) que Alfonso estaba leyendo
con dificultad un libro, llegó por detrás y le tapó el ojo con el que veía bien,
quedando “a oscuras” Alfonso. Fue enviado inmediatamente con el
oculista, pero aquel defecto de visión jamás se eliminó del todo y, menos,
cuando no cejó en “su empeño de devorar todos los libros del mundo”,
como se afirmaba entre sus compañeros, quienes lo bautizaron,
cariñosamente, con el mote de “ratón de la Biblioteca”, mote al que
siempre hizo honor, ya que era admirable su adición a la lectura, por sobre
las diversiones, paseos y deportes existentes en el Colegio Pío Latino.
Alfonso le ayudó al recién ordenado Sacerdote, Ramiro Vargas Cacho
(futuro Rector del Seminario de Zamora), el 27 de diciembre de 1928, una
misa en las Catacumbas de San Calixto.
Los años del Pío Latino y de la Gregoriana pasaron rápido para los
hermanos Méndez Plancarte, pero fueron intensamente aprovechados.

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

Primera Parte.-Biografía
6.-¿Por qué se hicieron Curas?

JORGE MORENO MENDEZ

Algunas de sus calificaciones
No quisiera seguir presentando estos breves datos biográficos de los Padres
Méndez Plancarte, sin mencionar siquiera lo relativo a sus calificaciones
durante sus estudios en Roma. Del Colegio Pío Latino se enviaban a la
Diócesis de los distintos alumnos sus respectivas calificaciones, en los

meses de abril, agosto y diciembre y, gracias al Archivo del Seminario de
Zamora, podemos conocer las pertenecientes a Gabriel y a Alfonso Méndez
y darnos cuenta del nivel de ellas, teniendo en cuenta que las equivalencias
eran las siguientes: 10=nota optima; 9-8 = bona; 7= mediocres, 6= infra
mediocritatem. Algunas de las calificaciones de Gabriel fueron estas:
enero 1921: 9 1/2 en piedad; 10-10, en diligencia en el estudio; 10-9.5, en
la guarda de las leyes del Colegio; 9-9 ½. En abril de 1922: 10-10-10, en
piedad; 9 ½-10-10, en diligencia en el estudio; 9-9-10, en la guarda de las
leyes del Colegio; examen del primer año de Filosofía, aprobado con la
mayor alabanza. Algunas de las calificaciones de Alfonso: en abril de 1925,
10-10-10, en piedad; 10-10-10 en diligencia en el estudio; 10-9-9 en la
guarda en las leyes del Colegio; examen de Filosofía, aprobado con la
mayor alabanza. En julio de 1928; 10-10-10, en piedad; 9-9-10 en
diligencia en el estudio; 9-9-8, en la guarda en las leyes del Colegio; en
lengua hebraica, aprobado.

La Diócesis de Zamora y las vocaciones sacerdotales

Más de alguno de sus colegas en la Academia y en la UNAM se
preguntaron: “¿Por qué Gabriel y Alfonso se hicieron Curas?” Esa misma
pregunta la he oído en labios de otras personas, ahora que se celebra el año
de los Padres Méndez Plancarte y creo que, entonces como ahora, la
respuesta puede ser múltiple. Para quienes tienen fe y creen en Cristo, en su
Iglesia y en el Sacerdocio católico, la explicación es lógica y fácil: Dios los
llamó al Sacerdocio, instituido por Cristo como Sacramento, para la
continuación de su obra salvadora y ellos respondieron con prontitud y
autenticidad. Pero si queremos, válida y necesariamente, buscar otras
respuestas a dicha pregunta, las podemos encontrar, sobre todo en tres
factores, además de otros muchos: el ambiente especial de la Iglesia
zamorana en que vivieron, la “herencia genética” juntamente con los
testimonios levíticos de la familia Méndez Plancarte (sobre todo en esta
última) y la búsqueda afanosa de Gabriel y de Alfonso de su plena
realización humana y religiosa, así como el deseo de superarse y de utilizar
su vida en algo que, para ellos, valía la pena: el servicio del Dios en quien
creían y el servicio a los demás. Quiero referirme un poco, sobre todo a los
dos primeros factores.
En cuanto al primero, debo señalar datos y las circunstancias muy
especiales que rodean (o rodearon) las vocaciones en la Diócesis de
Zamora, datos y circunstancias que han llamado la atención de personas a
las que he tenido la oportunidad y la necesidad de mostrárselas. Algunos
ejemplos: hay un pequeño pueblo en nuestra Diócesis, Santa Inés, perdido
entre Tacátzcuaro, Tocumbo y Cotija, muy poco conocido y visitado, pero
un pueblo sobre el que sería necesario hacer un estudio antropológico,
religioso y cultural, debido a los números que sobre vocaciones y

Sacerdotes nos ofrece: sus habitantes apenas llegan o sobrepasan el millar
y, sin embargo, de entre ellos, han salido casi 60 Sacerdotes y 3 Obispos,
para diversas Diócesis y para varias Congregaciones. Otro dato de nuestra
Diócesis: el fenómeno de las “dinastías sacerdotales”, de 2, de 3 y hasta
de 4 hermanos Sacerdotes. De 4 hermanos, como los Gutiérrez Vargas
(Raúl, Arturo, Juan y Octavio), o los Alvarez Ruiz (Luis, muerto diácono
en Roma, a unos meses de ser ordenado, José, Gonzalo y Serafín); de 3
hermanos: los González Zepeda (Pablo, Ignacio y Pedro), los Aviña
Magaña (Antonio, Rafael y Alfonso), los López Montañez (Ezequiel,
Enrique y Roberto), los Avalos Maciel (Emilio, Reynaldo y Federico), los
Leonardo Galindo (Jesús, Marcos y Gontrán), etc. y esto sin contar las más
de 70 parejas de hermanos que han sido ordenados Sacerdotes.

Dinastía sacerdotal plancartista

Pero, sin duda alguna, motivación muy especial en la vocación sacerdotal
de los hermanos Méndez Plancarte fue la propia “dinastía sacerdotal
plancartista”, la que, a través de los siglos, dio un gran número de
Sacerdotes y todos ellos dejaron huella profunda en la sociedad, civil y
religiosa. Podemos citar algunos de ellos, dando a conocer aunque sean
breves datos sobre su vida y personalidad, obligados por el tiempo y el
espacio:
Pedro Plancarte, Cura de Capacuaro, nacido en 1555, estudiante en el
Colegio Franciscano de San Miguel en Valladolid, y luego en el Real
Colegio de San Nicolás Obispo, llegando a ser ordenado Sacerdote por el
año de 1581. Párroco de Chucándiro, de Tingüindín y de Capacuaro,
entregado plenamente al servicio de los indígenas, murió en olor de
santidad y sus procesos de beatificación fue abierto, pero suspendido por
circunstancias políticas. Cristóbal Plancarte, hermano del anterior, quien
hizo su carrera eclesiástica en el Colegio de Todos los Santos en la ciudad
de México y, una vez ordenado Sacerdote, estuvo de Párroco en Aranza,
que, en 1570, era “Cabecera… hay Iglesia y Cura… y allá acuden los
barrios de Cherán, San Pedro (Paracho), Santa Isabel, Urapicho y
Nurio…”. Fray José Antonio Plancarte, nacido en Zamora el 5 de
diciembre de 1735, maestro de filosofía en el Convento Grande de Celaya,
gran orador y escritor de múltiples obras, de las cuales el Padre Alfonso
hizo de algunas de ellas excelentes estudios. José Antonio Plancarte
Labastida, hijo de Don Francisco Plancarte y de Doña Gertrudis Labastida
(hermana de Don Pelagio Antonio Labastida y Dávalos, obispo de Puebla,
Arzobispo de México y Regente del Imperio de Maximiliano). Fue el Padre
José Antonio Plancarte, después de una esmerada educación en Europa y
ordenado Sacerdote, Párroco de Jacona, fundador de la Congregación de
las Religiosas Guadalupanas, introductor del tranvía entre Zamora y Jacona
y gran impulsor de la formación del clero zamorano, llevando a estudiar a
Roma a 60 jóvenes para una mejor formación y, por lo mismo, mejor

rendimiento ministerial, una vez regresados a Zamora. Francisco
Plancarte Navarrete, “un gran sabio, un excelente geólogo, un gran
conocedor de la numismática y un inteligente catequista”, según la pluma
de Amado Nervo, además de gran arqueólogo, reconocido
internacionalmente, Obispo de Campeche, el año de 1896 y luego de
Cuernavaca y, finalmente, en 1911, Arzobispo de Linares (hoy Monterrey)
Miguel Plancarte, conocido como el Padre Miguelito, fue hijo de Miguel
Plancarte y de Modesta, nació el 18 de marzo de 1862. Estudió en Roma.
Siendo seminarista del Pío Latino y asistiendo a la coronación de la
Madona de la Strada en la iglesia del Gesú de los Padres Jesuitas, se le
ocurrió que se podría hacer otro tanto con la Virgen de Guadalupe. Pero
ante los obstáculos que se le presentaron para esto, cambió la idea para la
imagen de la Virgen de la Esperanza en Jacona, no descansando hasta
realizar su sueño. Una vez conseguido el permiso, él mismo se encargó de
que la corona con que sería coronada aquella imagen la fabricase el joyero
del Papa y el vestido que luciría en la ceremonia, lo confeccionara el sastre
del Papa y este bendijera ambas prendas. José Plancarte Igartúa, hermano
de la mamá de Gabriel y Alfonso y del que ya dimos algunos datos, así
como de Rafael, que pasó a la Arquidiócesis de Monterrey. Creo que con
estos datos podemos explicarnos, en cierta forma la influencia de la familia
Plancarte en el ánimo de los hermanos Méndez Plancarte, Gabriel y
Alfonso…
En una ceremonia y juntamente con otros varios compañeros de distintas
partes de América, Gabriel recibió la unción sacerdotal en la Capilla del
Colegio Germánico-hungárico de Roma, el 30 de octubre de 1927, día
fiesta en honor de Cristo Rey. Alfonso, en cambio no fue ordenado en
Roma, ya que, por enfermedad y por el temor de que se agravara y se
pusiera en peligro su vida (como recién había acaecido con Luis Alvarez
Ruiz) se regresó a México, habiendo recibido en Roma la tonsura el 16 de
abril de 1927, de manos del Cardenal Palica, así como las primeras órdenes
menores. Ya en México, recibió las segundas órdenes menores (1930), el
subdiaconado de manos del Arzobispo Pascual Díaz (1931), el diaconado
(1932) y, por fin, el presbiterado, el 14 de febrero de 1932.
La alegría que embargó a Gabriel y a Alfonso en sus respectivas
Ordenaciones fue indescriptible y nunca se borraría de sus memorias,
haciendo, posteriormente, alarde de ella, de palabra y por escrito, cuantas
ocasiones se presentaban. Con su ordenación sacerdotal vieron cumplido el
sueño de sus vidas, ya que se sintieron realizados con aquello que, libre y
conscientemente, había elegido y aceptado.

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Primera Parte.- Biografía 7.-
Diócesis, ciudad y Seminario de Zamora
JORGE MORENO MENDEZ

Estrecha y profunda relación
Podríamos imaginarnos que el paso de los Padres Méndez Plancarte por la Diócesis, por la ciudad y por el Seminario de Zamora fue efímero y sin ninguna importancia, ni trascendencia y esto debido al poco tiempo que ambos permanecieron en Zamora. Pero, como sucedió, en general, en la vida de ambos, su presencia trascendente y fructífera en Diócesis, ciudad y Seminario, marcó huella en estos lugares, estando en proporción indirecta con el tiempo. Gabriel se ordenó por la Arquidiócesis de México; Alfonso por la Diócesis de Zamora; pero el haber estado en Zamora y haber trabajado en el Seminario y en la Curia se debió, principalmente, al cariño que sentían por la ciudad que los vio nacer, por la Diócesis de la que eran originarios, y a sugerencia e iniciativa de su tío el Padre José Plancarte Igartúa, Rector del Seminario de Zamora. Gabriel llega a Zamora en 1929, cuando su tío está reorganizando el Seminario, y se va a México en 1932; Alfonso, en 1933, al año de haber sido ordenado Sacerdote en aquella ciudad, y también se regresa a ella en 1938.
La huella, la trascendencia, la estrecha y profunda relación de los Padres Plancarte con su ciudad, con la Diócesis y el Seminario de Zamora las podemos deducir y comprobar, recorriendo los cargos en ocuparon en la Diócesis, sus actividades en el Seminario y lo que escribieron de y para Zamora. En los archivos de la Diócesis y del Seminario, así como en el Diario de éste, existen incontables datos sobre su actuar y vivir en estas instituciones y, simplemente, revisando sus escritos y poesías, nos damos cuenta de lo mucho que amaban a Zamora. Contentémonos con recordar brevemente algunos pocos de esos datos, en la imposibilidad de hacerlo de todos y menos con detenimiento.

Gabriel:
Apenas ordenado el Padre Gabriel en Roma, recordando el entusiasmo de su padre en la Dieta de Zamora, sus luchas políticas y sociales a favor de los más pobres y la visión de miseria y desamparo que, de niño y de joven había visto en México y en su misma natal Zamora; movido, además, por la inquietud que había despertado en todo el mundo la Encíclica Rerum Novarum de León XIII y que había sido sembrada y cultivada en la Universidad Gregoriana por los Padres Jesuitas, decidió estudiar la Doctrina Social de la Iglesia, eligiendo para ello la Universidad Católica de Lovaina, fundada en el año 1425 y por ella habían pasado grandes personalidades como Erasmo de Rótterdam, Jansenio, Mercier y Gerardo Mercator. Poco después de llegar a México, llegó a Zamora, invitado, como decíamos, por su tío el Padre José Plancarte. Durante su permanencia en Zamora, podemos citar los siguientes datos:
En la Curia Diocesana: fue censor de libros, Pro Tesorero y luego Tesorero de la Junta Diocesana de la Enseñanza Catequística, Examinador Sinodal y participó en algunos eventos Diocesanos. Ya radicado en México e invitado por el Señor Fulcheri, volvió a Uruapan, el 7 de noviembre de 1940, a la celebración del Congreso Eucarístico Regional de Uruapan, donde pronunció un emotivo discurso sobre “la Eucaristía como Sacramento de unidad”.
En el Seminario, ocupó las cátedras de Literatura Latina, de Literatura Castellana, de Filosofía y de Teología, desde 1929 hasta 1932; en las reuniones de profesores del Seminario tomó parte activa y decisiva en cuanto los programas y textos de las diversas asignaturas; se involucró profundamente en la organización, preparación y realización de la Academia Literaria del Seminario y en las famosas “disputas” teológicas y filosóficas, en las que un alumno sostenía una tesis sobre determinado tema y otros le argüían y ponía dificultades y todo esto, como un buen ejercicio para agudizar la inteligencia y para perder el miedo al público, logrando que quienes intervenían en ellas se preparaban profundamente en aquel tema y los espectadores, siguiendo a los participantes, se interesaran en el mismo tema y clarificaran sus ideas sobre el mismo. El 19 de febrero de 1950, a raíz de su muerte, la Academia “San Juan de la Cruz” celebró una Sesión Solemne en su memoria y “como una rosa de fuego en el mármol inerte de sus manos”. En junio de 1933, el Seminario de Zamora celebró un Congreso Eucarístico y, en su segunda Asamblea, el día 22, el Padre Gabriel recitó el bello poema El Cáliz, compuesto por él para aquella ocasión. Al reorganizarse el Seminario y ante la casi total pérdida de la magnifica Biblioteca con que contó el Seminario antes de la Revolución, fue uno de los principales promotores para la fundación y formación de una nueva Biblioteca y, todavía en 1947, enviaba desde México libros, “por conducto del Padre Valencia (Francisco) y para la biblioteca de ese querido Seminario”, sobre todo de los publicados por Ábside.
En cuanto a su amor por Zamora, son muchas las muestras que de él dio, tanto en varios de sus escritos, como en conferencias, bastándonos recordar su poesía a Zamora: “Zamora, plácida luz de mi infancia, / ciudad austera, noble, dulcísima; / sobre tus tejados se yerguen / triunfalmente, tus esbeltas torres.”
El año de 1932, el Padre Gabriel pasó al Seminario de México. Las razones: además de que no pertenecía a esta Diócesis y de México se le reclamaba, debemos agregar el ambiente político de la zona, pues, mientras en otras partes de la República ya había calma, en Michoacán seguía los problemas nacidos del registro de Sacerdotes y de la enseñanza socialista, ordenados por el General Cárdenas. Por otra parte (lo debemos reconocer, sin molestarnos) su visión requería otros horizontes más amplios y donde pudiera trascender mejor su obra.

Alfonso:
Ya veíamos cómo Alfonso fue ordenado Sacerdote en México, comenzando a da clases de Literatura Castellana y de Latín en el Seminario de aquella Arquidiócesis de 1931 a 1933. Al dejar Zamora Gabriel, es invitado por el Señor Fulcheri a prestar sus servicios en la Diócesis y permanece en Zamora de 1933 a 1938. Algunos datos de sus actividades de esos años son los siguientes:
En la Curia, fue Censor de libros y Secretario de la Comisión de la Enseñanza Catequística; siendo aún Minorista, acompaño al Señor Fulcheri a su Visita Pastoral a la Parroquia de Tancítaro.
En el Seminario: fue maestro de Literatura, de Latín, de Filosofía y de Teología. En el Diario del mismo Seminario aparecen, entre otros muchos, estos datos: 3 mayo 1935.- “Ya está formado el Jurado para la premiación de El Misionero: Luis Méndez C. y Alfonso M. Plancarte”. 9 septiembre de 1935 “Debido al paludismo que hace 15 días molesta al Padre Alfonso Méndez, el Sr. Obispo, a petición del Vicerrector, le concedió (al Padre Alfonso), salir a Méjico. Se hizo una combinación de profesores para suplir al Padre en los exámenes”. 2 de noviembre de 1935 “El Padre Alfonso sigue enfermo; su papá pide se le den licencias indefinidas para estar en Méjico. Se le contestó que se le mandará a Uruapan, donde el clima es inmejorable, trayéndonos en su lugar al Padre Escoto”. 25 enero de 1936 “En la capilla episcopal los maestros de Filosofía y Teología hicieron su Profesión de fe: Celestino Fernández, Luis Rentaría, Luis Méndez, Alfonso Méndez y Ramiro Vargas”. 19 de febrero de 1936 “50 aniversario de la coronación de la Virgen de la Esperanza. El Padre Alfonso dio el sermón que, por su unción y entusiasmo, gustó mucho”. El 28 de marzo: va a un paseo a La Palma con los seminaristas. 6 enero de 1937: asiste al Cantamisa del P. Marciano Espinoza a Churintzio. Marzo 1937: prepara la fiesta de Santo Tomás y lo hace con el tema “De Petri Primatus” y un alumno lo expone. 4 de julio de 1937: el Padre Alfonso propone mandar a Las Vegas (Montezuma) 5 latinistas, 5 filósofos y 5 teólogos (propuesta aceptada).
Que el padre Alfonso también amó entrañablemente a Zamora, la ciudad que lo vio nacer, es innegable, sobre todo ante su poema “Romance Viejo de la que ganó a Zamora en una hora”, o su serie “Claros Varones Zamoranos” y otros muchos escritos zamoranos.
Su dolorosa separación del Seminario de Zamora, debida su enfermedad y al inmenso cariño que por esta institución sentía, está plasmada en una serie de cartas que con este motivo envió al Señor Vargas Cacho, Rector del Seminario, en las que derrama todo el sentimiento y el sufrimiento que este hecho le causó.
Por estos pocos datos, vemos cómo efectivamente Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte estuvieron íntimamente ligados con la ciudad, la Diócesis y el Seminario de Zamora.

GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Primera Parte.- Biografía 8.- Anchura y profundidad
JORGE MORENO MENDEZ
Analizando la vida de los Padres Méndez Plancarte, Gabriel y Alfonso, no puede uno menos que admirar y aun asombrarse, literalmente, al medir y comparar su brevedad y la magnitud y profundidad de su obra, tanto en el pensar, como en el actuar: 45 años de vida y muchos menos de ministerio sacerdotal y actuación pública (Gabriel, de 1929, al regresar de sus estudios en Europa, a 1949, cuando acaece su muerte, es decir, escasos 18 años; Alfonso, por su parte, de 1932, fecha de su ordenación sacerdotal, a 1955, año de su muerte, es decir, escasos 23 años). El hombre es lo que piensa y sabemos lo que pensaban los hermanos Méndez Plancarte, con relación a la vida y al empleo que se debe hacer de ella: además de ser un regalo de Dios, la vida es una ocasión, una oportunidad que se nos da para realizar nuestra propia obra de crecimiento y realización y, sobre todo, si se quiere darle pleno sentido y razón, para hacer en ella algo que perdure, trascienda y beneficie a los demás. “la vida vale tanto la pena vivirla, cuanto se emplee en el servicio a los demás”, llegó a decir Alfonso. Bajo esta concepción de la vida y el empleo de su tiempo, pareciera que para los hermanos Méndez Plancarte ni el día tenía 24 horas, ni la semana 7, ni los meses 30, ni los años 365. Vivieron y actuaron tratando de sacarle el jugo, a lo máximo, a tal don y a tal oportunidad. Si para muchos de los humanos el tiempo era oro, para los Padres Méndez Plancarte, con su visión humana y cristiana de la vida y del tiempo que la compone, éste era eternidad, tanto por la trascendencia de su obra entre sus semejantes, como por su repercusión en la Vida Futura, que ellos, por su fe, esperaban.
Para comprobar lo anterior y no “hablar por hablar”, hagamos, por lo pronto, un pequeño repaso o enumeración de los cargos, funciones y ocupaciones que desempeñaron, dejando para más tarde el recuento y un pequeño análisis de sus obras.

Gabriel
Aunque su tiempo disponible de actuación fue menor que el de Alfonso, sin embargo y debido a circunstancias que analizaremos, parece haber sido más amplia y visible que la de éste, sobre todo en cuanto al magisterio y a la pertenencia a diversas instituciones.
Ya veíamos cómo ocupó varias cátedras, como titular, en los Seminarios de México y de Zamora y debemos añadir que fue también, en la Escuela Nacional de Bibliotecarios, maestro de Historia Greco-Romana y de Historia de la Filosofía, de 1946 a 1948; de Latín y de Literatura Hispano-Americana, en el Instituto de Cultura Femenina. Actuó también como Profesor Visitante, constante y trascendente, en San Antonio, Texas, dando clases de Literatura Mexicana; de Literatura Española y Mexicana, en la Universidad de Quebec; en el Colegio de México, sobre los Humanistas Mexicanos del siglo XVII y en la UNAM, sobre el Humanismo en México. En varios Estados de la República y en el extranjero dio conferencias sobre Literatura y sobre el Humanismo.
Fue fundador, director y sostenedor “milagroso” (de 1937 a 1949) de la Revista Ábside (de la que luego hablaremos), dándose tiempo para pertenecer, no sólo de membrete, sino activamente, a las siguientes sociedades e instituciones: Miembro Correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua (fundada por la Real Academia Española el 11 de septiembre de 1875 en México, con la finalidad principal de cuidar la pureza del lenguaje y a la que han pertenecido grandes figuras de las letras mexicanas, como filólogos, poetas, novelistas, filósofos, historiadores y humanistas); Miembro Fundador del Seminario de Cultura Mexicana (institución creada por Decreto Presidencial en México para estimular la ciencia, la filosofía, el arte y la cultura en general); Individuo de Número de la Academia Mexicana de Santa María de Guadalupe (centro de estudios creado para buscar testimonios, hechos y demás que sirvieran para basar las apariciones y el culto de la Virgen de Guadalupe); Miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística (la primera en su género en América, fundada el 18 de abril de 1833 con la finalidad de construir la cartografía de la nueva nación, estudiar sus recursos naturales, su población, desde el punto de vista demográfico, étnico y lingüístico. A esta Sociedad han pertenecido intelectuales destacados, a tal grado que más de 40 de sus miembros están en la Rotonda de los Hombres Ilustres y el nombre de 8 de ellos están inscritos en oro en la Cámara de Diputados); Miembro Fundador de la Sociedad de Estudios Históricos Franciscanos.
Otras actividades: Colaborador del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Miembro de la Academia de Historia Franciscana Americana de Washington, Colaborador de Ábside, de Novedades, de Filosofía y Letras, de la Gaceta del Arzobispado de México, de nuestro periódico, decano en nuestra región, El Misionero.

Alfonso
También para Alfonso “Dios escribe derecho con renglones torcidos” y así lo reconoció, experimentó y vivió sus consecuencias, plena y aun alegremente, ya que, debido a cierta enfermedad, tuvo que abandonar toda actividad, sacerdotal, magisterial o de cualquiera otra índole, que le obligara a hacer uso de la palabra. Ya desde sus estudios en Roma y después de haber sufrido dolencias en uno de sus oídos y haber sido intervenido quirúrgicamente de él, como veíamos, tuvo que regresar a México, debido a su precaria salud. Nada tiene pues de raro que, con el excesivo trabajo y su carácter sensible, haya llegado a tal extremo de perder la voz y tener que abandonar algo que amaba con pasión: la enseñanza y la predicación. Pero, ante este hecho, el Padre Alfonso Méndez Plancarte no se “amilanó”, ni se traumó, sintiéndose un inválido (su oído, su ojo y su voz le fallaron), ya que cuando hay convicciones, metas, voluntad y fe (como las había en él), no existen los obstáculos para conseguir un objetivo, pues se buscan otras puertas, cuando se cierran algunas. No se refugió en la inactividad, ni se convirtió en un ser amargado y quejumbroso, sino que se dedicó, en cuerpo, alma y con pasión, a la investigación y a la promoción de sus resultados, extensos y profundos.
El proceso de esta dolorosa situación del Padre Alfonso lo podemos seguir a través de la serie de cartas que envió al Señor Vargas Cacho, Rector del Seminario de Zamora, mientras transcurría su tiempo entre médicos en México y sus clases en Zamora. Me permito transcribir algunos pequeños párrafos: Abril 13 de 1934: “Estoy enfermo desde que llegué a ésta y en cama hace ya como 15 días, sin que la calentura me deje”. Abril 24 de 1934: “Voy ya muy mejorado, aunque todavía me queda un paludismito y si me voy con él, dice el Dr. que allá se me hará un paludismote”. Octubre 28 de 1938, en carta del Sr. Martínez Silva: “…sé que Alfonso Méndez Plancarte está muy agotado del cerebro y que le prescriben los médicos reposo completo”. Y, finalmente, en diciembre 3 de 1938:” …aquella enfermedad de las cuerdas bucales que desde hace un año tengo, me va a detener algún tiempo en ésta… los médicos que ahora he visto ( y que ahora me dicen que mi mal no es de carácter palúdico, sino manifestación de una debilidad general de todo mi sistema nervioso”. Agosto 4 de 1939: “ que el Sagrado Corazón me conceda el poder regresar a mis clases… parece que está bien claro que mi mal es de origen nervioso”. Pero no olvida su Seminario: “desde que me vine, no he dejado ni un solo día de hacer un memento especial por mi Seminario, su Rector, Profesores y alumnos y porque pronto pueda ya volver a mi lugarcito en él, si es para la mayor gloria de Dios” . Pero Dios determinó que se quedase en México.
Dejando a un lado, por lo pronto, su labor de investigador, podemos enunciar algunas de sus actividades, además de las ya señaladas como maestro también en los Seminarios de México y de Zamora: Canónigo Honorario de la Basílica de Guadalupe; Director de la Gaceta del Arzobispado de México; Colaborador asiduo de Ábside y Director de dicha Revista, a la muerte de su hermano Gabriel y hasta la propia; Colaborador semanal de El Universal; Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Academia Histórica de Santa María de Guadalupe, etc.
A nosotros nos falta tiempo y espacio para hablar más de las actividades de los Padres Méndez Plancarte. A ellos les faltó vida para ensanchar y profundizar más su actividad y su obra en todos los caminos en que anduvieron y cuánto más lo hubieran hecho, si hubiesen vivido más tiempo para ampliar tal anchura y profundidad…

(Pie de imagen)
Recepción del P. Alfonso en la Academia Mexicana de la Lengua, el 24 de enero de 1954.

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Primera Parte.- Biografía
9.- Los hermanos Plancarte y la muerte
JORGE MORENO MENDEZ
La muerte ante los Padres Méndez Plancarte
Apuntábamos anteriormente que, según el concepto que de las cosas tenemos, así es nuestra reacción y acción ante ellas. Los hermanos Méndez Plancarte vivieron y emplearon su tiempo de acuerdo a la concepción que de la vida y del tiempo tuvieron y lo mismo podemos decir de ellos con respecto a la muerte. La actitud conceptual y vivencial de ambos hermanos (también en esto, no sólo almas gemelas, sino idénticas) ante este hecho universal e ineludible que es la muerte, es para algunos, interesante; para otros, incomprensible y, para otros pocos, inadmisible. Pero conociendo lo que ambos pensaban de ella y, sabedores también, de su autenticidad y correspondencia entre su pensar y actuar, nos podemos explicar completamente su comportamiento ante su propia muerte. Para Gabriel y para Alfonso, conocedores a fondo del pensamiento de los grandes escritores griegos y latinos, su “Non omnis moriar…” (“No moriré del todo”) o su “exegi monumentum perennem erius…” (“levantaré un monumento eterno”) eran una realidad y una convicción, que no se reducían al sólo pensamiento pagano, sino que, transformadas, enriquecidas y sobrenaturalizadas con la realidad y la convicción cristianas que ellos compartían, la muerte (como lo apunta el Padre Octaviano Valdés, amigo entrañable de ambos) viene a dar madurez a la vida si nos acercamos a ella con la única y auténtica sabiduría que es saber morir en la gracia de Dios…”, pues, entonces, la muerte viene a ser la puerta, el inicio de una glorificación eterna.
Ambos presintieron su muerte y ambos la esperaron “a lo cristiano”: sin angustias, ni aspavientos, sino con serenidad, con valentía, con convicción plena de que es algo inherente a la condición humana y que es el término de lo que alcanzamos a ser y a hacer y el inicio de lo que corresponderá a ese ser y a ese hacer. Gabriel, lo expresó en varias ocasiones y lo manifestó en su Meditación en Chapala: “Mas para llegar a ese Dios, es menester pasar por el oscuro túnel de la muerte (¡oh, el trágico “hoyo negro” de misterio y de sombras!). El “hoyo negro” donde no se respira ni se oye; donde mi piel se deshará en cenizas, impotente para vibrar con la caricia diáfana1”. O bien: “¿Por qué, Señor, muere la tarde? / ¿Por qué, Dios mío, muere el hombre? / ¿Por qué, Señor, la belleza muere?” Y él mismo se responde, con sus versos y con su muerte propia: “Porque sólo Tú eres Hermosura sin oriente y sin ocaso, / sólo Tú tienes el secreto de la eternidad inmutable”. Y hacia esa Hermosura y hacia esa eternidad inmutable partió, sin temor ni sobresalto… En cuanto a Alfonso, podemos decir casi lo mismo, pues también presintió su muerte y lo escribió y lo dijo: “Los Méndez Plancarte mueren a los cuarenta y cinco; ya me voy acercando y debo irme preparando”. En efecto, sus hermanos Perfecto y Gabriel se habían marchado a esa edad y “con su lógica de locomotora, Alfonso comenzó a prepararse a morir”. Ante la muerte, los hermanos Méndez Plancarte, también se comportaron “gemelos”: Gabriel, “presintiendo su corta vida, aceleró su obra, para ganarle tiempo a la muerte”. Alfonso, manifestando (recordando la Eneida) que “la inminencia de la noche se convierte no en un estimulo a la postración, sino en un apremio para seguir el camino con un ritmo más veloz y dar cima a la obra iniciada”.

Gabriel en su muerte
16 de diciembre de 1949. El fruto estaba maduro y el Dueño de la viña decidió cortarlo y recogerlo. Gabriel murió desempeñando un encargo sencillo y humilde, pero realizado con todo el amor y el cariño que por la ciudad y la Diócesis de Zamora bullía en su pecho. Desde la muerte de su padre, Don Perfecto, había recogido la estafeta para organizar la fiesta que, cada año, el Obispo de Zamora y muchos de sus feligreses de toda la Diócesis celebraban en la Basílica en honor de la Virgen de Guadalupe. Con la colaboración de otros zamoranos residentes en la ciudad de México, el Padre Gabriel y a petición del Señor Anaya, Obispo de Zamora, se encargaba de la organización de aquella peregrinación, consiguiendo descuentos en los precios del pasaje del ferrocarril, mandando imprimir, membretando y repartiendo las invitaciones entre los zamoranos de México, poniendo anuncios en El Universal y en el Excélsior, etc. etc. y todavía, después de todo aquel trabajo, le daba las gracias al Obispo por “concederle el honor de desempeñar aquella labor”… Etiquetando aquellas invitaciones y después de haber llegado de celebrar Misa y desayunar, le sobrevino un ataque al corazón y no volvió más… “Cayó como cae el soldado en el campo de batalla, con las armas en la mano. Como el sembrador al ir sembrando el surco”, escribiría el Padre jesuita José A. Romero. “Murió cristianamente, no con el temor al infierno, sino esperó ceñidos los lomos y la antorcha ardiendo en la mano”, diría también Gómez Robledo. Y el Padre Manuel Ponce escribiría su poema Velando tu cadáver…: “Morirse no es quedarse donde estás, / Gabriel, y ya no estás donde te ves; / ya queda todo atrás / y son dos avenidas tus dos pies. // Morirse no es dudarse de que estás / en una dulce forma de ciprés / que se mece al compás / de airecillos, sin antes ni después.// Morirse no es quedarse como estás, / Gabriel, y no estás como te ves: / la cara que nos das / es el lado incoloro del revés. // Morirse es dónde, cuándo y cómo estás, / Gabriel, y -como ves- / es ir disimulando que te vas / y no dejar de ser lo que se es”.
Su sepelio, una apoteosis, como lo describió el periódico Novedades, pero una apoteosis dolorosa.

Alfonso en su muerte
8 de febrero de 1955. Otro fruto maduro y otro corte y otra recogida… Alfonso Méndez Plancarte también se va, con una preparación larga y cuidadosa, “pero con una ejecución rápida y limpia”, como tajo de hacha… Aún olían a nuevo y a limpio en el ropero de la casona de Fresno sus hábitos de Canónigo de la Basílica de Guadalupe y, en un lado, sobre su escritorio y en la misma casona, quedaba terminado su discurso para ser pronunciado por su tocayo y amigo, Alfonso Junco (hacía tiempo que él no podía hablar), en la Academia de la Lengua en el ingreso a ella de Francisco González Guerrero… En el otro lado del mismo escritorio “La Virgen de Fátima” de Walsh que estaba leyendo antes de irse a Tlalpan a hacer sus ejercicios espirituales. Era el segundo día de aquellos ejercicios y, después de haber meditado, un día antes, sobre el férreo, pétreo y contundente, por sus consecuencias, Principio y Fundamente cristiano e ignaciano: “El hombre es creado por Dios para amarlo, servirlo y, mediante esto, salvar su alma”, ese día, los ejercitantes habían meditado sobre la muerte, meditación a la que Alfonso recurría frecuentemente. De repente (y no ciertamente como consecuencia de tal tema, sino porque el Señor lo necesitaba) el Padre Alfonso se sintió terriblemente enfermo y, atento al aviso, pidió que le administraran la Confesión y la Extremaunción. El final y el inicio se acercaban… Su lucidez, su sosiego, su “genio y figura” salieron a flote: a los compañeros Sacerdotes que asistían con él a aquellos ejercicios les dice: “Para que mediten bien sobre la muerte, hoy van a tener un muerto de bulto”. Y cuando el Padre Glennie, asustado y nervioso, lo comienza a ungir, comenzando por las palmas de las manos, surge el crítico: “Acuérdese, Padre, que a los Sacerdotes se nos pone el óleo en el dorso y no en la palma de la mano”. A las dos horas, el Padre Alfonso moría, en paz y tranquilidad, confiando en la misericordia y en la justicia de su Dios. Y ahí quedó su cuerpo, “cadáver, noble la gran cabeza de prematura nieve, apenas blancas sus mejillas, pacífico y casi dulce el semblante, revestido de albos ornamentos sacerdotales, bordados de rosas”.
Su sepelio no fue tan “sonado” como el de Gabriel, pero no moriría del todo y también levantaría un monumento eterno con su vida, su obra y su muerte.
(Pies de imagen Academia)
El Seminario de Zamora ponía “una rosa de fuego en el mármol inerte de sus manos”.
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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Sabado, 16.05.2009, 08:02pm (GMT-5)

Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
1. Gabriel y Alfonso, Maestros
La personalidad

Nuestro Yo, individual, indivisible y único, es decir, nuestra personalidad, es la suma o el producto de fechas y sucesos que componen nuestra vida y que, juntamente con las disposiciones internas y distintas que se van formando en cada uno de nosotros, hacen que pensemos, sintamos y actuemos de una manera permanente, especial y personal. El ser de cada uno de nosotros se integra por nuestro existir, nuestro pensar y nuestro hacer y todo lo realizado en nuestras vidas en los distintos planos (material, intelectual, espiritual, etc.) responde a esos tres componentes. Podemos compararnos (mutatis mutandis) a una partitura musical: un pentagrama con sus líneas, llaves, notas y demás símbolos, comunes a toda obra musical (nuestro nacimiento, las circunstancias generales y comunes a todo individuo y el fin de nuestro ciclo vital); la colocación, el acomodo y la combinación de todo ello (la formación, educación y el cultivo de nosotros mismos) que, según su acierto o desacierto, puede producir una estridencia o una bella sinfonía (nuestro obrar).
Todo esto lo podemos aplicar a los Padres Méndez Plancarte y, en esa aplicación, elaborar un plan para poder seguir hablando de ellos en esta modesta serie de artículos que solamente intentan compartir, con quienes los lean, un poco de información acerca de estos dos hermanos de los que todavía se puede y se debe decir mucho. Hemos visto hasta ahora algunos datos referentes a la biografía de Gabriel y de Alfonso Méndez Plancarte y quisiera, en esta segunda parte, analizar algunos rasgos de la personalidad de ambos, personalidad que se manifestó a través de las diversas funciones que desempeñaron en el transcurso de su vida. Pero no lo haré, ciertamente, basándome en los conocimientos que de ellos tengo, sino en los testimonios de personajes que los trataron y conocieron muy de cerca, teniendo, con ello, la garantía de la validez y objetividad de tales juicios. Para mayor brevedad y mejor orden, seguiré hablando de ambos hermanos juntamente, ya que, en el desempeño de tales funciones, también fueron gemelos y hubo una similitud asombrosa, como lo veremos.
El maestro Gabriel
Maestro (del latín, magíster=el que enseña) es aquella persona a la que se le reconoce una habilidad extraordinaria en un área determinada del saber humano y que tiene capacidad de compartir sus conocimientos con otras personas. Es una doble realidad la que debe envolver la función de quien se dice o es llamado maestro: la posesión de conocimientos, más allá de lo normal y lo general, en alguna ciencia o arte y la capacidad para trasmitir dichos conocimientos a quienes se declaran sus discípulos (discípulus=el que aprende). El magisterio es una vocación y una misión que está muy por encima de otras muchas, ya que significa el progreso del individuo y, con él, el de la humanidad, a través de la entrega generosa y total de aquellos que se deciden por ella, entregando, juntamente con su saber, su vivir y no solamente (como muchas veces sucede) migajas de conocimientos que apenas poseen y con la única intención de ganar dinero para subsistir. Gabriel y Alfonso fueron maestros en toda la extensión de la palabra y llenando todo el contenido de su verdadero y profundo significado y toda la finalidad de tal misión.
Gabriel Méndez Plancarte, según los testimonios de los que lo conocieron ocupando cátedras en los Seminarios de Zamora y de México, así como de la UNAM y otras instituciones educativas, fue un verdadero maestro. En la imposibilidad de transcribir todos esos testimonios, me permito presentar algunos:
En el Diario del Seminario de Zamora existen varios testimonios del acierto con que el Padre Gabriel ocupó y desempeño las cátedras de Literatura Latina, de Literatura Castellana, de Filosofía y de Teología, en las que exponía sus materias con claridad y despertaba en los alumnos el interés por ellas y los inducía y aun obligaba a profundizar en ellas.
Emilio Abreu Gómez escribió, entre otras cosas, de Gabriel Maestro: “Maestro sincero e inteligente… lo mucho que sabía, lo mucho que sentía, no le sirvieron para juzgar y menos para condenar al inculto o al malvado. Le sirvieron tales armas para iluminar y para despertar corazones… Corregía elogiando, enseñaba bendiciendo y exaltaba con humilde entusiasmo… No ahondó pozos de erudición, sino abrió vetas de preciosos metales o descubrió cauces de ríos ocultos, transparentes y de musical contenido… para los demás”
Su condiscípulo, su amigo y compañero de ministerio Sacerdotal, el Padre Octaviano Valdés, mucho escribió del Padre Gabriel, también como Maestro, y, desde luego, con mucho conocimiento directo. Una muestra: “Una de sus características fue su inquietud y curiosidad intelectual y humana, que lo impulsaron siempre a preocuparse de las ideas y problemas de su ambiente, circundante y de su hora… Se enriqueció con el pensamiento nutricio de la catolicidad y la veneración a la Cátedra de San Pedro y con los literatos y pensadores…” “Filosofía, Teología, Historia, Arte, Poesía, Sociología… todo le interesaba” y no para sí, sino para compartirlo con los demás y de una manera adecuada y eficiente: “Su palabra clara y profunda en Zamora y en México (en los Seminarios), iluminó la mente de muchos corazones sacerdotales y de otros que salidos de esas casas, desempeñan con honor cátedras seculares…” “No se concretaba a exponer una lección para que el alumno la repitiera en el examen. Despertaba en los alumnos la curiosidad intelectual con el apetito de la lectura, estimulándolos y orientándolos…” “No usó la inteligencia para demostrar que la tenía… sin alardes vanidosos, exponía sus ideas con llaneza y sencillez y si, a veces, se apasionaba, su pasión era la pasión por la verdad, aunque, como ser humano, acaso en tal o cual ocasión no la poseyera”.
En cuanto a Alfonso, podemos señalar que fue menos maestro que Gabriel, pero sólo en cuanto al tiempo (debido a su pérdida del habla y su dedicación a la investigación), ya que en cuanto a su intensidad y dedicación no le fue a la zaga. Ya veíamos también lo consignado en el Diario del Seminario de Zamora acerca de sus clases de Literatura, de Latín, de Filosofía y de Teología, siendo la pasión y dedicación por esta última cátedra las que, de alguna manera, influyeron terminantemente en su enfermedad.
Antonio Brambila, amigo y colega de Alfonso, así lo describía como Maestro: “Seguro y objetivo, le preocupaba decir algo que no pudiese probar con razonamiento analítico o con argumentación erudita”. “Su humorismo, mezclado con la altura y la seriedad de sus materias, hacía más receptivos e interesados a los alumnos en sus exposiciones”.
Angel María Garibay K. (otro sabio para quien el México intelectual está en deuda) escribía de Alfonso Maestro, utilizando sus propios textos: “Su tratado de métrica queda en sus papeles y es una obra definitiva; no debe desaparecer… es la más completa que se haya escrito en nuestra lengua…” “Sus Manuales de Historia de la Literatura Mejicana nos hablan de la existencia de una poesía Mejicana en los 3 siglos negros de la demagogia antihispana”.
Y el mismo Padre Octaviano Valdés, con conocimiento de causa, comentaba de Alfonso, Maestro de Teología en el Seminario de Zamora: “La enseñanza de la Teología fue en parte la causa de su enfermedad del defecto de la palabra…” ya que “los conflictos entre su aguda claridad y la limitación de los vocablos, provocados por el afán de precisión que tenía, repercutieron en su salud”. Tales conflictos sólo pueden existir en los verdaderos Maestros.
pie
Gabriel y Alfonso llenaron plenamente el concepto de verdaderos maestros.
Jorge Moreno Méndez
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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
2. Gabriel y Alfonso, Poetas
La poesía y los poetas
La poesía (de un verbo griego que significa crear) es una de las formas inventadas por el ser humano para expresar, de una manera muy especial, sus emociones, ideas y sentimientos. Efectivamente, en este modo de comunicarse con los demás, el poeta, el que hace poesía, se sirve del sonido musical del lenguaje, del ritmo, de las imágenes y del acomodo de las palabras, para mostrar artísticamente a los demás su yo íntimo, el fruto de su imaginación, su realidad espiritual (a veces más allá del mismo arte), bajo el signo del arrobo y de la ensoñación y en busca de la belleza. Quizás para algunos y en nuestros tiempos, el concepto de poesía haya cambiado un poco o un mucho, pero creo que, en general sigue vigente el aquí descrito y, aunque así no lo fuera, debemos tener en cuenta que, para los hermanos Méndez Plancarte y sus contemporáneos, era válido el tal concepto. La poesía viene a ser trasunto de la personalidad del poeta que, traicionado por la sensibilidad y el éxtasis, derrama en su poesía su subconsciente, revestido por la belleza de la palabra, por el ritmo y la musicalidad de sus frases, elevadas a otro plano, creado por él mismo.
Por otra parte, debemos señalar que tal forma de comunicación humana ha sido, es y será algo universal y de todos los tiempos, ya que los temas de la misma son comunes a todo ser humano: sucesos históricos o legendarios; sueños, deseos e ilusiones; amor, odio y desesperanza; heroicidad y patriotismo, etc. En este sentido, Gabriel y Alfonso fueron verdaderos poetas, pudiendo añadir que su poesía, sublimada por su religiosidad y misticismo (nacidos de sus creencias cristianas y de su sacerdocio), tiene tintes especiales por su contacto obligado con lo divino, lo verdadero y la belleza, que es Dios, Verdad y Belleza infinita. Por eso, si decimos que podemos conocer mucho de la personalidad de todo poeta, a través de su obra, mucho podemos conocer de la personalidad de ellos, leyendo sus poesías. Sin hacer un análisis de la poesía, tanto de Gabriel, como de Alfonso, sólo presentamos algunos juicios de quienes los conocieron y conocieron su poesía.

Gabriel y su “poesía entusiasta y audaz”
De Gabriel y su obra poética, podemos recordar lo siguiente: Gabriela Mistral escribió: “Fue lo suyo vivir la poesía como un estado y no como un ejercicio sensual y ocioso. Su sacerdocio veteaba su poesía, no dejaba de ser poeta ni en el púlpito, ni en la cátedra, ni en la charla…” Gonzalo Guerrero: en sus poemas “había gala de entusiasmo y de audacia en el ímpetu del vuelo… Ambos (Gabriel y Alfonso) cantaron acontecimientos universales, pero también fastos del ámbito familiar, lugares patrios, chicos y grandes”. Gabriel, por ejemplo, le cantó a su tierra Zamora, a Chapala y a Acapulco y, al hacerlo, “su éxtasis ante la belleza del paisaje se interrumpe para remontarse al autor de la Belleza o a la Belleza en sí”. Don Nemesio García Naranjo: “…su versos se deslizaban quietamente como los ríos que corren en terreno poco accidentado, sin hacer el escándalo de la catarata ruidosa…nunca se vieron en sus rimas los epítetos altisonantes, ni los símiles de sorpresa, ni las metáforas dislocadas. Su musa no empleó nunca ni el albayalde, ni el colorete para seducir, y por lo mismo, fue el polo opuesto del escritor de modas…porque no hay en su poesía la pedantería intolerable en la que se hunden los poetas mediocres, para esconder su pobreza mental, dentro de un vocabulario ampuloso y hueco”. Eduardo Olmedo Cotilla: “Su obra poética es fina, rica, variada. Mientras estudiaba en la Universidad Gregoriana de Roma, solía enviar poesías de su cosecha al señor su padre, el Licenciado Perfecto Méndez Padilla. Un buen día, este sorprendió a Gabriel con la publicación de algunos de esos poemas, bajo el título de Primicias…” Finalmente, Manuel Rangel Camacho: “Poeta, descolló como nadie en la creación de Odas extraordinariamente bellas, exquisitas al paladar más delicado. Sus Salmos, rebosantes del divino perfume que respiran los inspirados cantos del profeta rey han introducido una corriente vivificadora y dulcísima en nuestra poesía. Manejaba todas las medidas métricas con sobria elegancia y envidiable y casi insuperable perfección”.
Una ínfima muestra de la poesía de Gabriel en Las montañas evangélicas: “En la alta noche luminosa, / dialogan las montañas Evangélicas, / y en sus voces augustas palpita la nostalgia /como temblante flecha / clavada en sus entrañas de granito/ y en sus flancos de piedra. Y van sus voces en la noche, /sobre las llanuras galileas, / sobre las tierras samaritanas, / sobre los valles de Judea, / sobre toda la Palestina, / sobre la tierra milenaria de la Promesa”

Alfonso, “poeta notable”
Quizás pudiéramos decir que la producción poética de Alfonso fue menos copiosa que la de Gabriel, pero no que este fuera menos poeta que aquel. Tal hecho se debió a que Alfonso, a raíz de su enfermedad, de su separación total de la cátedra y del púlpito, se dedicó, con apasionamiento y de tiempo completo, a la investigación, dejando poco tiempo para dedicarlo a la poesía. Pero es innegable y lógico que, quien buscó, encontró, leyó, saboreó y criticó la obra de grandes poetas, tuvo que empaparse de poesía. Amado Nervo, Rubén Darío, Díaz Mirón y el gran número de Poetas Novohispanos con los que convivió y en los que profundizó Alfonso, para poder ser objetos de sus acertadas críticas y exhaustivos análisis, tuvieron que tener por digno crítico y analista a un poeta, para poder ser comprendidos e interpretados. Además, en la enorme obra de traducción que Alfonso realizó de los distintos poetas de otras lenguas, se puede apreciar la excelente poesía de éste, aupada a la de aquellos, porque se necesita ser verdadero poeta para entender y comunicar la poesía de alguien que la escribió en otro idioma.
También los siguientes testimonios al respecto. Octaviano Valdés: “Como Gabriel, Alfonso tenía apetito, hambre y sed de belleza y la volcó y la comunicó en su poesía”. Antonio Brambila: “Como la joya preciosa que trabaja con cuidado el artífice para luego ofrecerla como obsequio afectuoso, así es la poesía de Alfonso”. Don Angel Ma. Garibay: “Un tratado de métrica que apenas dio sorbos a gustar a otros… La hondura de su comprensión del ritmo en su alma tenía algo de extraordinario… Sabía las reglas y las aplicaba, unidas a la inspiración y al sentimiento… no se encerró en el barroquismo de nuestros siglos dorados, sino que tuvo ojos para los modernos y corazón para los antiguos”. Antonio Peñaloza lo llamaba “Poeta noble”. Podemos conocer un poco del poeta Alfonso Méndez Plancarte, leyendo su Romance viejo de la que ganó a Zamora en una hora, que fue compuesto en 1950, con ocasión de la celebración del Centenario de la elección de la Inmaculada Concepción, en el cólera de 1850 y que fue declamado por el recién nombrado Canónigo Francisco Valencia Ayala: En el Preludio “¡Oh, la terrible urgencia de cantar, /cuando el alma quisiera nada más sollozar/ sola y lejos, a orillas de un negro y ronco mar! Mas la ciudad materna nos convoca/ y nos mete sus júbilos en la reseca boca/ y no hay sino que cumplir lo que nos toca”. Y ya en el Romance: “Zamora, la bien cercada/ fuerte es, a maravilla; / que Duero la cerca al pie, / ya la Beata y la Beatilla, / y hombres buenos siempre ha habido / para guardarla y servirla”
Gabriel y Alfonso, poetas, con ritmo, música y sentimiento, supieron comunicarnos lo nuestro, lo sublime y lo bello.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Domingo, 31.05.2009, 08:59am (GMT-5)
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
3. Gabriel y Alfonso incursionando en la historia

Tal vez algunos de los lectores de estas sencillas páginas sobre los hermanos Méndez Plancarte se sientan ya fastidiados del tema y de la forma de tratarlo, pero espero que haya uno que otro que siga interesado en conocer un poco más de estos personajes y sepan comprender que intento, de la manera en que lo hago, valerme de su actuación en cada uno de los renglones en que se desarrollaron, para hacer posible el adentrarnos un poco en su personalidad y manera de ser, ya que nuestro hacer y la forma en que lo realizamos es un trasunto de lo que pensamos y de lo que somos. Por tal motivo, me permito continuar analizando todavía algunas facetas más de las actividades realizadas por los Padre Méndez Plancarte, esperando, no sólo conocerlos un poco más, sino que tal conocimiento nos sirva en nuestras propias vidas.

La historia como búsqueda y propuesta de la verdad
Una de las ciencias más apasionantes en sí y que además despierta pasión entre los que la escriben y los que la leen es, sin duda, la historia, que no es otra cosa que el conocimiento y el estudio del pasado de la humanidad, valiéndose de varias disciplinas que permitan a quien realiza tal estudio obtener, procesar, interpretar y comunicar dicho pasado. La materia prima del historiador (que es el que escribe la historia, no el que la hace) son los documentos y las tradiciones que él debe analizar (la palabra griega significa investigación e información) para conocer objetivamente los hechos acaecidos en el pasado de la humanidad, utilizando métodos y técnicas que lo lleven a explicarse y a explicar el cómo, en qué contexto, el por qué y el para qué sucedieron tales hechos. En pocas palabras la labor, la obligación de todo historiador que se precie de serlo verdaderamente, consiste en buscar la verdad en los acontecimientos humanos y mostrar esa verdad, interpretándola no de manera personal, visceral y subjetiva, sino de acuerdo al análisis mencionado, sin dejar de admitir que puede ser influenciado de alguna manera por sus propios sentimientos e ideas. La labor del historiador es de suma importancia para la sociedad presente y futura, por la trascendencia que tiene en la cultura y en los conocimientos humanos, que, a su vez, son trascendentes en el desarrollo y progreso del hombre. De ahí la grave responsabilidad de quien se dedica a escribir la historia de buscar la verdad y de trasmitirla honestamente.
Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte no fueron, desde luego, grandes historiadores, ni lo pretendieron ser, pero sí fueron amantes de la historia y obligados, por su trabajo cultural y humanístico, a investigar, interpretar y comunicar la verdad en los acontecimientos humanos que tuvieron que manejar. Persiguiendo tal finalidad, los vemos ir por las librerías del centro de la ciudad de México (sobre todo por las de libros usados y viejos) encontrando algunos verdaderos tesoros para la historia; o bien, podemos decir que varias bibliotecas y archivos varios, supieron del interés, de la búsqueda y del manejo por parte de los hermanos Méndez Plancarte, de libros y documentos a los que se les hacía poco caso. Si en la poesía, Gabriel y Alfonso buscaron la belleza que conduce a la Belleza Infinita, en la historia buscaron la verdad para llegar a la Verdad Absoluta.

Gabriel y sus ensayos históricos
Si analizamos la obra de Gabriel Méndez Plancarte, nos podemos dar cuenta de que, para llevarla a cabo en la profunda y concienzuda forma en que la hizo, tuvo que ser historiador o recurrir honestamente a la historia. Por ejemplo: para “Horacio en México”, se vio obligado a tener una idea clara de quién había sido Quinto Horacio Flaco, amigo de Virgilio y de Mecenas y gran protegido del emperador Augusto y del ambiente que lo rodeó y motivó su poesía; para “Humanistas del siglo XVIII” tuvo que conocer la historia de “aquellos jesuitas mexicanos que, desterrados a Italia en 1767, difundieron en Europa el esplendor intelectual autóctono” y para “Humanismo Mexicano del siglo XVI”, se vio precisado a conocer, no sólo la biografía de todos ellos, sino las circunstancias y el ambiente que los rodeo; para “Don Guillén de Lamport y su regio salterio” tuvo que investigar y conocer la vida y la obra de este personaje, (“uno de los aventureros más agitados de nuestro siglo XVII”), su quema por parte de la Inquisición, después de haber sido aprehendido, por pretender nombrarse “rey de la America Citerior y Emperador de los Mexicanos”. Y pudo darse cuenta Gabriel, por los manuscritos de Don Guillén que tenía preparada la abolición de los negros de África; para “Francisco Javier Alegre, un gran teólogo” indagó que la historia de este ilustre veracruzano, jesuita, erudito y escritor, su expulsión de America y su instalación en Bolonia, etc.
Don Antonio Acevedo Escobedo, con relación al ensayo que de “Hidalgo, Reformador intelectual” hizo Gabriel, dice lo siguiente: “Pasiones sectarias que al paso de los años no dan traza de asentarse, han originado en nuestro medio que al forjador de nuestra independencia mexicana se le juzgue desde extremos inconciliables: o monstruo detestable o héroe inmaculado… El Dr. Méndez Plancarte, con equilibrado respeto a su figura, ahonda en las fuentes de la cultura de Hidalgo y pone de relieve el casi desconocido alcance civilizador de sus ideas”.

Alfonso y sus biografías
Quizás, por su enfermedad y por las circunstancias (como ya lo hemos dicho), la obra de Alfonso más directamente conectada con lo histórico, pudiera considerarse más extensa y más científica, como lo podemos constatar al recorrer brevemente esta faceta del menor de los Plancarte: en sus estudios de poetas (Amado Nervo, Sor Juana Inés de la Cruz, Rubén Darío, Poetas Novohispanos, Gómez de Orozco, León Marchante, Díaz Mirón, etc.) nos da datos biográficos y aun anecdóticos de todos ellos, cosa que no hubiera podido hacer si no se hubiese dedicado con responsabilidad y vehemencia (como solía hacerlo en todo lo emprendido por él) a investigar tales datos y anécdotas y a ubicar en el marco histórico la obra de todos.
Mención especial merecen algunas biografías escritas por Alfonso, no solamente por la importancia de los personajes, que, haciendo a un lado el que hayan sido sus parientes suyos, fueron hombres que realmente trascendieron en la sociedad y en los medios en que se desenvolvieron. Por ejemplo:
“El Buen Beneficiado Pedro Plancarte” es la publicación de la copia de un documento escrito en 1627 sobre el Cura de Capacuaro del jesuita Francisco Ramírez, copia que el Arzobispo de Monterrey dejó “a su primo hermano y tío nuestro, el Cango. Lic. D. Rafael Plancarte Igartúa” y que, luego paró en las manos de Alfonso quien hizo de tal documento un excelente Estudio y añadió innumerables y valiosas Notas, cosa que muestra su capacidad de historiador.
Lo mismo podemos decir del Estudio y la Selección que hizo sobre Fray José Antonio Plancarte que fue, según el decir de cronistas franciscanos, “uno de los más brillantes ornamentos de la Provincia, tanto por su constante ejemplar virtud, como por su vastísima literatura y genio de Ángel”. No se mostró menos historiador Alfonso al escribir la “Vida del Padre Antonio Plancarte Labastida”, aunque pudiéramos admitir que, quizás, se dejó llevar un poco por “la cercanía de la sangre”.
Finalmente y, aunque con brevedad, pero con gran acierto y fundamentos históricos, Alfonso escribió sus “Claros varones de Zamora”, en donde nos recrea a todos y llena de orgullo a los zamoranos, presentándonos la biografía de varios y egregios personajes zamoranos. Su ensayo sobre “la Excomunión de Hidalgo ante la historia y los cánones” es otra prueba de lo que venimos afirmando.
Alfonso, como lo veremos y como nos dice uno de sus amigos, “fue sumamente duro en sus críticas, pero tal dureza no la aplicaba a los demás sin haberla aplicado a sus propios trabajos de investigación, comenzando por los históricos”.
Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Domingo, 07.06.2009, 10:50am (GMT-5)

Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
4.- La mexicanidad de los hermanos Méndez Plancarte

Identidad perdida
Uno de los problemas principales de nuestra época (sin negar su existencia en tiempos pasados, pero sí afirmando su exagerado crecimiento en los presentes) es, sin duda, la pérdida de identidad, no solamente como humanidad, como nación, como región, como raza, sino como individuos, pertenecientes a tal o cual grupo o profesión. Efectivamente, partiendo de que la identidad, en general, consiste en “un conjunto de caracteres o circunstancias que hacen que alguien o algo sea reconocido, sin posibilidad de confundirse con otro” y que la identidad personal, grupal y territorial no es otra cosa que la conciencia, profunda y bien definida, que cada uno debemos tener acerca de nuestra pertenencia a tal o cual grupo, conciencia que, para ser nosotros mismos y no otros (lo que equivaldría a no ser, prácticamente, nadie), debe manifestarse tanto en nuestra manera de concebir las cosas, como en nuestra forma de actuar y de tener una postura valorativa, determinada y bien definida. A fuer de sinceros, debemos reconocer que un factor importante e influyente en los grandes o pequeños fracasos que tenemos, como nación, como grupo o como persona, es sin duda el haber perdido, muchas veces, nuestra identidad. Y esto lo vemos (si es que queremos verlo) en el Sacerdote, en el maestro, en el político, en el funcionario, en el indígena, etc., que, si se olvidan de quiénes son, de cómo deben actuar y de cuál es su verdadera razón de ser y su destino, son individuos y grupos amorfos, sin concepción exacta de las cosas, de los valores y de aquello que lo hace ser lo que debe ser.
Identidad mexicana
Aplicándonos estos conceptos y definiciones a nosotros mismos como nación, como mexicanos, podemos darnos cuenta de que nuestra identidad, como tales, no está del todo bien definida en la mayoría de nosotros, con las consecuencias que, en el ámbito social y personal repercuten en esta realidad. Sabemos que cada nación tiene una historia que debe producir en aquellos que la integran una necesidad natural, por su origen, sucesos, convivencia, etc., de unirse, de conocerse y de sentirse honrados y orgullosos del pasado bueno y reconocer y dolerse del pasado malo. Sin exagerar, podemos afirmar que México tiene una historia rica, fabulosa y bella: una historia y una cultura autóctona milenaria, un encuentro (hecho consumado y que no podemos borrar de esa historia) entre esos pueblos prehispánicos y el español, una independencia y un movimiento social armado que, con todos sus errores y deficiencias, debe servirnos para establecer nuestra identidad como mexicanos. Para ello es necesario que desmitifiquemos los hechos de nuestra historia, presentando y conociendo ese pasado con objetividad, sin fanatismos, ni partidismos, dándole a cada uno de los actores de esa historia su verdadero lugar y aceptando lo bueno y lo malo que en cada uno de ellos hubo. Como nos hemos manejado hasta ahora, no tenemos historia o tenemos dos historias muy distintas y contrarias que nos impiden tener una concreta identidad, porque en esas historias sólo hay hechos y razones que nos desunen (sobre todo a las generaciones presentes y futuras, si así continuamos) y que no son ni motivo ni razón para sentirnos orgullos. Solamente apreciando debidamente nuestra herencia indígena; solamente aceptando la realidad de la conquista hispánica, con lo bueno y lo malo que para el actual México significó; solamente reconociendo lo constructivo y lo destructivo de nuestras luchas independentistas y sociales, para librarnos de lo negativo que nos dejaron y aprovecharnos de lo positivo que ellas consiguieron, solamente así podremos un día tener una. Mediante la aceptación de su propia identidad, México se descubre a sí mismo como una nación dinámica, no estática. La mexicanidad genuina hace que el mexicano se deshaga de su mítica falta de identidad precisamente al aceptar sus orígenes y, más aun, cobra plena conciencia de sí al tiempo que se comprende a sí mismo como parte del resultado de las revoluciones sociales y culturales de México, incluyendo la fundamental, la conquista hispánica. Sólo mediante el impulso de una sociedad más equilibrada el pueblo de México podrá desarrollarse plenamente, y sólo mediante la apreciación de la herencia indígena y la desmitificación del legado hispano por igual, se alcanzará una identidad nacional más digna, sana y fructífera.
Falso y real mexicanismo
Desgraciadamente y debido, en gran parte, a lo antes dicho, muchos de los mexicanos no alcanzan a tener ni a entender otra identidad que la que, debido a la falta de una verdadera historia de nuestro nación, conocida y asimilada por ellos, y la falsa imagen que la enseñanza y la educación, medios de comunicación y otras instancias han difundido a través de los años al pueblo. Para muchos de ellos, por ejemplo, la mexicanidad o el nacionalismo mexicano es sólo celebrar el inicio de la Independencia y celebrarlo con cohetes y borracheras; o tal vez el ponerse un sombrero de anchas alas en los distintos eventos públicos y gritar ¡Viva México, cab…!; o bien, el rechazar cualquier otra cultura extraña que, sin perjudicar la nuestra, pueda enriquecerla. Creo que el verdadero nacionalismo, la verdadera mexicanidad debe consistir en conocer nuestras raíces y sentirnos válidamente orgullosos de ese pasado, de sus ruinas, de sus expresiones artísticas, de su asombrosa gastronomía, de lo que México le ha regalado al mundo, etc. Pero debemos también conocer y reconocer lo que debemos a la cultura griega y romana, lo bueno que nos trajo la conquista y la Colonia, las luchas y los acontecimientos que, a veces y aun a costa de sangre, nos han permitido lograr muchas cosas. Pero sobre todo, fincados en nuestra historia, parados en nuestro presente y viendo hacia nuestro futuro, debemos convencernos que ser mexicano (si de veras tenemos esa identidad) debe consistir en cumplir nuestros deberes y obligaciones como ciudadanos y como personas en tal o cual circunstancias.
Gabriel y Alfonso, verdaderos mexicanos
Sólo me queda espacio para afirmar que, conociendo la obra y la actuación de los hermanos Méndez Plancarte, debemos reconocerlos como verdaderos mexicanos, bajo el concepto de la verdadera mexicanidad. Fueron auténticamente mexicanos y nacionalistas y no (como algunos en su tiempo lo dijeron, enseñando su incultura y su falsa mexicanidad) “exportadores de nacionalismos extranjeros”. Gabriel y Alfonso fueron enemigos del trasnochado, cerrado y fanático nacionalismo, para quien México es el “non plus ultra” en todos los órdenes, sino reconociendo, aceptando, enalteciendo y dando a conocer nuestras ricas raíces indígenas, pero haciendo lo mismo con los elementos extraños que vinieron a enriquecer, a completar nuestra cultura y a formar parte de nuestra personalidad como pueblo, sin extremismos. Los Méndez Plancarte sembraron la tolerancia y la amistad, sin ver religión, ideología, etc. y eso es amar a la patria, no vivir (perdón por la expresión) “de la greña” como lo hemos hecho, sin amar a la patria para construirla con lo mejor que tenemos cada uno de nosotros desde las distintas trincheras ideológicas, religiosas, políticas, etc. Algunas de las múltiples citas que, sobre la mexicanidad de cada uno de ello, se ha escrito:
Juan Jesús Posadas escribió de Gabriel: “…apasionado amor a la patria que se traducía en el afán de ennoblecerla, demostrando al mundo –y a nosotros mismos– el nobilísimo patrimonio que heredamos de gloriosos antepasados, gracias los cuales pudo llamarse a México ‘la Atenas del Nuevo Mundo’”.
Antonio Gómez Robledo dice de Gabriel y Alfonso: “El Horacio en Méjico y los Humanistas del siglo XVI y XVIII por una parte y por la otra los Poetas Novohispánicos y los estudios sorjuanisticos ¿no responden al mismo designio de revivir lo patrio y lo universal en la más entrañable comunión correlativa y hacernos así amar lo uno y lo otro en la alternativa función recíproca?” “Ambos, desde Roma hasta la muerte, navegan en la belleza antigua, pasando por la Redención y todo en función de la patria, inventariando el humanismo y la obra poética nuestra y procurando transferir en las nuevas generaciones esa comunión y unión que deben hacer grande a México en lo cultural”.
Temas acerca de personajes y sucesos patrios (de la patria grande y de la chica) fueron presentados al pueblo por los Méndez Plancarte para que éste se forme su propia idea acerca de ellos: Cortés, Hidalgo, etc.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
5.- Anfitriones de la Casona de Fresno
JORGE MORENO MENDEZ

Fresno 13, Colonia Santa María
Hay domicilios que llegan a ser puntos de referencia para muchas personas y aun sinónimo de actividades concretas y conocidas. Recuerdo que allá por los años cincuentas, en Zamora, Juárez 100, sin más explicación era el Seminario; por muchos años, en la ciudad de México, Donceles y Allende era lo mismo que decir la Sede del Poder Legislativo, etc. Pues bien, en la misma ciudad de México, por los años cuarentas, había un domicilio que, para muchos intelectuales y amantes de la cultura, además de intelectualidad y cultura, significaba convivencia, expresión con libertad, solaz y propio crecimiento. Muchos de ellos concurrían, dominicalmente, a ese domicilio y esperaban, con ansias, la llegada del domingo para estar en él; otros más de tales personas, impedidos por su prejuicios y por el “qué dirán” (los anfitriones eran curas…) se privaban de ir a él, aunque en el fondo, muchas veces lo desearan. Me refiero a la casona ubicada en Fresno 13, de la Colonia Santa María, donde vivían los hermanos Méndez Plancarte, Gabriel y Alfonso, y a la que convirtieron en testigo mudo y cotidiano de sus labores, por medio de su entrega total a su ministerio sacerdotal y a la cultura.
Con la descripción que de esta casona nos dejaron algunos de aquellos que fueron asiduos visitantes de ella, podemos formarnos una idea de cómo era y de lo que ahí sucedía. Joaquín Antonio Peñaloza: “Fresno 13, gajo de la gran ciudad que todavía es provinciano. Plaza de armas con su kiosco, zaguanes con macetas, ventanas con caracol. Detrás del portón verde y robusto, el escondido timbre que una flecha indica…” El Sacerdote jesuita Hermann von Bertrab, así la recuerda: “Fachada amarilla con un verde portón al centro y una ventana de cada lado. Dentro, cuartos tapizados de libros…. Fuera, el rechinar de los viejos trenes Rosa o la voz de una nana. Su cuarto (el de Alfonso) es su estudio y la editorial de Ábside. Las 4 paredes rebosan libros, junto al librero, la cama…. Al centro un escritorio de sabio… me presta manuscritos de Clavijero o Alegre, ediciones príncipes que consiguió entre los libros viejos de la calle Hidalgo….” O bien, Don Antonio Acevedo y Escobedo: “…casa familiar, con sus corredores de macetas floridas, el pequeño jardín sembrado de lirios y el tumulto de las pajareras, simulaban una estampa de Ramón López Velarde. Se acordaba de su natal Zamora y de su casa solariega”.

Los Anfitriones
Como apuntábamos, domingo a domingo aquella casona de los hermanos Méndez Plancarte, en la que, durante la semana, reinaba la paz, la tranquilidad, el silencio, se llenaba de voces, de ruidos, de saludos, de gratas y sustanciosas conversaciones, mezcladas con el gracejo, el buen humor, la camaradería y la libertad de compartir y expresar sus propias ideas y pensamientos. Los domingos, Fresno 13 se convertía en una especie de santuario de la cultura, del bien hablar y en una fragua de planes y proyectos a favor de la cultura mexicana. Gabriel y Alfonso, al principio, luego Alfonso solamente fueron los perfectos anfitriones de aquellas inolvidables y fructíferas reuniones de muchos de los más destacados artistas, investigadores, literatos y demás personajes cultos de aquellos años. Y eran anfitriones, en todo el sentido de la palabra, si recordamos el origen de tal adjetivo: la mitología griega (tan apreciada y citada, sobre todo, por Gabriel) nos habla de Anfitrión, príncipe de Tirinto, quien dio abrigo y hospedaje aun a aquellos que, al fin de cuentas, se aprovecharon de su bondad, al recibirlos, y actuaron aun mal en contra de él. A raíz de que Moliere hizo una adaptación teatral de dicho mito, Anfitrión quedó como sinónimo de una persona que acoge incondicionalmente en su casa o en su mesa a personas y, de buen grado y desinteresadamente, comparte con ellas lo que es suyo. Alfonso y Gabriel, en la casona de Fresno 13, fueron excelentes anfitriones de todos aquellos que, domingo a domingo, los “honraban con su presencia” y compartían con ellos, además del “pan y la sal”, el vino de sus conocimientos, el mate de una sincera y auténtica amistad.
Hay imágenes, fotografías de personas que nos las muestran “de cuerpo entero” y con las que podemos formarnos una idea completa de su persona en muchos aspectos. Creo que la imagen de los hermanos Plancarte, como anfitriones en su casa de Fresno 13, reflejan mucho de su personalidad y manera de vivir, sobre todo, si pudiéramos conocer todas las vivencias y experiencias que muchos de los asistentes a tales reuniones nos dejaron escritas…

El mate
Decía que Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte compartían con sus invitados dominicales, no solamente “el pan y la sal”, como suele decirse, sino que además compartían el vino de sus conocimientos y el mate de su amistad, afirmando esto último, no como una metáfora o un simbolismo, sino literalmente y como una realidad, ya que, efectivamente era el mate, el pretexto y la causa tangible y concreta para aquellas reuniones, para su desarrollo y para su contenido. Desde que ambos estuvieron en el Pío Latino, Gabriel y Alfonso entablaron relaciones de amistad con algunos seminaristas argentinos y, de tal amistad, y de las múltiples visitas a sus respectivos cuartos, en tiempos de recreo o descanso, nació para ellos el conocimiento y la práctica de la “ceba” del mate. Pero no fue mero capricho el que hubieran tomado la práctica del mate para institucionalizarlo en aquellas reuniones, sino que, además del gusto que sentían por ella, captaban en ella todo su real significado y simbolismo, así como lo positivo que podría tener en aquellas relaciones con personas de distintas ideologías, nacionalidades y costumbres, pero con un mismo interés por la cultura.
Efectivamente, los indígenas quechuas que llamaban así a una especie de calabaza que utilizaban, ya seca, para beber, pero al utilizarla con mucha frecuencia para beber el té de una planta con muchos efectos medicinales (antioxidante, diurético, contra las alergias, control de peso, etc.) y amarga, pasaron a llamar a dicho te, el contenido, con el nombre del continente: mate. Con el tiempo aquella costumbre del mate se convirtió, para ellos y para quienes lo tomarían después, como símbolo de hospitalidad y como todo un ritual, lleno de actitudes, posturas, etc., que contenían grandes simbolismos y que daba ocasión a quienes participaban de tal ritual para convivir, para reflexionar y para comunicarse unos con otros. Con el tiempo los recipientes para el mate han evolucionado desde la calabaza, hasta piezas de plata labrada, pasando por la madera, el cuerno, la porcelana y el cuero (como la bota española), Además del recipiente, se requiere de una bombilla o popote de metal para succionar el mate cada uno de los que lo gustan y el compartir el mismo popote es un signo de aceptación y confianza. Tales fueron las razones que tuvieron los hermanos Plancarte para implantar en sus reuniones de Fresno 13 aquella costumbre.
Don Luis Eduardo Nieto Caballero, que fue embajador de Colombia en México, así recuerda (no muy gratamente la “ceba”) aquellos mates de los Méndez Plancarte: “Un domingo en la mañana en México, nos llevó Germán Pardo García al doctor López de Mesa y a mí a visitar a los hermanos Méndez Plancarte. Gabriel y Alfonso eran dos sacerdotes de vasta reputación como humanistas. Lenguas antiguas, filosofía, ciencias y mucho amor por las letras. En Roma, con colegas argentinos, habían adquirido el gusto, más tarde, el vicio, del mate. La espléndida yerba amarga, que reemplaza al té y que se “ceba” en recipientes especiales, era ingerida a través de un tubo de plata que era dejado en agua caliente por algunos segundos, antes de pasar a otra boca. Porque todos debían sorber por la misma boquilla. Agradable cuando era una mujer bonita la vecina. Pero menos cuando era un hombre”. Pero sí recuerda Nieto Caballero muy gratamente la reunión: “Pasamos una mañana luminosa y cordial, como de Atenas”. Y, de nuevo, Joaquín Antonio Peñaloza: «…Sobre el escritorio, la olla del mate sin azúcar y los cigarros Campeones. Todo fuerte, humo, bebida y mesa de trabajo”.
Fresno 13: mate, excelentes anfitriones y reuniones inolvidables.

(Pie de imagen) El mate: símbolo de hospitalidad y ritual para la reflexión y la comunicación.
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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
6.- La amistad en Gabriel y Alfonso
A propósito y relacionado con la casona de Fresno 13, de los hermanos Méndez Plancarte y de sus reuniones semanales, es oportuno y se impone hablar un poco acerca de uno de los rasgos de la personalidad de ambos Sacerdotes, rasgos muy visibles y acentuados, que los distinguieron de manera singular: la amistad. Desde luego, debo advertir que no lo hago con el afán de “colgar milagros” a estos dos personajes, ni es una afirmación personal, sino que es algo que, a través de múltiples y variados testimonios, llama la atención y se puede sostener con toda justificación. Mas crece, eso sí, mi propia admiración ante este hecho, porque las personas entregadas apasionadamente a la investigación, al arte, a la ciencia, etc., ordinariamente carecen de cierta sensibilidad para llevar a la práctica relaciones de una amistad cordial y amplia. Y esto no sucedió con los Padres Méndez Plancarte.

Amistad, divino tesoro
Sin ahondar mucho en el concepto de la amistad, podemos decir que esta (del latín amicus y, a su vez, de amor) en una relación afectiva entre dos o más personas y que es también una de las relaciones interpersonales más comunes entre los seres humanos, teniendo siempre como condición la existencia de algo común entre ellas. Podemos darnos cuenta de que en todas las religiones, en todas las culturas y en todas las épocas, se ha tenido en gran valía este sentimiento humano y se ha ponderado su importancia y trascendencia en las relaciones del ser humano. Así mismo, de una u otra manera, pero siempre coincidiendo en lo esencial, se han señalado los ingredientes o componentes de una verdadera amistad, como la confianza, la simpatía, la fidelidad, la sinceridad, la reciprocidad, los intereses mutuos, la comunicación, la comprensión, el respeto, la valoración mutua, la ausencia de chantajes, etc., de tal manera que los verdaderos amigos se proporcionan mutuamente sentimientos de seguridad, de guía, de compañía, de diversión, de intercambio de opiniones, con el consiguiente respeto si hay algunas contrarias, etc. Para Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, conocedores, convencidos y propagadores de la amistad como un valor humano fundamental existente en la cultura griega y romana, fue sencillo el fundamentar y afianzar dicho convencimiento en sus creencias religiosas, nacidas del cristianismo, ya que en él, ya desde el Antiguo Testamento (primera relación Dios-hombre) y más en el Nuevo (incrustación en la historia de Jesús y su doctrina), tal concepto tuvo carta de ciudadanía, más aún, fue elevado a la categoría de virtud y de virtud necesaria para la convivencia humana-humana (caridad) y divina-humana (gracia): “quien encuentra un amigo, encuentra un verdadero tesoro”. “No hay mayor amor que el dar la vida por los amigos”, etc. Reflejo y calca de lo anterior son los siguientes testimonios acerca de la amistad en los Méndez Plancarte. Por razón natural y como nos lo manifiestan los múltiples testimonios tuvo más oportunidades de manifestarse amigo, fue más amigable, porque eran más amplias sus relaciones, viajes y movimientos, mientras que fueron menos numerosos en Alfonso, debido a su enfermedad y reclusión, pero no por ello menos amigo que Gabriel, como también lo podemos ver por esos mismos testimonios.
Gabriel, amigo sin reservas

Antonio Gómez Robledo escribió de Gabriel: “…con los dedos de una mano podría contar los amigos que lo han sido para mí sin reservas, como lo fue Don Gabriel: siempre generoso, siempre tan fino, tan cortés, tan paciente, tan pródigo de su saber y del caudal de su prudencia cristiana…” El mismo en otra ocasión: “Cortesía, urbanidad, sin hipocresía profesional, sino verdadera caridad cristiana, instinto perceptivo de todo lo valioso y aprovechable en las posiciones opuestas, aun en las más antagónicas. Ni ira ni espíritu de partido. Amó a Dios y a la Patria, pero sin descender a la querella partidista”
Enrique González Martínez: Gabriel “daba a brazadas la confianza, como quien saca, estira y entrega una pieza de lienzo entera” …“Nos legó el acento de su sonrisa, no a flor de labios, sino brotada de lo más hondo de su vida interior”. Su amistad estaba “fundada, al parecer en opiniones y contrastes. Su fe piadosa se asoció a mi agitada incertidumbre sin miedo ni reproche”.
Agustín Yáñez: “…era nuestro amigo y compañero, nuestro maestro en la cátedra infalible de la amistad… iba a todos los rumbos, entraba a todos los caminos, se acercaba a todos sus semejantes, con esa cautivadora, irresistible dulzura, en que cifraba su fuerza de atracción y concordia”.
Abreu Gómez: “Pocos hombres como Gabriel, en esta época saturada de odios, enconos, luchas (justas e injustas)… puso su conciencia y su ciencia al servicio del bien y de la comprensión. Trajo a Jesús a muchos, convencido de que El da paz y felicidad, la ciencia no le sirvió para juzgar o condenar, al inculto o al malvado, le sirvió para iluminar y despertar corazones”.
José Luis Martínez: “Sin palabras que violentaran los orgullos de intelectuales o de escritores, sin sombra de proselitismo, llegó a ser puente entre ellos y Dios. Sabía perdonar y comprender a los amigos no creyentes, sin reproches…”

Alfonso y su amistad, escuela de bien y sabiduría
Antonio Gómez Robledo: “Como la amistad antigua, fue la suya, para quien pudo recibirla, escuela de bien y sabiduría”. Luis Eduardo Nieto Caballero, Embajador de Colombia en México, refiriéndose a Gabriel y a Alfonso: “Me vine con la sensación de que, a pesar del muy escaso trato, dejaba un par de amigos”. Y sólo de Alfonso: “Tenía un hondo sentido de la amistad”.
Alfonso Reyes: “La desaparición de don Alfonso Méndez Plancarte es una pérdida enorme para las letras mejicanas, para la sociedad mejicana, para los amigos del eminente escritor y humanista, del hombre bueno y ejemplar… Colaboré constantemente con don Alfonso, constantemente lo tuve a mi lado, nos veíamos con frecuencia, y ahora no me acostumbro, no me resigno a aceptar que se nos haya ido el amigo”.
Salvador Novo: “Alfonso se daba el tiempo para concurrir a las sesiones de nuestra Academia, para interesarse en sus trabajos y cultivar con sus colegas la flor preciosa de una amistad que hoy nos duele en su ausencia”.
Gómez Robledo: “Alfonso no es menos noble que Gabriel, ni menos sabio, ni menos amigo, ni menos valiente en la defensa de la razón y de la cultura mexicana”.
Hermann von Bertrab, sacerdote jesuita: “El me lleva 20 años de edad, 20 años que el fatigante trabajo ha convertido en 30 ó 35. Su amabilidad –su amistad conmigo– parece desconocerlo y así se evapora el tiempo en un compañerismo reposado, en una conversación agradablemente sostenida”.
Alfonso Noriega Jr., recordando a los amigos de Alfonso: “Octaviano Valdés, Antonio Brambila, Andrés Henestrosa, Alí Chumacero, Juan José Arreola, Agustín Yáñez, Federico Cantú, Pablo y Enrique González Casanova, Pulido Méndez, José Iturriaga, Alfonso Junco, Fausto Vega, etc.… libre asamblea de personajes de la más diversa índole y de los más disímbolos pensamientos y opiniones… pero a quienes una verdadera amistad con Alfonso los unía y conjugaba para dar como resultado momentos inolvidables y esperados con ansia, semana a semana”.
Creo que esto basta para afirmar con razón que los hermanos Méndez Plancarte fueron verdaderos amigos de sus amigos.

Jorge Moreno Méndez

(Pie de imagen)
“Cultivaron con sus colegas (Agustín Yáñez, Carlos Bracho, Rafael Hernández, etc.) la flor preciosa de una amistad que dolió en su ausencia”.
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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad 7.-
Gabriel y Alfonso como críticos
JORGE MORENO MENDEZ
La crítica como arte y su técnica
A reserva de analizar más adelante, específicamente y con cierto detalle, algunas de las ediciones críticas de los hermanos Méndez Plancarte, me permito señalar la forma en que desarrollaron esta faceta de su personalidad y actividad a la que dieron suma importancia y se dedicaron apasionadamente, consiguiendo óptimos frutos en ella. Pero antes de tal señalamiento, creo conveniente puntualizar, de una manera sencilla, resumida y según los cánones más comunes, qué es y cómo debe practicarse la verdadera crítica para que deje de ser un simple chismorreo, un mero afán de molestar o destruir o un escape para la intolerancia y el orgullo. En el diccionario de la Real Academia Española y apegándose a su etimología (críticos = el que juzga), se define la crítica como “el arte de juzgar de la bondad, verdad y belleza de las cosas”; y en la Enciclopedia Británica como “la técnica de juzgar las cualidades y valores de un objeto artístico, tanto en materia de literatura como de bellas artes”. Dedicarse a la crítica en este sentido y con tal objeto es, sin duda, una labor ingrata y peligrosa. Ingrata porque muchas veces es motivo para ganarse enemigos gratuitos y acérrimos, fruto del orgullo o de la “quisquillosidad”; peligrosa, porque si no se tiene la capacidad y la altura para ser un buen crítico, es fácil caer, como apuntábamos, en el simple chisme, en la simple censura, en el encono o en el desahogo de sentimientos muy personales y de juicios nada objetivos y erróneos.
Sabemos que para ser buen crítico se requiere una serie de cualidades y disposiciones en el individuo que pretende serlo, entre las cuales podemos señalar algunas: la honestidad, que exige que quien realice la crítica (tanto en lo positivo, como en lo negativo de ella), la fundamente en argumentos consistentes y valederos y con criterios más allá de los estrictamente personales y sin dejarse llevar por sentimientos de antipatía o simpatía; una formación cultural propia y una claridad intelectual que, unidas al conocimiento de lo que critica, sean suficientes para poder realizar la crítica y dar a conocer su valoración con las debidas perspectivas, después de rigurosos y necesarios análisis; valor para entregar su crítica, sin miedo a reacciones contrarias y alejado de todo prejuicio y de toda presión personal, partidista o comercial. Al evocar los juicios que, de los hermanos Méndez Plancarte, en su faceta y actividad de críticos, hicieron muchos de los que los conocieron, trataron o “sufrieron” sus embates críticos (y por lo mismo más valederas sus afirmaciones), podemos ver que son una calca exacta, una aplicación perfecta de todo lo dicho acerca del perfil de un verdadero crítico.

Gabriel, el crítico amigable
Antonio Gómez Robledo afirmaba de Gabriel “…defendía lo que creía era la verdad, jamás se adueñó en él la ira ni el espíritu de partido, caracterizada por la exaltación del propio grupo y la resuelta ceguera a apreciar lo valioso de los contrarios”.
Alberto Ma. Carreño: “…donde más se dejó conocer (Gabriel) fue en el campo de la crítica…” Y refiriéndose al resultado o consecuencias de su crítica, manifiesta el sentimiento y el estado de satisfacción del criticado: “…Cuando el crítico nos ha desbrozado el camino, o cuando viene a aclarar nuestras dudas, o a confirmar nuestros halagos o nuestros desencantos”.
Manuel Rangel Camacho: “Pero donde su espíritu gigante cernía poderosas sus robustas alas, era en la Crítica. ¡Y cómo no! Si poseía un acervo de conocimientos desconocido; un alma comprensiva y noble, una finura y un tacto insospechado para catar, descubrir y discernir y ponderar lo bello y valedero, y para expresar conceptos con la palabra precisa, exacta, sin falta por exceso o por defecto”.
Abreu Gómez, experto a su vez en el arte de la crítica y al que, alguna vez alcanzó la de Gabriel, así se expresaba de él: “Corregía elogiando, enseñaba bendiciendo y exaltaba con humilde entusiasmo”.
Antonio Brambila: «Comprendió que para salir al combate contra muchos, no es preciso ser su enemigo ni siquiera su adversario, sino que se puede ser humano y salir a combatir con fraternidad”.
Alguien escribió de ambos hermanos: “Ejemplares en la vida, tercos en la investigación, implacables en sus críticas, fecundos en la pluma e invitadores en la amistad”. Y Gabriel llegó a decir de sí mismo, cuando reconocía el mérito donde lo había: “Yo no sé poner sordina al elogio, cuando una obra de bondad o de belleza surge ante mis ojos…”

Alfonso, el crítico implacable
Sabido es, y se comentaba ya durante su actuación como crítico, que en Alfonso se podía palpar cierta acritud y dureza en algunas polémicas. Pero en honor a la verdad y comprendiéndolo un poco en su carácter y en las circunstancias, debemos justificarlo, ya que, algunas veces, no podía ser de otra manera ante los despropósitos de algunos y los dichos de otros con quienes discutía, sobre todo despropósitos y dichos relacionados con Sor Juana Inés de la Cruz, o manifestaciones de injurias abiertas, llenas de fanatismo o de odio contra los valores de la Patria o de la religión. Algunos juicios sobre su actuación como crítico:
Joaquín Antonio Peñaloza: “Tenía sed de exactitud, de escrupulosa comprobación, de severa honradez intelectual, que forcejea ante lo dudoso y clama ante lo falso, y se levanta de su asiento para crecer la discusión, porque ha faltado precisar un rasguño, aclarar un lunar, limitar una cuestiúncula, entrecomillar un adjetivo ajeno…”
Alfonso Junco, su tocayo, amigo y sucesor en la dirección de Ábside: Alfonso Méndez Plancarte era un “critico literario y descubridor de minas vírgenes, erudito voraz de las fuentes y juzgador penetrante y personal”.
Antonio Brambila: “Tenía una lógica de locomotora” o “…una ingenua rectitud como de niño”. Y en otra ocasión: “Puesto a escudriñar documentos, a recoger y clasificar datos para lo que escribía, siempre me dio la impresión de una gallina que remueve la tierra de cerquita, que discierne bien ente las arenas y las piedrecillas estériles y los más menudos granitos alimenticios. Y como la gallina que llena su buche de semillitas e insectillos modestos que le son luego de largo alimento tras de haber examinado y rehusado grandes volúmenes de materia inútil…” “En Alfonso existía… algo así como un potente y eficaz elefante de la selva o, si se quiere, como un pesado carro de batalla de esos que, puestos a andar, avanzan sin que nada ni nadie los detenga… Seguro y objetivo, le preocupaba decir algo que no pudiese probar con razonamiento analítico o con argumentación erudita… Seguro, implacable sin pensar en los destrozos sentimentales de sus adversarios, pero sin querer lastimar”.
Guisa y Acevedo: “No fue muy querido, por su manera de disputar, porque demostraba la ignorancia de críticos y autores”.
Gómez Robledo:”Con la idea fue implacable; con el hombre, suave y cordial”.
Octaviano Valdés: «Critico hasta morir: al párroco que lo ungía las palmas de las manos, le recordó que a los sacerdotes se les unge por el dorsote la mano y no en las palmas”.
El jesuita Hermann von Bertrab, refiriéndose a las críticas que uno a otro se hacían: «Se corregían mutuamente con Gabriel, con pullas, pero amigables y hermanables…”
Reafirmo lo dicho y no apoyándome en mi autoridad (que no ha de ser mucha), sino en la de las personalidades citadas: Los hermanos Méndez Plancarte, Gabriel y Alfonso son una calca exacta, una aplicación perfecta del perfil de un verdadero crítico.

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE.
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
Domingo, 05.07.2009, 01:04pm (GMT-5)

8.- Gabriel y Alfonso como periodistas

Otra de las facetas de los hermanos Méndez Plancarte que llama la atención y causa admiración es, sin duda, su actividad periodística, no solamente su diversidad y enorme cantidad de intervenciones en las diversas revistas y periódico, sino por la calidad con que desarrollaron tal actividad. Para mí, ambas cosas extraordinarias y trascendentes. Es por eso que creo útil e interesante hablar un poco de lo que Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, a través del periodismo, entregaron, “en caliente”, a sus contemporáneos y nos han legado, en las hemerotecas y colecciones de artículos, a los que no tuvimos la suerte de serlo.

Increíble actividad periodística
Efectivamente, si tomamos en cuenta la ingente labor desarrollada por los hermanos Méndez Plancarte en los diversos campos de la cultura (además de cumplir con sus ministerios sacerdotales) y de los relativamente pocos años que duró su vida, no podemos menos que quedar asombrados ante la increíble obra periodística que desarrollaron. Baste enumerar algunos de los temas tratados por ellos y algunos de los periódicos y revistas en los que ambos colaboraron y no, ciertamente, de manera esporádica, sino de forma continua y prolongada.
El Padre Gabriel, tanto en Ábside (desde 1939 hasta su muerte) y en el periódico Novedades, en la página editorial y cada semana (desde 1942, también hasta su muerte) entregó incontables Ensayos, Poemas, Notas Bibliográficas y Biográficas. Debemos añadir sus numerosas colaboraciones en America Española, de México; en Acción, de Monterrey; en el Boletín de los Alumnos del Pío Colegio Pío Latino, de Roma; en Filosofía y Letras, en Letras de México, en la Gaceta Oficial del Arzobispado de México, en Cultura Cristiana, en La Voz Guadalupana, sin olvidar sus esperados y gustados artículos en los Diarios como El Sol, de Aguascalientes y La Opinión de Torreón, así como en las revistas Alma Fronteriza de Monterrey; Estilo de San Luis Potosí; El Misionero del Seminario de Zamora; Orden Cristiano de Buenos Aires, Argentina; Boletín del Instituto Caro y Cuervo, de Bogotá, Colombia; Mid-América, de la Universidad jesuita de Chicago, etc. Y todas estas participaciones las mezclaba con sus Conferencias en varias Universidades de los Estados Unidos, en la Universidad de Laval de Quebec, Canadá, en el Colegio de México, en las misiones que le encomendaba el Seminario de Cultura y que realizó en Puebla, Aguascalientes, San Luis Potosí, Tampico, Durango, Toluca, y Tepic, entre otras ciudades (¿por qué no en Zamora?, debemos preguntarnos y responder con sinceridad y valentía…)
En cuanto al Padre Alfonso, debemos considerar (como lo hemos venido haciendo) que, debido a su enfermedad, su actividad se restringió notablemente, en cuanto a la diversidad y al número; pero, de ninguna manera, en profundidad y macicez. Fue Director de la Gaceta Oficial del Arzobispado de México y colaboró varias veces en ella; Director de Ábside, de 1950 (a la muerte de su hermano Gabriel) hasta 1955 (año de su propia muerte). Recorriendo los índices de esta Revista, podemos darnos cuenta de la copiosa colaboración de Alfonso en esta Revista y la amplia gama de temas que en sus artículos trató: Don Luis Sandoval y Zapata (enero 1937), Arte y alma de Nervo (mayo 1938), Tres versiones francesas (marzo 1939), Claros varones de Zamora (noviembre 1940), El. P. José Plancarte Ygartúa (abril 1941), Primor y primavera del «Hai-Kai» (octubre-diciembre 1950), Guadalupe en más pleno fulgor litúrgico (abril-junio 1952), Rosas sobre la tumba de Nervo (abril-junio 1953), La excomunión de Hidalgo (julio-septiembre 1953), Inéditos de Nervo (abril-junio 1954), etc.
Fue colaborador semanal, todos los lunes, del Diario El Universal, desde el 11 de octubre de 1943 hasta el 14 de febrero de 1955 (su artículo póstumo, en el aniversario de su ordenación sacerdotal). De los artículos de Alfonso y a raíz de su muerte fueron apareciendo varias colecciones, formando algunas series, como El Celeste Patrono de los Poetas (San Juan de la Cruz), Cuestiúnculas Gongorinas, Estudios Guadalupanos, etc.
Si la actividad periodística de los hermanos Méndez Plancarte no nos mueve a la admiración, no sé qué pueda hacerlo…

Reconocida calidad
Por otra parte, si es de llamar la atención lo anterior, no lo es menos el considerar la clase de periodismo que los Padres Méndez Plancarte desarrollaron, ya que tal actividad la fundamentaron en la extensa gama de valores admitidos universalmente y la dirigieron a quienes buscan lo bello, verdadero y auténtico en los distintos apartados del periodismo. Gabriel y Alfonso estaban convencidos de que el periodismo es uno de los más importantes medios de comunicación humana y de los más poderosos para moldear la política, la religión, la economía y la cultura y, por lo mismo se dedicaron a él conscientes de la responsabilidad que todo periodista tiene, al utilizar este medio. Sabían que toda actividad humana debe girar en torno al hombre y para beneficio del hombre, de la sociedad y que el periodismo no debe ser la excepción, sino al contrario y precisamente por su poder, se debe ejercer no en provecho propio y egoísta, ni sirviendo a bajos intereses, ni siendo instrumento de chantaje, de venganza, de adulación o de prostitución económica y no buscando el aplauso.
Como hombres de bien y por su formación cívica y sacerdotal, Gabriel y Alfonso ejercieron el periodismo con responsabilidad, con ética, con lealtad moral hacia la sociedad, hacia sus principios y hacia todo individuo en particular. A través de toda la labor periodística de estos dos hermanos se nota su intención y sus metas: trasmitir y comunicar auténticamente los hechos y sus propios y personales juicios, con valentía y respetando los de los demás; participar a sus lectores su continuo y profundo crecimiento humano, científico y cultural, proponiendo su manera de entender las cosas y las ideas y tratando de que sus lectores se acercasen a tal entendimiento; motivar al lector para tener metas claras, para crear en ellos la necesidad de alcanzarlas y darles a conocer, de alguna manera, los medios de lograrlo. Gabriel y Alfonso sabían de Rubén Darío y, sin duda, en sus repetidas disputas periodísticas (en las que no pocas veces recibieron insultos e injurias) y para responder con cultura y educación, recordaron la estrofa del nicaragüense: “De lo que tu vida entera/ nunca debes hacer caso: /la fisga de un envidioso,/ el insulto de un borracho,/ el bofetón de un cualquiera/ y la patada de un asno”.

Pruebas y testimonios
Para probar y comprobar lo dicho acerca de la cantidad y la calidad de la labor periodística de los hermanos Méndez Plancarte, baste recorrer las revistas y periódicos de los que fueron colaboradores. Pero, aunque sea sumariamente, cabe recordar los juicios de algunas personalidades sobre la personalidad de Gabriel y de Alfonso, manifestada como maestros, conferencistas y periodistas (que todo lo eran): “Maestro sincero e inteligente… lo mucho que sabía, lo mucho que sentía, no le sirvieron para juzgar y menos para condenar al inculto o al malvado. Le sirvieron tales armas para iluminar y para despertar corazones…” (E. Abreu Gómez). “Despertaba… la curiosidad intelectual con el apetito de la lectura, estimulando y orientando… No usó la inteligencia para demostrar que la tenía… sin alardes vanidosos, exponía sus ideas con llaneza y sencillez y, si a veces se apasionaba, su pasión era la pasión por la verdad, aunque, comos ser humano, acaso en tal o cual ocasión no la poseyera”. (Octaviano Valdés)

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE.
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad 9.-
Portadores de la bandera del humanismo

Domingo, 12.07.2009, 01:45am (GMT-5)

Entre todas las facetas y actividades de los hermanos Méndez Plancarte sobresale, sin duda alguna, la de humanistas y esto lo podemos comprobar en todos los títulos, adjetivos y reconocimientos que, entonces y ahora, se le dan, al llamarlos, desde padres, hasta descubridores, promotores y resucitadores del humanismo mexicano… No sé si los lectores de GUIA me lo permitan (si no es así, basta con que se brinquen estas colaboraciones y “amigos, como siempre…”, pero quiero permitirme el hablar un poco acerca de esta característica de Gabriel y Alfonso y de hacerlo con un poco más de detenimiento que el acostumbrado, no porque sea perito en tal tema, sino todo lo contrario, porque quisiera, a base de un análisis un poco más profundo, obligarme a tener una idea más clara de lo que es el humanismo en general (sus principales características y algo de su historia), así como de cuál fue realmente la ubicación de los hermanos Méndez Plancarte dentro del concierto del humanismo en México y cuáles fueron sus propuestas con relación al mismo. Para ello, me propongo tocar tres puntos, de la manera sucinta y sencilla: 1) Qué es el humanismo; 2) Cuál fue el humanismo propuesto por los Padres Méndez Plancarte, ante otras propuestas relativas al humanismo mexicano y 3) Cómo y con qué medios lo promovieron.

¡Qué es el Humanismo?
Los estudiosos y cultos hablan abundantemente, hacen distingos y verdaderos malabarismos con la idea y los términos relacionados con el humanismo, uniendo a su erudición controversias y disputas bizantinas que, a nosotros los no muy enterados del asunto, nos confunden y embrollan, sin quererlo. Pero creo que, con palabras sencillas y sin tanta profundidad, podemos decir que el humanismo es un sentimiento del individuo y de la colectividad por el que se admira, se exalta y se elogia la figura humana, admiración y elogio que nacen del conocimiento y valorización de la cultura, de la ciencia, del arte, del deporte y de toda actividad trascendente desarrollada por el hombre y que, consecuentemente, ponen a éste en el centro del universo y de la vida. Pero ya como doctrina, como filosofía, podemos decir que el humanismo (tiene como raíz la palabra latina homo, que significa hombre) es un movimiento intelectual que nació en Europa y se extendió por toda ella en el siglo XV, pasando luego, con el descubrimiento y conquista, al Nuevo Mundo. Tal movimiento tuvo como motor y causa el conocimiento y aprecio de la dignidad y el valor del individuo, a través del conocimiento y el aprecio de la sabiduría humana, manifestada, sobre todo, en la cuna de nuestra cultura y nuestro pensamiento occidental: primero Grecia y luego Roma. Gracias al descubrimiento, al conocimiento y al análisis de numerosos manuscritos, originales y traducciones, en monasterios y bibliotecas de toda Europa, se pudo tener conciencia de una mejor visión y valorización del hombre y de todas las disciplinas propias y necesarias para su íntegra formación.
El humanismo se impuso como meta y tarea restaurar ese concepto verdadero del hombre y de revivir el pensamiento filosófico grecolatino, yendo hasta el conocimiento de ambas lenguas para entender mejor dichos conceptos y aun a tratar de imitar los estilos de sus escritores, por lo que se desarrollaron en ese sentido aquellas ciencias más estrechamente unidas al espíritu y a la inteligencia humana, como lo son la literatura, la historia y la filosofía y extendiendo esa restauración a otras actividades del hombre, como el arte (pintura, arquitectura, etc.). Así, el humanismo se convirtió en un movimiento filosófico, literario, artístico y aun religioso, que tenía su modo de pensar y de vivir, con la finalidad de crear otro mundo, distinto al medieval y alrededor de una idea: el centro del universo es el hombre.
Algunos postulados, rasgos y propuestas del humanismo
Debemos aclarar que el humanismo, como sentimiento individual y colectivo, siempre ha existido, pues es algo innato a la naturaleza humana el reconocer los valores y la dignidad del individuo y así lo podemos ver en todas las regiones, las religiones y las épocas de la historia universal. Pero ya como movimiento filosófico e intelectual, podemos decir que, en cierta forma, presentó sistemática, clara y concretamente sus metas y fines, proponiendo los medios y los instrumentos para lograrlos.
Los postulados y rasgos ideológicos del humanismo los podemos resumir de la siguiente manera: 1) ante todo el establecimiento de un antropomorfismo que considere al hombre como el centro del universo y hacia el que deben converger todos los demás seres; 2) partiendo de este principio, reconocer en él su dignidad y su valor, no inventándolos, sino derivándolos de su propia esencia y realidad; 3) existen en él valores que no se pueden desconocer y, menos, despreciar; 4) el individuo, como hombre, cuenta con derechos inderogables e intocables, como el derecho a la propia persona y dignidad (por lo tanto no es lícito esclavizarlo), el derecho a sus propios bienes, intelectuales y materiales (por lo que no le pueden ser confiscados) y el derecho a su propio gobierno (por lo mismo residiendo en él como individuo y como colectividad y, por lo tanto, pudiéndolo hacer representativo, pero nunca impuesto o tiránico).
Los medios e instrumentos para convertir en realidad tales ideales y metas: 1) retornar a las fuentes del conocimiento y de la sabiduría del hombre, como son la cultura griega y latina (puesto que, queramos o no queramos, los occidentales pensamos y hablamos en latín y en griego, porque la mayoría de nuestras lenguas tienen un enorme porcentaje de palabras derivadas de esos dos idiomas y porque la concepción de gran parte de nuestras ideas y definiciones las hemos heredado de ambas culturas); 2) conocer ambas fuentes, no a través de simples referencias, comentarios y opiniones de otros, sino directamente y en sus obras originales; 3) para ello, conocer ambas lenguas, o bien, traducciones fieles y correctas en el contenido y en la forma; 4) conociendo y adoptando en nuestra propia y actual cultura su formación intelectual, espiritual y social, buscando con ello una visión más humana, más interior, más libre y más directa.
Algunos humanistas
Como complemento a lo anterior, podemos recordar algunos nombres de los principales humanistas o seguidores y promotores de este movimiento: Dante Alighieri, quien, con sus escritos, puso en el centro de la vida cultural la antigüedad; Petrarca, llamado el padre del humanismo y quien llegó a afirmar que, para ser culto y verdadero hombre, era indispensable el estudio de las letras clásicas; Boccaccio que dedicó toda su vida al estudio de los clásicos y se encargó de darlo a conocer; Pico Della Mirandola quien fue el primero en utilizar el término humanismo para señalar dicho movimiento; Erasmo de Rotterdam que fue el gran intelectual entre católicos y protestantes y que se atrevió a hacer una crítica positiva del cristianismo medieval y tradicional; Tomás Moro, autor de La Utopía, Canciller de Inglaterra y quien se atrevió, a costa de su propia vida, a defender sus principios religiosos ante Enrique VIII y alcanzó la santidad; Juan Luis Vives, amigo de Erasmo y de Tomás y cuya aportación a la psicología, emanada de la cultura antigua, fue de gran mérito. Así podríamos seguir citando otros nombres de célebres humanistas, como Maquiavelo, el Cardenal Cisneros y otros más que dieron forma y promovieron tal movimiento.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad 10.
El Humanismo en México

Domingo, 19.07.2009, 01:45am (GMT-5)
Humanismo uno y múltiple
Desde luego, debemos afirmar que hay un solo humanismo, tanto considerado como sentimiento (que, como decíamos, es universal y existe desde que el hombre existe), como considerado como movimiento, pero, en el caso de este último, se habla de diferentes humanismos, no por sus esencias y definición, sino que, debido a ciertas características especiales de cultura, de historia, de geografía y de época, diferencias claras y acentuadas que hacen que se pueda considerar que el humanismo tenga varias denominaciones o apellidos. Así tenemos el humanismo griego, el romano, el alemán, el judío, el cristiano, el primitivo, el renacentista, el moderno y, por consiguiente, el mexicano. Uno y otro humanismo han existido en México, primero como territorio formado por numerosas razas y tribus y, después, como nación concreta y formada. Del sentimiento humanista en dicho territorio y en la época prehispánica no es necesario hablar, pues se supone su existencia; pero del humanismo mexicano, como movimiento cultural y filosófico, desde esa época hasta nuestros días, sí podemos y debemos hablar un poco para poder captar y entender la labor de los hermanos Méndez Plancarte como humanistas.
Formación y proceso del humanismo mexicano
Humanismo prehispánico.- Gracias a los códices indígenas, huellas arqueológicas, hallazgo de utensilios y demás objetos, a las tradiciones recogidas por algunos de los misioneros y a los estudios realizados sobre la cultura de nuestros pueblos indígenas, antes de la conquista (Ángel Ma. Garibay, León Portilla, por citar algunos), podemos conocer, especificar y apreciar los grandes valores existentes en todos ellos, valores emanados de la dignidad del hombre, incrustado necesariamente en la realidad de lo divino y de la madre tierra, entes y razones que, con ritos, poesía, tradiciones y costumbres, prestaban mayor fuerza al concepto humanista, plasmado en los valores familiares, el amor a la naturaleza, el respeto al individuo, a la experiencia y a la autoridad.
Humanismo misionero.- Al llegar la conquista, llegó también con ella otro humanismo, de la misma esencia que el ya existente en el territorio conquistado, pero con otras raíces (Grecia y Roma) y otras facetas y, adquiriendo carta de ciudadanía, se mezcla con el primero y, una vez mezclados, se convierten en uno solo y, a través de las circunstancias políticas, sociales, religiosas e históricas, va tomando forma y se cubren con una sola vestidura: la mexicana. La llegada de ese nuevo humanismo, su fusión con el ya existente y el nacimiento de uno nuevo, vigoroso, pujante e incontenible… Desde luego debemos admitir y reprobar el que, durante la conquista, hayan tenido lugar verdaderos despojos y criminales destrozos contra parte de la cultura, es decir, del humanismo indígena. Pero tampoco se puede negar, “ni tapar con un dedo” (so pena de mostrarse como intolerante e ignorante) el gran beneficio que significó para el humanismo mexicano la llegada de ese nuevo humanismo europeo. La historia y el proceso de ese humanismo mexicano misionero, predicado y practicado, pasa ante nuestros ojos hoy día, como un película: Don Vasco de Quiroga y su obra en Michoacán; Fray Bartolomé de las Casas y su defensa abierta y valiente de los indígenas; Fray Julián Garcés, defendiendo la racionalidad y la libertad de los indios y afirmando de los niños indígenas que “es tanta la facilidad de sus ingenios… que escriben en latín y en romance mejor que nuestros españoles”; Alonso de la Vera Cruz, la fundación de innumerables colegios (Santiago Tlaltelolco, “donde se enseñaban a los indígenas latín, ciencias y artes y no para imponerles el yugo de la Iglesia, sino para injertarlos a la cultura universal”; el Colegio Agustino de Tiripetío, el de San Nicolás, en Pátzcuaro, etc.), que fueron verdaderos centros del humanismo indígena: Antonio Valeriano, Pablo Nazareno, Juan Badiano, Antonio Huitziméngari, hijo del Caltzonzin, etc.
Humanismo colonial.- Ya dentro de la época colonial, los humanistas mexicanos escribieron páginas gloriosas en todos los órdenes, pues basta enumerar algunos de ellos, para darnos cuenta de la verdad de esta afirmación: Bernardo de Balbuena, Juan Ruiz de Alarcón, Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Siguenza y Góngora, Fray Juan de Valencia. Y luego en el siglo XVII: Beristáin, Cabrera, Castorena y Ursúa, José Antonio Alzate, Julián Gutiérrez Dávila y el zamorano Juan Benito Díaz de Gamarra. Y el grupo de jesuitas desterrados que, rescatando mucho del humanismo prehispánico, pregonaron, dieron a conocer y exaltaron el humanismo criollo mexicano en toda Europa: Francisco Javier Alegre, Francisco Javier Clavijero, nuestro casi paisano Diego José Abad, Rafael Landívar, y otros más, de otra corriente, como los zamoranos Fray José Plancarte y Fray Manuel Martínez de Navarrete.
Humanismo del México Independiente.- Pareciera que la guerra de independencia, sus preparativos y desarrollo, hubieran podido suprimir o ahogar el humanismo mexicano, pero fue entonces cuando éste se levantó pujante, no tanto en la teoría, sino en la práctica y, sobre todo, fue entonces cuando los principios y las consecuencias del humanismo y, de manera especial, del humanismo mexicano (vivificado y fortalecido ahora con el humanismo francés), se llevaron al terreno de las acciones: realistas e insurgentes, “mochos y jacobinos” vivieron, comulgaron y compartieron el humanismo mexicano: Altamirano, el Nigromante, Guillermo Prieto, etc., por un lado; por el otro, Pesado, Segura, Montes de Oca, Roa Bárcena, etc. Lugar importante merece tener dentro del humanismo mexicano independiente Don Miguel Hidalgo (el Padre Gabriel hizo un excelente trabajo sobre el particular) y podemos decir que la inmensa mayoría de quienes fueron actores principales de ese movimiento fueron humanistas en grado sumo, puesto que estuvieron dispuestos a ofrendar hasta su vida por conquistar los derechos del hombre, derechos nacidos de ser el centro de la humanidad: libertad, independencia colectiva y particular, etc.
Humanismo del siglo XX.- Sería imposible enumerar a todos los mexicanos que en el siglo pasado se distinguieron por sus ideas y acciones humanistas, pero bástenos citar a algunos: José Vasconcelos, Federico Escobedo, Tirso Sáenz, Ángel Ma. Garibay, Octaviano Valdés, Emilio Vázquez Gómez, Toribio Esquivel Obregón, Belisario Domínguez, Andrés Molina Enríquez, Antonio de la Peña, Manuel José Othón, Manuel Gutiérrez Nájera, Luis González Obregón, Gregorio Torres Quintero, Amado Nervo, Ezequiel A. Chávez, Francisco Orozco Jiménez, Alfonso Reyes, Antonio Caso, Samuel Ruiz, Alberto M. Carreño, Julián Carrillo, Efrén Rebolledo y otros muchísimos más, añadiendo necesariamente a Gabriel y a Alfonso Méndez Plancarte.
De ese modo, como nos dice Don Samuel Ruiz: “La tradición humanista en México es una constante en la evolución, no sólo en la lengua, sino en nuestra manera de ser mexicanos, en ella florece nuestra historia y tradición en diferentes períodos, que lo van marcando irremediablemente”. Y añade en otra parte, como resumen y culmen del proceso del humanismo mexicano: “Ahora bien, si queremos dar satisfacción a esa voluntad nueva que se ha levantado, es preciso orientar la educación en un sentido humanista, el humanismo tiene una perenne actualidad, porque su espíritu no está limitado dentro del marco de tal o cual época histórica, como la Antigüedad o el Renacimiento, sino que trasciende del pasado a todos los tiempos. Ser partidario del humanismo en estos momentos no significa ser conservador y creer el retorno a lo antiguo. Cada momento histórico tiene su propio humanismo, desde el cual pueden enfocarse con nuevas perspectivas las inspiraciones humanistas que vienen del pasado”.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
Domingo, 26.07.2009, 01:45am (GMT-5)
11. Dos concepciones sobre el humanismo mexicano

Según lo dicho antes, existe un solo humanismo (el nombre), pero, debido a ciertas características especiales de cultura, de época, etc., se puede admitir que este tenga varias denominaciones (los apellidos) y, así, podemos hablar de un humanismo mexicano, con notas y características muy propias y que lo hacen distinto en lo accidental ante otros humanismos. Y precisamente, al pretender designar o enumerar las características que deben conformar dicho humanismo mexicano, en el siglo pasado hubo dos corrientes importantes, con concepciones distintas acerca de dicho humanismo, partiendo de los elementos que deberían constituirlo y fueron tan marcadas sus diferencias que hubo un momento en que se formó un laberinto y una selva de ideas que hicieron difícil el definir claramente la esencia del humanismo mexicano. Incluso el mismo Samuel Ramos llegó a escribir: “Entre la confusión de ideas en que hemos vivido en los últimos decenios de este siglo, se ha perdido la noción del humanismo”. Y porque a los hermanos Méndez Plancarte les tocó vivir y experimentar muy de cerca tal momento y tal circunstancia, creo interesante el recordar un poco tal coyuntura; más aún lo creo necesario por la importancia que ésta tuvo en la definición y en el proceso formativo del nuevo humanismo mexicano en nuestra Patria, ya que fue en ella cuando se aclararon y puntualizaron muchos conceptos, colocando a ambas posturas antagónicas en su lugar.
Una concepción incompleta y errónea del humanismo mexicano
La primera de esas posturas nació del momento histórico por el que atravesaba nuestro país y de una ideología que pugnaba por abrirse paso y establecerse completa y definitivamente en la sociedad mexicana, principalmente, a través de intelectuales, artistas y políticos. Efectivamente, el marxismo-leninismo contaba en México con innumerables y valiosos elementos en todos los niveles y sectores y de esa ideología y de sus consecuentes actitudes surgió, necesariamente, la concepción de un humanismo mexicano, totalmente adaptado a dicha mentalidad. Brevemente y para comprender tal postura, recordemos algunos textos y escritos que sirvieron de base y fundamento para tal hecho. Marx en el Manifiesto Comunista afirmaba: “Se ha acusado también a los comunistas de querer suprimir la Patria, la nacionalidad. LOS TRABAJADORES NO TIENEN PATRIA: no se les puede quitar lo que no tienen”. Según este principio, la nacionalidad no es sino “un conglomerado de siervos oprimidos por el grupo burgués”. Otro de sus pensadores escribía: “Gracias a los desarrollos de la historia, hemos llegado al FONDO: a comprender que…el patriotismo es un hábito malo, mezquino y funesto, puesto que es la negación de la igualdad y la solidaridad humanas”. Y si a estos principios y afirmaciones añadimos que una de las más importantes tareas de tales ideologías era la destrucción de toda religión (“opio del pueblo”), especialmente de la católica y de todo lo que ella significaba en la sociedad y en la historia, es fácil entender por qué se llegó a concebir el humanismo mexicano sin ninguna otra raíz y fuente que la cultura indígena y la que posteriormente, en la Colonia y época independiente, tuvo su origen y promoción en aquellos intelectuales mexicanos que mostraron aversión y encono (a veces bien fundado, pero nunca justamente concretado a la realidad cuantitativa y cualitativa) contra todo lo católico o hispano (como introductor y promotor, a veces indebidamente, de tal religión).
Poetas, escritores, muralistas y músicos (casi todos ellos, excelentes en su género y especialidad) trataron de conformar un humanismo mexicano con el rechazo absoluto de toda cultura extraña a la mexicana, sobre todo, si se trataba de cultura católica o que “oliera” a catolicismo y ubicando casi totalmente sus raíces y fuentes en la cultura indígena (desde luego excepcional y parte importante de nuestra actual cultura). Pero, queriendo mostrarse hondamente humanistas y profundamente nacionalistas, se olvidaron de que todo nacionalismo iba en contra de su ideología marxista-leninista y, lo que es más importante, de que uno de los frutos importantes y necesarios, con necesidad absoluta, de todo humanismo es la tolerancia, virtud que casi nunca (con honrosas excepciones) supieron mostrar, antes bien se mostraron intolerantes contra la tolerancia. Para confirmar y fundamentar las anteriores afirmaciones, cito algunos juicios de Don Alfonso Reyes y de Don Samuel Ruiz, personas de absoluta seriedad, de reconocida autoridad y libres de toda sospecha partidista o religiosa, quienes coinciden en señalar que se debe tener un aquilatamiento sereno y objetivo de los valores de la cultura indígena y que son parte esencial del humanismo mexicano, pero que el cerrarse a la influencia de otros humanismos sería tonto y suicida, ya que nos llevaría a poseer la estrechez de una grieta cultural, por donde podríamos asomarnos un poco al presente, pero nos incapacitaría para escudriñar la fértil raigambre del hoy y del ayer, para construir el futuro de México. Un humanismo concebido en tales términos sería un humanismo ramplón y raquítico, pues no estaría hecho a la medida del hombre, sino solamente a la de nuestros antepasados indígenas y carecería de la riqueza inmensa que los valores de toda la humanidad prestan a la concepción de un humanismo universal y eterno. Además un humanismo a la manera del materialismo filosófico, al negar el espíritu, no nos lleva al conocimiento del hombre, sino que lo mutilan, amputando todo lo que rebasa al hombre.
Un humanismo mexicano más auténtico, apegado a la realidad histórica
A raíz de la pretensión de algunos mexicanos de querer establecer un humanismo mexicano de tales características, surgieron las iniciativas de concretar la esencia verdadera y plena de tal humanismo y, haciendo a un lado políticas e ideas partidistas o religiosas, se llegó casi al consenso de que el verdadero humanismo mexicano es no sólo la cultura y valores prehispánicos, ni sólo la cultura y los valores greco-romanos, ni sólo la cultura y los valores de una nación colonizada e independizada, sino la aceptación de todas esas fuentes y raíces, su fusión y su posterior desarrollo. «La única manera de ser provechosamente nacional consiste en ser generosamente universal, pues nunca la parte se entendió sin el todo», llegó a decir tajantemente don Alfonso Reyes, refiriéndose a la falsa postura nacionalista y humanista de algunos mexicanos. Otros interesados en la búsqueda de un verdadero humanismo mexicano afirmaron: “… el humanismo en el que creemos y por el que trabajamos, es aquella condición característica del espíritu humano para realizar su ‘Ser en el mundo’, para llegar a ser aquello para lo cual estamos destinados a ‘ser humanos’ y es, en este sentido, que las artes y las ciencias, la filosofía y la política sólo pueden florecer en la simiente de la tradición humanista mexicana, pero también universal”. Y don Samuel Ruiz, refiriéndose a aquella encrucijada en la que se encontró el humanismo en México, decía, entusiasmado, que en México se estaba dando un despertar de la conciencia del yo nacional, pero advertía que tal despertar había dado lugar a posiciones equivocadas, como el nacionalismo exagerado o el punto de vista de los fanáticos europeizantes. Ambas posturas, excluyentes e individualistas, deben ser inaceptables, pero para construir el verdadero humanismo mexicano “es necesario un conocimiento del alma mexicana” y, ya teniéndolo, “tendremos las bases para explorar metódicamente la maraña de la cultura europea y separar de ella los elementos asimilables en nuestro clima…” Finalmente, afirma del humanismo y de la necesaria incrustación en él de nuestra educación: “La cultura en México ha tenido siempre el aprendizaje de resultados, de verdades hechas, sin reproducir el proceso viviente que ha conducido a esas verdades», por lo mismo afirma que la cultura y la educación en México no ha sido humana, perdiéndose así «la noción del humanismo» y aclarando que «ser partidario del humanismo en estos momentos no significa ser conservador y querer el retorno a lo antiguo. Cada momento histórico tiene su propio humanismo, desde el cual puede enfocarse con nuevas perspectivas las inspiraciones humanistas que vienen del pasado”. Y que puede hablarse en México de «una cultura ya objetivada en obras y de una cultura en acción»

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE 2
Domingo, 02.08.2009, 11:47am (GMT-5)

Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad
12.- El humanismo de los hermanos Méndez Plancarte

Cuando hablamos de ciertos personajes importantes, nos vemos empujados o tentados a alabarlos más de lo debido, cosa explicable, pero no admisible. Tengo la impresión de que a veces, al hablar del humanismo mexicano y de los Padres Méndez Plancarte, se exagera un poco al afirmar que ellos son los padres de dicho humanismo, ya que ser padre significa procrear, inventar y, aun teniendo en cuenta y aceptando que ellos significaron muchísimo para tal movimiento, no podemos decir que ellos lo hayan inventado o procreado. Los hermanos Méndez Plancarte, Gabriel y Alfonso, juntamente con otros varios mexicanos, de distintas y variadas ideas religiosas y políticas, pero poseedores de un mismo y verdadero nacionalismo y compartiendo el amor y aun la pasión por la verdadera cultura universal y mexicana, establecieron las bases para determinar lo que es y lo que debe ser el humanismo mexicano y pusieron todo lo que estuvo de su parte por hacerlo una realidad y por difundirlo y promoverlo. Más aún, no podemos negar que Gabriel y Alfonso le dieron un sello especial y enriquecieron el humanismo mexicano aportando una perspectiva especial, viéndolo desde un enfoque cristiano y sacerdotal, auténtico y objetivo.
Un humanismo universal y mexicano
Desde que Gabriel comenzó a convocar a pensadores e intelectuales mexicanos para reactivar, construir e identificar el nuevo humanismo mexicano, fueron varias las voces que se alzaron en su contra, utilizando argumentos dizque nacionalistas y epítetos injurioso e imágenes sarcásticas e hirientes. Pero él mismo, sin rebajarse al debate barato, con serenidad, con valentía y con la fuerza de la realidad, contestó a todo ello: “El humanista no es un ‘dómine’ enjuto de carnes y de mollera, fosilizado en la árida disección de lenguas muertas, momificado en la adoración de la antigüedad, preso como una araña en la tupida red de las minucias gramaticales y de las figuras retóricas, acartonado y estéril, como todo lo que huye del sol y del libre juego de la vida… El humanista auténtico no es eso. Para el genuino humanista, el estudio de las lenguas clásicas no es fin, sino medio; no meta, sino punto de partida; no mazmorra ni cárcel, sino ventana luminosa abierta al pasado y ancho camino abierto al provenir. Por el dominio del griego y del latín, el humanista se hace capaz de penetrar en una vasta zona de la cultura humana, cerrada al que no posee aquellas lenguas… El humanista no penetra en esos orbes como quien entra en una tumba egipcia y se queda absorto ante la hierática rigidez de las estatuas faraónicas y de las momias que no conservan más que una mueca de muerte que en vano pretende eternizar el gesto la pulsación de la vida… Humanista es quien mengua de la filial devoción a la patria, sabe ser y sentirse “ciudadano del mundo”… sabe creer en la inverosímil pero perdurable realidad: en la victoria final del Derecho sobre la Fuerza, de la persona dueña de sí misma sobre el ‘hombre-masa’ y sobre el dios Estado…” Y con su peculiar estilo: “Humanista es quien, aspirando el perfume de las viejas rosas inmarcesibles, lo acendra y lo trasfunde en las rosas juveniles que hoy abren sus pétalos bajo el ojo paterno y siempre joven del sol”.
Un humanismo cristiano
Pero, como decíamos, los hermanos Méndez Plancarte añaden al humanismo mexicano y al humanismo universal elementos importantes que los vienen a reforzar y aun a fundamentar. Efectivamente, si la esencia del humanismo es la consideración del hombre como centro del universo y de la sociedad, la doctrina cristiana confirma, reafirma y aclara tal esencia, ya que enseña que la creación del universo por parte de un Ser Supremo, la redención (el Hijo de Dios que viene a salvar al hombre del mal y del pecado y elevarlo a la dignidad de hijo de Dios), la fundación de una iglesia, la creación de los Sacramentos y mil cosas más, tiene como único objeto una realidad: el hombre. De tal verdad se desprenden los postulados de la defensa de la vida y de todos los derechos humanos que exigen justicia social, solidaridad, unión, tolerancia, respeto, etc. Más aún, el cristianismo, como religión, sublima el humanismo y todas sus manifestaciones de arte, cultura, etc., ya que pone al hombre, con su misticismo, en contacto con lo sublime y lo bello, que en su grado infinito, constituyen la Divinidad. El mismo Gabriel nos dice: “El humanista es el hombre que, mediante la asimilación de los más altos valores de la humanidad precristianas y su síntesis vital con los valores supremos del cristianismo, llega a realizar en sí un tipo superior de ‘hombre’ en el que la esencia humana logra florecimiento y plenitud… El humanismo cristiano es un superhumanismo, pero no como el de Nietzche, orgulloso, anticristiano y utópico…”
Testimonios sobre el particular
Pero dejemos que el testimonio de expertos en la materia (pocos y fragmentados, no por falta de ellos, sino por el espacio) nos confirmen la realidad del humanismo de los hermanos Méndez Plancarte y su verdadera ubicación dentro de él, no sólo a nivel nacional, sino también en el concierto universal:
Antonio Brambila: “Gabriel fue humanista y humano, estrechamente unidas ambas cualidades… Su humanismo no fue aquel en el que la Humanidad es un vocablo abstracto, ni un mero concepto sacado de la multitud de individuos, sino un humanismo que se basa en la fe de que el Hijo de Dios, quiso por amor hacerse también hombre, de nuestra raza y sangre para hacernos valer en sí mucho más de lo que podamos valer en nosotros… Revivió la sabiduría de los antiguos, pero no cerró los ojos a las múltiples y complejas manifestaciones culturales de nuestro tiempo”. Emilio Abreu Gómez: “Gabriel fue de los últimos representantes del humanismo mejicano. No buscó aplausos, ni se sumó a ningún criterio contingente. Trabajó solo, pero no a espaldas de Dios y de la vida… Yo en lo personal le debo una gran enseñanza: la humildad, con él aprendí a tocarme el corazón antes de hablar”. Ángel Ma. Garibay, apoyando a Gabriel: “Mi Méjico, que es el Méjico de todos los humildes, tiene dos raíces: la de los ancestros indios, más calumniados que conocidos (yo he pasado mas de treinta años estudiando su alma, no buscando sus inhallables huesos); la otra, la de los férreos hispanos (llevo mi vida estudiando sus hazañas y no acabo de admirarlos). De esa doble vena se forja Méjico. Pero más alto que Méjico está el Hombre”. Gómez Robledo: “Gabriel fue Humanista no pagano o a secas, para el que Grecia es el principio y el fin y que está siempre en trance ante la belleza antigua, como un sátiro ante un coro de ninfas… fue el humanista cristiano que ve todo y en todo lo positivo (lo divino analógico), por eso sabía comprender, era indulgente y tendía un especial encanto su persona…” Francisco González Guerrero: “Gabriel fue uno de los creadores del renacimiento humanístico de ahora. No fue un amante de lo caduco y lejos estuvo de ser un anticuario…iba al pasado, pero no se instalaba en el pasado; iba al pasado para fecundar el presente y el porvenir”. Juan Jesús Posadas: “Hermanó el pensamiento y el arte de variados escritores, como Alfonso Reyes, Ángel Ma. Garibay K. y otros muchos, sin contaminaciones políticas, ni ligas espúmeas”. Víctor Abiud, hablando del humanismo de los hermanos Méndez Plancarte: “Una fusión de los valores grecolatinos y el cristianismo. Humanismo geocéntrico, pero con la mirada en la humanidad avocada a destinos sobrehumanos y eternos. Desde el principio, el hombre es ser trascendente. No es el humanismo mexicano vano acervo de erudición, sino fuerza vivificante del alma nacional. Una sana comprensión de lo humano: culturas indígenas y un acendrado mexicanismo, fincado en raíces perennes y universales”.
Nota: me permito asegurar que, por falta de espacio, no he transcrito testimonios referentes al humanismo de Alfonso; pero de ninguna manera escasean tales testimonios y, sobre todo, debo señalar que lo que se dice de la labor humanista de Gabriel es aplicable a Alfonso, porque fue la de ambos una labor conjunta e íntimamente unida.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Segunda Parte.- Rasgos de su personalidad:
13.- Sacerdotes
Domingo, 09.08.2009, 12:27pm (GMT-5)
JORGE MORENO MENDEZ

No quisiera terminara esta segunda parte referente a la personalidad de los hermanos Méndez Plancarte sin hablar de su esencial y principal ocupación y oficio antes que ningún otro. En efecto Gabriel y Alfonso fueron literatos, periodistas, historiadores, humanistas, etc., pero, como nos dice Gloria Riestra, con relación a Alfonso (pero que bien se puede extender tal afirmación, en todo su sentido, a Gabriel): “El Dr. Alfonso Méndez Plancarte fue, antes y más que todo, Sacerdote: un gran Sacerdote de Cristo”. En efecto, los hermanos Méndez Plancarte cumplieron a cabalidad los diversos oficios y ocupaciones de los que hemos venido hablando, llenando plenamente las distintas facetas de su personalidad en esos varios sentidos. Pero su Sacerdocio fue la faceta de la cual ellos siempre se sintieron orgullosos, a la cual procuraron supeditar todas las demás y de la cual nutrieron todas sus actividades. Sin meternos en “honduras” de misticismos, grados de santidad y de virtudes religiosas (aunque para ellos todo ello formaba parte inseparable de su concepción sacerdotal), podemos afirmar, respaldados por los testimonios de quienes los trataron y convivieron con ellos, aun siendo de distintas y contrarias ideologías religiosas, que ambos fueron Sacerdotes en el sentido pleno de la palabra y según sus propias convicciones y libre decisión. Aunque sea brevemente, analicemos su postura y actuación como Sacerdotes en los campos y en la época en que se movieron y vivieron, destacando en ellas los valores humanos en los que las envolvieron. Esto lo haremos citando, como decía, algunos pocos de los muchos testimonios de quienes captaron tales valores y no tuvieron empacho en consignarlos por escrito para aquella y para futuras generaciones, haciendo notar que, en la imposibilidad de transcribirlos todos, me contentaré con algunos de ellos y que lo que de Gabriel se dice se puede aplicar a Alfonso, pues además de tener en común la fraternidad, la cultura y el Sacerdocio, también compartieron la forma de comportarse en su ministerio Sacerdotal.
Posesión de una identidad sacerdotal plena y objetiva. A partir de los años cuarenta y como consecuencia de las épocas de la Revolución y de la persecución religiosa, comenzaba en México a hacerse patente en los Sacerdotes una especie de desconcierto en cuanto su misión y ubicación en la nueva sociedad cívica-religiosa establecida. Tal desconcierto iría creciendo con el tiempo, a tal grado que, en los años noventa, el Sínodo de los Obispos reconocería que “Existe una profunda crisis de identidad del sacerdote, de sus funciones y de su inserción social que lo lleva a vivir aislado y a sentirse incomprendido, al grado de vivir profundamente desmotivado” Cuando el Sacerdote pierde o ve menguada su identidad, comienza a tener una visión y apreciación irreal y tendiente a lo negativo, tanto de su misma persona, como de su misión en la sociedad y esto ocasiona en él inseguridad, sensación de lejanía de Dios y de la gente, se va enfriando en su ministerio y no sabe si pertenece al común denominador de los fieles o a una clase especial y sacerdotal. Y todo esto puede provocar en él o bien un terrible complejo de inferioridad o un repugnante sentido de superioridad para hacer lo que no debe y para ser rechazado cada vez más por una sociedad que le pide ser lo que es. Los Padres Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte tuvieron siempre una visión clara de su Sacerdocio y de su misión en el lugar y en el tiempo que les tocó vivir, por lo que fueron estables en su fe, en su autoestima y en su trato con los demás. Vieron y practicaron su Sacerdocio no como cualquier carrera o profesión, sino como una misión especial de dar a conocer el Evangelio a gente de buena voluntad y aun a los que no la tuvieran. Su gran amigo, Octaviano Valdés, que los conoció a fondo y que, aunque lo afirmó de Gabriel (como lo hicieron otros más), nunca se hubiera negado a hacerlo también de Alfonso, escribió: “Todo eso (sus demás actividades) no hubiese servido, si hubiese tenido como columna vertebral de su obra una conducta sacerdotal intachable. No hacía o decía algo que desdijera de su vocación y de su Sacerdocio. Siempre fue Sacerdote y así se mostró siempre…”. José Ma. Chacón y Calvo: “Sacerdote ejemplar, firme adalid del catolicismo, poeta, humanista, investigador, crítico”
Autenticidad y coherencia. La autenticidad consiste en ser lo que se dice ser y en hacer lo que se predica hacer. Lo contrario de la autenticidad es la hipocresía y la no correspondencia entre el decir y el hacer. Si se es auténtico y se tiene coherencia, se tiene autoridad; si no, se permanece en el espacio del ridículo, la mentira y la deshonestidad. Siempre lo ha sido así, pero ahora más que nunca, cuando la sociedad va siendo más crítica y pensante. Los Padres Méndez Plancarte tenían autoridad, aun entre los no creyentes, porque eran auténticos y porque, si hablaban de paz, de tolerancia, de amistad, de bondad y de respeto, era porque ellos poseían y practicaban todos esos valores, es decir, vivían y obraban conforme a lo que predicaban, escribían y platicaban. El mismo Octaviano Valdés lo decía: “Tenía autoridad porque tenía autenticidad”. Y un amigo incrédulo llegó a decir: “Si algún día llegase la hora de reconciliar mi conciencia con Dios, el confesor natural habría sido el P. Gabriel, porque es auténtico”. José Luis Martínez: “…ciudadanos y sacerdotes ejemplares y auténticos”
Servicio. Característica esencial del Sacerdote debe ser el servicio, pues para eso se ordena y no para ser servido y los Padres Méndez Plancarte hicieron de su vida cultural, intelectual, social y sacerdotal un continuo servicio, sobre todo en este último plano. El mismo José Luis Martínez escribió: “Sabia perdonar y comprender a los amigos no creyentes, sin reproches, con su bondad esperaba el momento oportuno de que Dios se valiera de él para atraer a algunos. Bartolomé de las Casas: ‘El único modo de atraer a los pueblos a la verdadera religión es el de la más suave persuasión’. Pero Gabriel fue más allá: afinó tal persuasión por tratarse de humanos de susceptibilidad intelectual como profesión. La prueba está: todos los sintieron y lloraron”. Enrique González Martínez: “Nunca intenté llamarlo a mis zarzales, aunque él, sin apremio, quiso algún día llevarme a la tersura de sus arenas…” De nuevo Octaviano Valdés: “Su obra literaria no es lo principal de su vida sino sólo fue el instrumento que por amor a sus semejantes quiso poner… Acercamiento de los intelectuales más reacios… extremismos contradictorios, no quiso estar en uno de ellos, sino servir de puente para que ambos se unan en los intereses comunes…”
Valentía. Los Padres Méndez Plancarte fueron valientes no solamente para mostrarse Sacerdotes en esa época y en ese ambiente hostil (nunca fueron clérigos vergonzantes), sino para actuar contra las críticas y juicios contrarios de algunos de sus colegas en el Sacerdocio. Efectivamente, tuvieron que luchar para abrirse paso y conquistar como curas un lugar en la intelectualidad mexicana, entre librepensadores, comunistas y demás personajes anticlericales. Y para esto (sobre todo en esa época), se necesitan “agallas”. Por otra parte, debieron sufrir algunas críticas muy duras de otros Sacerdotes y aun de algunos Superiores que juzgaban (erróneamente y sin entender realmente el Evangelio) que a aquellas actividades culturales, literarias, etc. de los Padres Méndez Plancarte no pertenecían al ministerio sacerdotal. Providencialmente, los hermanos Méndez Plancarte, además de su valentía, contaron con la anuencia, el aplauso y la motivación de un gran personaje, bajo cuya autoridad eclesiástica trabajaron: Monseñor Luis Ma. Martínez, Arzobispo de México, de 1937 a 1956, hombre excepcional, de grandes virtudes, de visión abierta y amplia y que contribuyó enormemente al restablecimiento de nuevas relaciones entre la Iglesia y el Estado. Eduardo Olmedo Cotilla: “Tremendo problema para el catolicismo en México es su escasa influencia en la vida intelectual. Gabriel dio su mensaje a los intelectuales: elevación hacia lo sobrenatural, de comprensión mutua y de interés por lo mexicano genuino”. Y José Luis Martínez: “¿Los Superiores Eclesiásticos comprenderían la gigantesca labor de Gabriel?… Superó falsas tradiciones y necias confusiones mentales, y estaba al lado de causas justas, condenando las dictaduras y en pro de las causas liberales con sentido cristiano…” Alguien, hace poco, preguntaba, mostrando su ignorancia y fanatismo, refiriéndose a los hermanos Méndez Plancarte: ¿Para qué se harían curas? Creo que no hay ninguna respuesta para este tipo de preguntas y, si las hubiera, sería muy dura para quien la hace…
Mucho más se podría decir de los hermanos Méndez Plancarte como Sacerdotes, al servicio de la cultura y la sociedad mexicana. Pero en la imposibilidad de hacerlo, bástenos estas pocas pinceladas de esta faceta, la principal de ambos hermanos.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Tercera Parte.- Obras y breves comentarios
1.- Ábside, “un pequeño milagro”

Domingo, 16.08.2009, 12:53am (GMT-5)

Después de haber hablado de la vida y la personalidad de los hermanos Méndez Plancarte, me permito hablar un poco y más concretamente de sus obras, ya que en ellas se refleja su vivir y su manera de ser, que es lo que hemos tratado de vislumbrar en todos los anteriores artículos. Si interesante fue su vida, si su personalidad fue recia y admirable, ambas se reflejaron y concretaron en sus escritos y obras, de los cuales intentaré dar algunos datos y hacer breves comentarios, dejando que, con mayor profundidad y conocimiento, lo hagan otras personas con mayores capacidades que las mías. Y, como sería imposible e inadecuado hablar de los Padres Méndez Plancarte y de sus obras sin mencionar siquiera a ÁBSIDE, me permito hablar un poco de esta revista, obra interesante, importantísima y común de ambos hermanos; interesante por su historia, mantenimiento, duración y proceso e importante por su contendido, sus colaboradores y por su aportación a la cultura mexicana y universal.
Cristalización de una idea
Enero de 1937 nace ABSIDE: Gabriel Méndez Plancarte, Ángel Ma. Garibay (“hombre blanco y barbado poseedor de una hermosa cultura de humanidades, que en comarcas apartadas del Estado de México cultiva la poesía y estudia el otomí y el nahuatl para penetrar en nuestro maravillosos mundo indígena y enaltecerlo en páginas que aún no se marchitan y que, como el propio Don Ángel María, no llevan trazas de envejecer” y con quien la cultura mexicana está en deuda, tanto de conocimiento, como de reconocimiento), Antonio Brambila (maestro de varias generaciones de eclesiásticos, filósofo profundo y comunicativo y crítico atinado y constructivo) y Octaviano Valdés (condiscípulo, amigo entrañable de Gabriel y, como alguien lo llamó, “humanista superior, aunque escondido y callado”) tenían en común no sólo el sacerdocio, sino el amor y aun la pasión por la cultura. Y de los cuatro (con mayor o menor participación) nació la idea de infundir lo mejor y lo más humano del Evangelio en la cultura mexicana, creando para tal difusión una revista que fuera un “ámbito abierto e invitador para todo mensaje limpio, venga de donde venga; un centro de pacífica y amigable convivencia en el amor a la cultura; un hogar propicio para los valores consagrados y estimulante para los valores que surgen; una serena irradiación de Méjico hacia los hombres y los núcleos más esclarecidos de otros países”. Ardua y difícil tarea, si se toman en cuenta la época, el ambiente y las carencias económicas con las que se toparía; pero, como modernos Quijotes, se prestaron a luchar contra aquellos simples molinos de viento, pero, al fin, con aspas y golpeadores, teniendo como armas sus ideales, sus metas y la convicción de sus propias capacidades y de que, con todo esto, se podrían abrir paso y podrían aportar algo a la cultura y a las letras mexicanas, no luchando sino edificando, no construyéndose a sí mismos y a su fama sino a México, constituyéndose en aquella revista como “simples operarios de la cultura nacional, sin la deleznable semilla de la mezquindad, la discordia y la envidia”.
El nombre
¿Por qué el nombre de Ábside? Los cuatro eran conocedores de la cultura, del arte y de la religión y acertaron en el nombre de aquella revista. A simple leída, nada nos dice tal nombre, pero, definitivamente, en él se reflejó toda la intencionalidad de la revista y se marcó su destino y su camino. Efectivamente, ábside es la parte de una iglesia de determinado estilo, situada en su cabecera, generalmente, de forma circular. Su misma etimología del griego o del latín, así nos lo dice. Con el tiempo, esa parte de las iglesias, “rompiendo austeridades rectilíneas, aparece en las basílicas romanas de la tercera centuria como ámbito de paz y de arte, como símbolo de espiritualidad, como cercanía con la divinidad y como convivencia de culturas, de vida y de luces nuevas”. El mismo Padre Gabriel, con su peculiar estilo de decirlo todo con elegancia y claridad: “ábside: solidez, altura. Fulgor solar transformado por la policromía de los vitrales. Variedad lineal y cromática que se funde y resuelve en suprema armonía. Popa de la nave de piedra y de espíritu… Hiende la proa y desgarra horizontes. La popa deja, sobre el mar estremecido, una estela de luz”. El tiempo les daría la razón ya que Ábside abrió caminos y dejó huella en nuestra cultura.
Angustias, sacrificios, promoción y éxito
Sólo quien haya tenido algún cargo o responsabilidad, o se haya involucrado alguna vez en el mundo de las publicaciones, revistas y periódicos, puede valorar la revista de los Padres Méndez Plancarte, porque se da cuenta de lo que implica el moverse en ese mundo: desde la compra de la materia prima (papel, tinta, clichés, grabados, fotos, etc.), pasando por la redacción, el formato, la corrección, la promoción y llegando hasta la búsqueda de colaboradores, etc. etc. articulistas, dineros, papel, clichés, formato, corrección, etc. etc. En nuestro país han existido incontables periódicos y revistas, pero son pocos y pocas las que han tenido larga duración y menos aún las que han tenido trascendencia en los distintos campos de nuestra vida nacional. Ábside ha sido de las que “se han cocido aparte”: sus oficinas por mucho tiempo, la casa familiar de los Padres Méndez Plancarte, en Fresno 193 de la Colonia Santa María (al cumplir 10 años, se alquila una oficinita en Donato Guerra 1, “para platicar con amigos y colaboradores, facilitándoles la cercanía”); impresión, pulcra y elegante; contenido, insuperable y rico; mensual, al principio, y costando el ejemplar cincuenta centavos y cuatro pesos la suscripción anual, porque, como lo decía su fundador, “no es una empresa comercial, sino una obra desinteresada en el lucro e interesada cultura mexicana” Y, mostrando dotes de publicista, decía el mismo Padre Gabriel: “Ábside no ofrece grandes cosas, pero cumple más de lo que ofrece”. Todos los gastos salen, al principio, del bolsillo de ambos hermanos (que, por cierto no estaban muy llenos…); a los colaboradores se les motiva, invitándolos (entre broma y de veras) a que se sientan agradecidos por tener la oportunidad de colaborar a la cultura de México; luego, unos cuantos anuncios de los cigarros “Argentinos” y “Cumbres” que “afean, pero ayudan…” Y aunque Gabriel es el fundador, director, colaborador y sostenedor de la revista, Alfonso, sin tener desde un principio los dos primeros títulos, es uno de los principales colaboradores y ayudantes de su hermano, siendo además un “crítico de los más frondosos que ha habido en México, a la vez que el más temible, por la abundancia de sus conocimientos y por la fuerza de su inteligencia y de su juicio severísimo…”
Hay un capítulo especial (no es el único) en la vida de Ábside y sus relación con el Seminario de Zamora: el16 de diciembre de 1947, Gabriel le escribía al Padre Ramiro Vargas Cacho, compañero suyo en Roma y Rector entonces del Seminario de Zamora: “Para que ‘ÁBSIDE’ pueda seguir saliendo en 1948, necesitamos aumentar el número de suscriptores y elevar un poco el precio, a Diez pesos al año… ¿No sería posible colocar algunas suscripciones más entre los alumnos Filósofos y Teólogos de ese Seminario? Yo podría dejarles la suscripción, como lo haré con alumnos de otros Seminarios, a OCHO pesos anuales… una palabra tuya a los muchachos, recomendándoles la revista, serviría muchísimo… he tenido que dejar algunas clases que tenía afuera y que me servían para ayudarme al sostenimiento de la revista. Y ese es el origen de la crisis por la que ahora atravieso”. Y, posteriormente, el 16 de febrero de 1948: “ …mucho te agradezco todo lo que has hecho a favor de ÄBSIDE…Ya el Padre Valencia me avisó de que quieren que les mande 35 suscripciones, lo cual significa un aumento muy considerable en el número de las mismas colocadas ahí. Mil gracias… El número 1 del año saldrá, D.m., a principios de marzo”.
Y los frutos de Ábside en el Seminario de Zamora no se hicieron esperar: la Academia Literaria de San Juan de la Cruz, la publicación de la revista SPES, una generación de varios alumnos humanistas y literatos (Francisco Valencia Ayala, Francisco Elizalde, Luis Gustavo Franco, etc.). Muy justamente el Padre Gabriel llamaba a Ábside “el pequeño milagro”.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Tercera Parte.- Obras y breves comentarios:
2.- Ábside, un tesoro inagotable

Domingo, 23.08.2009, 12:13am (GMT-5)
Las etapas de Ábside
Ábside nacía en enero de 1937, pero 12 años después, en diciembre de 1949, su Director, su alma y su principal sostenedor, Gabriel Méndez Plancarte, moría. Se creyó entonces que, con él, moriría también la revista, debido, por un lado, a las dificultades económicas por las que atravesaba aquel “pequeño milagro” y, por el otro, a las condiciones físicas en que se encontraba Alfonso, su lógico y natural sucesor en su dirección. Pero surgió en el hermano menor el coraje de la familia y, sobre todo, su pasión por la cultura y su entrañable amor al hermano que desaparecía y tomó la estafeta, continuando Ábside con los mismos lineamientos, la misma pulcritud, con idéntica generosidad”, como lo demostró en enero de 1950, en el primer número a su cargo, número dedicado totalmente a la memoria y el reconocimiento del triple hermano que había partido hacia el Padre.
A los seis años, en febrero de 1955, al morir Alfonso, nuevamente la revista se vio en la disyuntiva de seguir con vida o desaparecer con los hermanos Méndez Plancarte, pero otro Alfonso, esta vez apellidado Junco, empuñó el timón de Ábside, con el mismo propósito: sembrar la cultura en México y, con ello, servirlo. Dedica también su primer número a la memoria del tocayo y amigo Alfonso Méndez Plancarte. En 1974 muere Alfonso Junco y, esta vez, toma su lugar en la dirección de Ábside Eduardo Enrique Ríos, quien logra sostener la revista por unos cuantos años más.
Contenido de Ábside
La Biblioteca del Seminario de Zamora cuenta con la colección completa de la revista Ábside y yo he contado con la suerte de poder tenerla en mis manos y confieso que, al verla, al tocarla, al hojear sus páginas, he tenido la sensación y la conciencia de tener en mis manos una inagotable riqueza literaria, histórica, critica; la he acariciado como quien acaricia una joya, con fruición, con placer, pero pensando que esta no es una joya ajena y que no sólo tenemos esa posibilidad, sino que podemos hacerla nuestra, gozando y nutriéndonos con la belleza de las ideas, de los conceptos y los horizontes contenidos en ella. Esta experiencia me ha hecho comprender y aceptar del todo lo que Fernando Díez de Urdanivia decía de Ábside: “Asombra el caudal espléndido de ábside….Pocas revistas suscitan el deseo de mandarlas empastar por tomos, para mantener su presencia en los anaqueles donde hemos acumulado los libros entrañables”.
Efectivamente, los 43 volúmenes de Ábside con sus cuatro mil colaboraciones representan para la cultura mexicana y universal un tesoro increíble por su variedad, pero sobre todo por su calidad: arte, literatura. historia, sociología, poesía, ensayos de todo género, crítica, controversia de altura, filosofía, teología, etc. Baste enumerar algunos de sus artículos para darnos cuenta y poder afirmar lo anterior:
El pseudo nacionalismo marxista.- El acta de bautizo de Sor Juana.-Morelos.- Primor y primavera del «Hai-Kai»-.Las poesías completas de Díaz Mirón.-Los Villancicos de D. Felipe Santoyo.- Piezas teatrales en la N. E. siglo XVI.- Tito Lucrecio Caro-. Cumplesiglos de la UNAM.- Rubén, la primavera innumerable.- Rosas sobre la tumba de Nervo.- La excomunión de Hidalgo.- Inéditos de Nervo.-Tres poemas aztecas.-Los poetas aztecas ante la muerte.-El enigma otomí.-Dos metamorfosis de Ovidio.-Notas sobre el alma griega.-El Existencialismo.-Estudios de humanidades.-Los Jesuitas y la Independencia.-Esencialismo y existencialismo.-Integración y formación clásica.-El Sumidero-Leyenda de Chiapas.-Clases sociales y lucha de clases.-La redención del proletariado.-Acuarelas de Zamora.-Camécuaro.-Notas de Platería.-Sobre la muerte de Bergson.-Para siempre (crítica de una novela).-Resurrección de Ifigenia.-Hidalgo, Reformador intelectual.-El pensamiento filosófico mexicano.-La cultura como libertad.-Hidalgo y la Inquisición.-El Clero y la Independencia.-El sistema filosófico de Vasconcelos.-Hacia la justicia social.-Los principales pintores de la N. España.-Diario de Concha Urquiza.-Epistolario con González Martínez.-Filosofía y lenguaje.-De la música y la medicina.-Grafoanálisis: Nervo, Velarde y Vasconcelos.-Apellidos de Nuevo León.-Religiosidad de don Justo Sierra.-Alfonso Reyes anecdótico.-Sor Juana y la música.-De la controversia con Antonio Caso.-Diego José Abad y su poema heroico.-Amado Nervo en la música mexicana.-Amado Nervo jalisciense y no nayarita.-El matriarcado de ayer y hoy.-Diálogo epistolar sobre Juárez.-Rosario Castellanos, etc.
Para muestras con unos botones basta…
Los Colaboradores de Ábside
Si sorprendente es el contenido de Ábside, no lo es menos “la nómina” de sus colaboradores, tanto desde el punto de vista de la cantidad y la diversidad, como de su altura y valer. Fueron numerosas las plumas de mexicanos y extranjeros (distinguidos en su manejo y expresión) que se pusieron, con entusiasmo y generosidad, al servicio de la revista y, a través de ella, al servicio de la cultura de México y del mundo. La diversidad de los temas por ellos tratados, así como la diversidad de sus ideologías y tendencias, unidas a la distinción de edades y de consagración, encontraron en Ábside un cauce maravilloso para la genuina construcción de un humanismo universal y mexicano. Como alguien escribió, refiriéndose a los colaboradores de la revista que “sobre cualquier diferencia de convicciones, contó con el concurso de escritores profesionales o noveles. Si son católicos ¡qué bueno! Si no lo son ¡qué gusto tenerlos bajo su signo!” Permítaseme echar una ligera “ojeada” a algunos de los nombres que figuran en las páginas de Ábside:
Desde luego los hermanos Méndez Plancarte, Alfonso Junco (“fervoroso poeta católico, escritor, historiador y a veces cronista de la fiesta de los toros”); Alberto Ma. Carreño (académico de la Lengua el 13 de junio de 1960); Agustín Yáñez (“hombre de valer, que respeta y admira el pasado, venera la tradición y siente el arte”); Alfredo Maillefert (“el que loa los dones y primores de Michoacán”); Ángel Ma. Garibay K. (del que ya hemos hablado, pero del que falta mucho por hablar); Antonio Gómez Robledo (“reconocido como el mejor helenista de America Latina y quien dedicó su vida al estudio de la filosofía”); Antonio Castro Leal (“Ensayista, cuentista y poeta, se distinguió dentro del ensayo por sus numerosos prólogos y estudios críticos acerca de la literatura mexicana”); Francisco Alday (“que pone luz de arco iris en las páginas de ábside”); los serios historiadores Jesús García Gutiérrez y José Bravo Ugarte; Manuel Ponce, el de Tanhuato ( “cuya principal virtud es su capacidad, rara en un poeta religioso de originalidad formal, estética y moral”); Nemesio García Naranjo (“abogado, periodista y escritor y político); Jaime Torres Bodet (“diplomático, escritor, ensayista y poeta mexicano y director general de la Unesco); Salvador Novo (“poeta, dramaturgo, cronista y ensayista mexicano, uno de los escritores más cultos y de mayor instinto literario de su generación); José Vasconcelos (“prosista acerado y brioso”); Ezequiel A. Chávez (“el de la prosa limpia, lenta y candorosa”); Miguel León Portilla (“antropólogo e historiador mexicano y autoridad principal en materia del pensamiento y la literatura). Y ¿qué decir de Don Alfonso Reyes? Y no podían faltar las mujeres, con su sensibilidad, arte y delicadeza: Emma Godoy (“mujer admirable, defensora de los derechos de los ancianos y escritora profunda y valiente”); Concha Urquiza (“con su pura voz poética, voz de robusta inspiración viril”); Gabriela Mistral (“chilena, poeta, maestra, escritora, cantó a la maternidad, al amor y a la muerte”); Rosario Castellanos (“escritora que cultivó todos los géneros, desde la poesía hasta el periodismo, preocupada por la situación de los indígenas de su país y por la de la mujer en América Latina”). Y junto a ellas, Estrella Genta, Patricia Cox, Gloria D. Calhoun, Esther M. Allison, Ma. Enriqueta González P. y otras.
A todo el material de Ábside, se deben añadir las incontables y excelentes obras editadas “Bajo el signo de Ábside”, hermanadas con la revista por su patrocinio y por la altura de su contenido y la calidad de su presentación. Realmente Ábside fue y sigue siendo un “pequeño milagro” y un tesoro inagotable.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE. S
Tercera Parte.- Obras y breves comentarios
3. Obras de Gabriel
Domingo, 30.08.2009, 01:17pm (GMT-5)
Para terminar esta maratónica serie acerca de los hermanos Méndez Plancarte, me voy a permitir hablar un poco acerca de algunas de sus principales obras escritas, aunque con la advertencia de que, son tan numerosas, que apenas si es posible en estos breves espacios el enumerarlas y, si acaso, decir algo sobre algunas de ellas. Por otra parte, todas ellas son dignas de ser analizadas profundamente, tarea que otros más capaces de emprenderla lo han hecho ya y lo seguirán haciendo sin duda, incluyendo todas aquellas que han sido dadas a la luz pública después de su muerte y las que aún hacen falta dar a conocer. La cantidad, la diversidad, la calidad y la profundidad de la obra escrita por los Padres Méndez Plancarte son algo por lo que vale la pena que todos aquellos amantes de la cultura la conozcan, la analicen y la promuevan. En este espacio sólo mencionaré, como lo decía, algunas de las principales obras escritas tanto por Gabriel como por Alfonso, sin hacer otra cosa, además de la mención, que dar una brevísima noticia acerca de algunas de ellas. Y comenzaré por las de Gabriel.
HORACIO EN MEXICO, para algunos fue la obra de Gabriel de más vastas proporciones, engendrada y nacida de su amor entrañable a Grecia, a Roma y a México y para que los mexicanos conociéramos nuestras raíces grecolatinas. Esta obra fue editada por la Universidad de México en 1937, cuando empezaba a sonar fuerte el nombre de Gabriel Méndez Plancarte y fue similar y paralela a la de Menéndez Pelayo en España, HORACIO EN ESPAÑA. La ocasión de esta edición fue para celebrar el bimilenario de Horacio, “el más lírico, el más humano y el más profundo de los poetas latinos” y, en ella, Gabriel nos señala el proceso de la poesía horaciana en México, desde su inició hasta su hermano Alfonso, pasando por Don Joaquín Fernández de Lizardi, autor de El Periquillo Sarniento y, como el mismo Gabriel lo dice, mucho que se hubiese sorprendido el Cisne de Ufanito “si alguna sibila le hubiese dicho que 19 siglos más tarde, a miles de leguas de las columnas de Hércules, un mocetón listo y perdulario conocido por Periquillo Sarniento, habría de llamarle el gran Horacio”. Aprovecha también Gabriel la descripción de este proceso de incrustación de Horacio en México para hacer una crítica equilibrada de la historia de nuestra literatura.
Su poesía, aunque no fue numerosa, como la de algunos otros poetas, si fue lo suficientemente valiosa por su calidad, sensibilidad y tema. Ya veíamos cómo Gabriel, desde que estaba estudiando en Roma, le enviaba a su padre, Don Perfecto, las poesías que, en medio de sus profundos estudios de teología y filosofía, su vena e inspiración le hacían concebir y volcar al papel y cómo éste, en complicidad con Alfonso Junco, las editaron con el título de PRIMICIAS, incluyendo poesías aun de su niñez y hasta el año de 1927. Resaltan en las poesías escritas por el Padre Gabriel algunas, tanto por su relación con su natal Zamora, como por su amor a la naturaleza y su sensibilidad sacerdotal y cristiana: A Zamora, Cinco poemas, Retorno a Zamora, Chapala, Las montañas evangélicas, Poema del cáliz (como veíamos compuesto para la celebración del Congreso Eucarístico en el Seminario de Zamora), etc. Podemos recordar lo que con relación a la poesía de Gabriel, dejaron escrito algunos de sus críticos: “Manejaba todas las medidas clásicas con sobria elegancia y envidiable y casi insuperable perfección”. “Áureas y primaverales (sus poesías de PRIMICIAS) donde ya, alborozadas, viajaban hacia nosotros las teorías de sus más poéticas esencias. Acá vienen y hacen nido en la ronda de sus más recios hermanos”. Y Don Alberto Ma. Carreño: “Supo libar mieles en las flores más aromáticas y de más bellos matices, flores comparables sólo con el néctar que ofrecen a quien sabe acercarse a ellas sin ajarlas, como lo practican la abeja o la libélula, que obtiene la riqueza que ambicionan, dejando intacto el grácil cofre donde se guarda el tesoro que anhelaban conseguir”. Sólo leyendo debidamente la poesía de Gabriel se puede saborear y gozar con fruición su arte y sensibilidad.
Unida en cierta forma a su poesía están sus Salmos y Odas que nos regaló en varias entregas: ODA SECULAR GUADALUPANA que leyó en el Congreso Nacional Guadalupano en la Catedral de México, el 8 de diciembre de 1931; SALMOS Y ODAS, publicados en 1947, los Salmos, con la intención de traer a nuestra la poesía la forma paralelística y concéntrica del Salterio bíblico, forma bella y pedagógica y que alguien así los calificó: “Salmos rumorosos, olientes a los cedros del Líbano que se mecen majestuosos en las sacras páginas de la Biblia; el manojo de tus salmos que nacieron y vivieron desde las raíces más hondas de tu alma”; las Odas, en las que manifiesta sus vivencias personales, su amor a la Patria y su interés por los personajes que la forjaron: La liberación de Roma (en la que deja entrever la trascendencia que tuvo en su vida su estancia y permanencia en la Ciudad Eterna), Oda Triunfal, Oda y Elegía a la Victoria, a Cortes, a Acapulco, etc. Y luego en NUEVOS SALMOS Y ODAS, en las que nos hace escuchar “las voces selectas de Paul Claudel y de la Biblia y tus propios e íntimos acentos, como aquella en que cantaste a la Palabra y a la palabra que pronuncian todos los poetas”.
Si Gabriel era eminentemente humanista, claro está que se interesaría por conocer y dar a conocer la historia del humanismo en nuestra Patria y así escribió, en 1940, HUMANISTAS DEL SIGLO XVIII, que es una selección de los jesuitas mexicanos desterrados a Italia en 1767 “que difundieron en Europa el esplendor intelectual autóctono”. En este mismo sentido debemos añadir su INDICE DEL HUMANISMO MEXICANO que fue una Conferencia dictada por él en la sala de Bellas Artes, el 10 de enero de 1944, pero que fue luego editada y difundida profusamente, dada su importancia y la luz que proyectó en el estudio del humanismo mexicano. En ella, Gabriel analiza también los rasgos comunes del grupo de los mencionados humanistas jesuitas desterrados, como Francisco Xavier Alegre, Clavijero, Abad, etc., pero insistiendo y probando en ellos “sobre todo su arraigado mexicanismo que impregnaba muchas veces de nostalgia sus escritos y sus versos y los hacía clamar por la Patria, que no volverían a ver más, con voz ahogada de tristeza”.Poco después, en 1946, apareció HUMANISMO MEXICANO DEL SIGLO XVI, que, juntamente con la que preparaba de los del siglo XVII, fue una Antología de tales humanistas con excelentes anotaciones y comentarios.
HIDALGO, REFORMADOR INTELECTUAL: fue este un estudio profundo de Gabriel sobre la obra de Hidalgo: “Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología escolástica” y de este estudio baste recordar lo que de ella escribió: “Pasiones sectarias que al paso de los años no dan traza de asentarse, han originado en nuestro medio, que al forjador e iniciador de nuestra independencia mexicana se le juzgue desde extremos irreconciliables: o monstruo detestable o héroe inmaculado: el Doctor Méndez Plancarte, con equilibrado respeto a su figura, ahonda en las fuentes de la cultura de Hidalgo y pone de relieve el casi desconocido alcance civilizador de sus ideas”

• DON GUILLEN DE LAPORT Y SU REGIO SALTERIO: Un hallazgo y publicación de este salterio (con notas y exégesis importantes) compuesto por aquel “desdichado don Guillén a quien la Inquisición le aquietó los ímpetus para levantarse con el reino de la Nueva España”. Es la vida y la obra de uno de los aventureros más agitados de nuestro siglo XVI y entre sus obras: Salmos penitenciales y poemas cristianos en limpio castellano, publicado en 1948.
Al morir Gabriel tenía ya terminadas RAIZ Y FLOR DE MEXICO y LA LUZ DE CRISTO y listas para la imprenta PUBLIO OVIDIO NASO. Metamorfosis. Y preparaba HISTORIA DEL HUMANISMO EN MEXICO, obra exhaustiva sobre el tema y que truncó su muerte y BIBLIOGRAFIA LATINO-AMERICANA, obra que le había encomendado la Unam. Dejó además en proceso y ya muy adelantadas las siguientes obras: ANTOLOGIA DE POETAS LATINOI-AMERICANOS. CLEMENTE DE JESUS MUNGUIA, EL Jurista, el educador, el filósofo, el orador, del que Gabriel fue gran admirador porque fue su gran conocedor (cosa que no nos sucede en la actualidad, pues Clemente de Jesús Murguía es para nosotros un perfecto desconocido). Y otras muchas obras más que algún día conoceremos.
Ante la enorme y excelente obra escrita por el Padre Gabriel Méndez Plancarte, en mi real pequeñez y sincera admiración, sólo acierto a preguntar: “¿cómo le hiciste, Padre Gabriel, para escribir tanto y tan valioso?”

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE. S
Tercera Parte.- Obras y breves comentarios:
4.- Obras de Alfonso
Domingo, 06.09.2009, 01:28pm (GMT-5)

Hacer la bibliografía de Alfonso Méndez Plancarte debe ser, además de fascinante e interesante, algo laborioso, debido a lo numeroso de sus obras y a la variedad de los temas por él tratados. Sin atreverme ni pretender realizar tal labor, me contento con hacer una rápida enumeración de algunas de sus obras, acompañada de un breve comentario, sólo como una simple información y no como un profundo análisis:
Tal vez unas de las obras más importantes de Alfonso Méndez Plancarte fueron las referentes a Sor Juana Inés de la Cruz, de las cuales podemos recordar las que alcanzó a publicar en vida y lo que dejó pendiente para darse a la imprenta. Publicó la primera parte de las OBRAS COMPLETAS DE SOR JUANA INES DE LA CRUZ, en las que incluyó tres partes o secciones: 1) lírica personal, 2) Villancicos y letras Sacras y 3) Autos y loas y, poco tiempo después, EL SUEÑO DE SOR JUANA, en la que, además de una magnífica introducción y una no menos excelente notificación, prosifica una buena parte de los versos de Sor Juana, buscando que se le comprendiera más clara, profunda y realmente. Al morir tenía ya casi preparada la otra parte de las OBRAS COMPLETAS DE SOR JUANA, incluyendo en esta ocasión 1) el teatro profano, 2) su prosa y 3) Fama póstuma, que es una rica y bien escogida antología de la misma Sor Juana. A propósito de la obra sorjuaniana de Alfonso, uno de sus contemporáneos y amigos escribió que hacía un buen cuarto de siglo que parecían agotados los estudios y las investigaciones sobre Sor Juana. Marcelino Menéndez y Pelayo, en España, Karl Vossler, Pedro Henríquez Ureña. Amado Nervo, con su novelada Juana de Asbaje. Manuel Toussaint, Ezequiel A, Chávez y Ermilo Abreu Gómez… Pero llega Alfonso con la edición de sus obras completas, depuradas, desmenuzadas y se completa y perfecciona la tarea de todos ellos. El mismo escritor nos dice que amó y respetó a Sor Juana “y por ella no vaciló en romper lanzas con fiereza y pasión, sin tomar en cuenta las heridas que pudo causar y que felizmente la bondad de su espíritu cristiano restaño en tiempo, para bien del crítico y del criticado”.
Otro tanto se pudiera decir de la obra del Padre Alfonso realizada en torno a Amado Nervo y, gracias a él, a sus investigaciones, análisis y ediciones de sus obras inéditas, conocemos mejor al poeta nayarita. Entre otras, podemos citar las siguientes: POESIAS COMPLETAS DE AMADO NERVO, con un maravilloso estudio de Alfonso sobre ellas, con notas interesantes y crítica constructiva; en colaboración con Francisco González Guerrero, publicó las OBRAS COMPLETAS DE AMADO NERVO, para más tarde regalarnos con PRIMAVERA Y FLOR DE SU LÍRICA, con un magnífico prólogo y una atinada selección de ella. Realizó además un estudio sobre el mismo Amado Nervo en LA MAÑANA DEL POETA, dando a conocer varias de sus prosas y rimas inéditas, así como varios manuscritos, encontrados por él en sus correrías por bibliotecas, archivos y tiendas de libros viejos. En la revista Ábside publica varios artículos sobre el mismo poeta: Arte y alma de Nervo, Amado Nervo, Rosas sobre la tumba de Nervo, Inéditos de Nervo, Prosas y versos para Margarita y “La última luna”, un breve libro inédito de Amado Nervo.
Obra importante también de Alfonso fueron: ODAS DE HORACIO (Horacio, fue uno de los autores favoritos del Padre Alfonso, ya que fue un “poeta suave, cívico, casero, cantor de la tranquilidad, del orden, del equilibrio moral”), obra que logró una excelente versión rítmica del poeta latino, enriquecida con notas y comentarios y publicada por la UNAM. Fueron 40 obras selectas las traducidas, logrando hacerlo con el número, ritmo y acento parecido al original en latín y aunque a veces las traducciones echan a perder la obra original, no sucedió con ésta, más aún, Alfonso puso su propia alma y estilo que coincidían con el alma y el estilo de Horacio. Tradujo, también del latín, la obra de Juan Bautista Balli, ORACION EN LAUDANZA DE LA JURISPRUDENCIA, enriqueciendo la traducción con notas y comentarios. Conocedor y maestro de la poesía y de la métrica, Alfonso nos dejó excelentes obras sobre el particular: PRIMOR Y PRIMAVERA DEL HAI-KAI, TEORIA GENERAL DEL RITMO EN EL VERSO CASTELLANO (en colaboración con el poeta Daniel Castañeda, el cual luego la terminó, después de la muerte de Alfonso), METRICA ESPAÑOLA Y METRICA HISPANO-LATINA (obra que fue elaborando desde su adolescencia en el Seminario y que terminó siendo una de las más completas en su género).
Al mismo Alfonso Méndez Plancarte le debemos el conocimiento de algunos poetas desconocidos y un mejor conocimiento de otros ya conocidos, como podemos constatarlo en las obras que a este respecto escribió: POESIAS COMPLETAS DE RUBEN DARIO, POETAS NOVOHISPANICOS (una antología de ellos, acompañada de profundo estudio sobre la obra de cada uno de ellos), EL CODICE GOMEZ DE OROZCO (con un estudio, y excelentes notas), LEON MARCHANTE, JILGUERILLO DE DIOS (y olvidado poeta del siglo XVII), DIAZ MIRON, POETA Y ARTIFICE (trabajo enviado al certamen realizado en Veracruz con ocasión del centenario del gran poeta), JUAN JOSE DE ARRIOLA, DECIMAS DE SANTA ROSALIA, OBRAS COMPLETAS DE HERNANDO DOMINGUEZ CAMARGO (obra que estaba realizando por encargo del Instituto Caro Cuervo de Colombia). Varios otros poetas ocuparon la atención y merecieron la investigación y crítica del Padre Alfonso y sería imposible citarlos a todos en este breve espacio: López Velarde, Padre Placencia, Francisco Alday, Gloria Riestra, etc.
Alfonso dejó un valioso legado referente a grandes personajes, ancestros suyos unos y otros no, publicando varias biografías, llenas de comentarios, notas y documentos por él encontrados: EL BUEN BENEFICIADO PEDRO PLANCARTE (notas escritas por el jesuita Francisco Ramírez, pero enriquecidas con notas y comentarios valiosos del Padre Alfonso), FRAY JOSE ANTONIO PLANCARTE (un gran poeta de fines del siglo XVIII y al que no se le ha hecho justicia), VIDA DEL PADRE ANTONIO PLANCARTE Y LABASTIDA (con documentos inéditos y apuntes apropiados del Padre Alfonso, obra que quedó en poder del P. Octaviano Valdés para ser luego publicada), PADRE JOSE PLANCARTE IGARTUA, CLEMENTE DE JESUS MUNGUIA ZAMORANO, CLAROS VARONES DE ZAMORA, LA EXCOMUNION DE HIDALGO, EL CUMPLESIGLOS DE LA UNAM, etc.
Finalmente, no podemos dejar de mencionar algunas de sus obras de carácter religioso y otras nacidas de su amor hacia su tierra zamorana: EL GRANO DE MOSTAZA (doctrina y moral católica con una serie de comentarios sacados de Alfonso, inspirado en el Catecismo de Gasparri), NOVENA EN HONOR DE NTRA. SRA. DEL BUEN SUCESO (con valiosas notas históricas con relación a esta imagen zamorana), EL CORAZON DE CRISTO EN LA NUEVA ESPAÑA, DOS TEXTOS CATEQUISTICOS: RIPALDA FRENTE AL GASPARRI (obra nacida de la controversia entre estos dos Catecismos), GUADALUPE EN MÁS PLENO FULGOR LITÚRGICO y otras más. Entre lo relacionado con Zamora, es preciso recordar su bello poema “Romance viejo de La que ganó a Zamora en una hora”, compuesto para la celebración del Centenario de la Jura del Patronado de la Inmaculada y declamado por el entonces recién nombrado Canónigo y estimado discípulo suyo, Francisco Valencia Ayala, recientemente fallecido.
Faltaría mucho para enumerar por completo las obras de Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte. Después de muerto Alfonso se encontró en un sobre cerrado su última voluntad, manuscrita el 5 de junio de 1954 (8 meses antes de morir) en la que se leía, entre otras cosas: “De mis papeles literarios y los de Gabriel, ruego a mis queridos amigos Octaviano Valdés y Alfonso Junco se tomen la molestia de revisarlos, destruyendo o guardando lo que convenga, o añadiéndolos a la misma biblioteca que irá al Tecnológico”. Y a Monterrey, precisamente, fueron a parar muchos de los escritos de los hermanos Méndez Plancarte, debido a diversas circunstancias. ¿Por qué no están en Zamora?
NOTA: Al terminar este serie de artículos sobre los hermanos Méndez Plancarte, sólo me resta dar las gracias a GUÍA por su hospitalidad y dar las gracias también a los que la leyeron, porque fue para mí un honor y un privilegio el que lo hicieran y los honores y privilegios se agradecen; ojalá estos sencillos artículos hayan servido de algo, es mi deseo, así como mi temor es que el interés por conocer a los Padres Méndez Plancarte, despertado por la celebración de su año, vaya a ser sólo “llamarada de petate” y que su obra no tenga la trascendencia debida. Falta mucho por conocer de ellos, pero, sobre todo, falta que el conocimiento de su obra y el legado que en ella nos dejaron sea conocido no únicamente por pequeños grupos de intelectuales, sino por el pueblo, ya que la cultura no es patrimonio exclusivo de los primeros, sino de todos, aunque en distinto nivel y profundidad.

Jorge Moreno Méndez

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GABRIEL Y ALFONSO MENDEZ PLANCARTE
Domingo, 28.06.2009, 10:10am (GMT-5)
La crítica como arte y su técnica
A reserva de analizar más adelante, específicamente y con cierto detalle, algunas de las ediciones críticas de los hermanos Méndez Plancarte, me permito señalar la forma en que desarrollaron esta faceta de su personalidad y actividad a la que dieron suma importancia y se dedicaron apasionadamente, consiguiendo óptimos frutos en ella. Pero antes de tal señalamiento, creo conveniente puntualizar, de una manera sencilla, resumida y según los cánones más comunes, qué es y cómo debe practicarse la verdadera crítica para que deje de ser un simple chismorreo, un mero afán de molestar o destruir o un escape para la intolerancia y el orgullo. En el diccionario de la Real Academia Española y apegándose a su etimología (críticos = el que juzga), se define la crítica como “el arte de juzgar de la bondad, verdad y belleza de las cosas”; y en la Enciclopedia Británica como “la técnica de juzgar las cualidades y valores de un objeto artístico, tanto en materia de literatura como de bellas artes”. Dedicarse a la crítica en este sentido y con tal objeto es, sin duda, una labor ingrata y peligrosa. Ingrata porque muchas veces es motivo para ganarse enemigos gratuitos y acérrimos, fruto del orgullo o de la “quisquillosidad”; peligrosa, porque si no se tiene la capacidad y la altura para ser un buen crítico, es fácil caer, como apuntábamos, en el simple chisme, en la simple censura, en el encono o en el desahogo de sentimientos muy personales y de juicios nada objetivos y erróneos.
Sabemos que para ser buen crítico se requiere una serie de cualidades y disposiciones en el individuo que pretende serlo, entre las cuales podemos señalar algunas: la honestidad, que exige que quien realice la crítica (tanto en lo positivo, como en lo negativo de ella), la fundamente en argumentos consistentes y valederos y con criterios más allá de los estrictamente personales y sin dejarse llevar por sentimientos de antipatía o simpatía; una formación cultural propia y una claridad intelectual que, unidas al conocimiento de lo que critica, sean suficientes para poder realizar la crítica y dar a conocer su valoración con las debidas perspectivas, después de rigurosos y necesarios análisis; valor para entregar su crítica, sin miedo a reacciones contrarias y alejado de todo prejuicio y de toda presión personal, partidista o comercial. Al evocar los juicios que, de los hermanos Méndez Plancarte, en su faceta y actividad de críticos, hicieron muchos de los que los conocieron, trataron o “sufrieron” sus embates críticos (y por lo mismo más valederas sus afirmaciones), podemos ver que son una calca exacta, una aplicación perfecta de todo lo dicho acerca del perfil de un verdadero crítico.

Gabriel, el crítico amigable
Antonio Gómez Robledo afirmaba de Gabriel “…defendía lo que creía era la verdad, jamás se adueñó en él la ira ni el espíritu de partido, caracterizada por la exaltación del propio grupo y la resuelta ceguera a apreciar lo valioso de los contrarios”.
Alberto Ma. Carreño: “…donde más se dejó conocer (Gabriel) fue en el campo de la crítica…” Y refiriéndose al resultado o consecuencias de su crítica, manifiesta el sentimiento y el estado de satisfacción del criticado: “…Cuando el crítico nos ha desbrozado el camino, o cuando viene a aclarar nuestras dudas, o a confirmar nuestros halagos o nuestros desencantos”.
Manuel Rangel Camacho: “Pero donde su espíritu gigante cernía poderosas sus robustas alas, era en la Crítica. ¡Y cómo no! Si poseía un acervo de conocimientos desconocido; un alma comprensiva y noble, una finura y un tacto insospechado para catar, descubrir y discernir y ponderar lo bello y valedero, y para expresar conceptos con la palabra precisa, exacta, sin falta por exceso o por defecto”.
Abreu Gómez, experto a su vez en el arte de la crítica y al que, alguna vez alcanzó la de Gabriel, así se expresaba de él: “Corregía elogiando, enseñaba bendiciendo y exaltaba con humilde entusiasmo”.
Antonio Brambila: «Comprendió que para salir al combate contra muchos, no es preciso ser su enemigo ni siquiera su adversario, sino que se puede ser humano y salir a combatir con fraternidad”.
Alguien escribió de ambos hermanos: “Ejemplares en la vida, tercos en la investigación, implacables en sus críticas, fecundos en la pluma e invitadores en la amistad”. Y Gabriel llegó a decir de sí mismo, cuando reconocía el mérito donde lo había: “Yo no sé poner sordina al elogio, cuando una obra de bondad o de belleza surge ante mis ojos…”

Alfonso, el crítico implacable
Sabido es, y se comentaba ya durante su actuación como crítico, que en Alfonso se podía palpar cierta acritud y dureza en algunas polémicas. Pero en honor a la verdad y comprendiéndolo un poco en su carácter y en las circunstancias, debemos justificarlo, ya que, algunas veces, no podía ser de otra manera ante los despropósitos de algunos y los dichos de otros con quienes discutía, sobre todo despropósitos y dichos relacionados con Sor Juana Inés de la Cruz, o manifestaciones de injurias abiertas, llenas de fanatismo o de odio contra los valores de la Patria o de la religión. Algunos juicios sobre su actuación como crítico:
Joaquín Antonio Peñaloza: “Tenía sed de exactitud, de escrupulosa comprobación, de severa honradez intelectual, que forcejea ante lo dudoso y clama ante lo falso, y se levanta de su asiento para crecer la discusión, porque ha faltado precisar un rasguño, aclarar un lunar, limitar una cuestiúncula, entrecomillar un adjetivo ajeno…”
Alfonso Junco, su tocayo, amigo y sucesor en la dirección de Ábside: Alfonso Méndez Plancarte era un “critico literario y descubridor de minas vírgenes, erudito voraz de las fuentes y juzgador penetrante y personal”.
Antonio Brambila: “Tenía una lógica de locomotora” o “…una ingenua rectitud como de niño”. Y en otra ocasión: “Puesto a escudriñar documentos, a recoger y clasificar datos para lo que escribía, siempre me dio la impresión de una gallina que remueve la tierra de cerquita, que discierne bien ente las arenas y las piedrecillas estériles y los más menudos granitos alimenticios. Y como la gallina que llena su buche de semillitas e insectillos modestos que le son luego de largo alimento tras de haber examinado y rehusado grandes volúmenes de materia inútil…” “En Alfonso existía… algo así como un potente y eficaz elefante de la selva o, si se quiere, como un pesado carro de batalla de esos que, puestos a andar, avanzan sin que nada ni nadie los detenga… Seguro y objetivo, le preocupaba decir algo que no pudiese probar con razonamiento analítico o con argumentación erudita… Seguro, implacable sin pensar en los destrozos sentimentales de sus adversarios, pero sin querer lastimar”.
Guisa y Acevedo: “No fue muy querido, por su manera de disputar, porque demostraba la ignorancia de críticos y autores”.
Gómez Robledo:”Con la idea fue implacable; con el hombre, suave y cordial”.
Octaviano Valdés: «Critico hasta morir: al párroco que lo ungía las palmas de las manos, le recordó que a los sacerdotes se les unge por el dorsote la mano y no en las palmas”.
El jesuita Hermann von Bertrab, refiriéndose a las críticas que uno a otro se hacían: «Se corregían mutuamente con Gabriel, con pullas, pero amigables y hermanables…”
Reafirmo lo dicho y no apoyándome en mi autoridad (que no ha de ser mucha), sino en la de las personalidades citadas: Los hermanos Méndez Plancarte, Gabriel y Alfonso son una calca exacta, una aplicación perfecta del perfil de un verdadero crítico.

(Pie de imagen) Gabriel, el crítico amigable.
Alfonso, el crítico implacable.
Jorge Moreno Méndez

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CUARTA PARTE (OTRAS APORTACIONES)
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Jesús Alvarez del Toro
(Presidente dle Consejo de la Crónica Municipal)

ZAMORANOS EN LA INDEPENDENCIA NACIONAL
Domingo, 02.08.2009, 11:24am (GMT-5)
El siglo XVIII para Zamora marca el inicio de lo que podría denominarse el “Humanismo Zamorano”. En 28 años, nuestra ciudad vio nacer a Juan Benito Cipriano Gamarra Abalos; Joseph Manuel Ramón Navarrete Ochoa y a Joseph Sixto de la Santísima Trinidad Berduzco Macías; tríada ésta que motivará la trascendencia de la entonces Villa de Zamora a los confines de la Nueva España; y que serán motivo de alcance intemporal por su obra y sus acciones. Si bien es cierto que ya en el siglo XVII el zamorano Juan Bautista de Ojeda era bastante respetado en el vastísimo Obispado de Michoacán por ser “benefactor de los huérfanos” y haber recibido su formación en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo (Raúl Arreola Cortés. Historia del Colegio de San Nicolás.), son Benito Díaz de Gamarra, Manuel Martínez de Navarrete y Sixto Verduzco, tal como los conocemos el día de hoy, quienes influirán, primero en el nacimiento de la nación mexicana a través de la filosofía, la poesía y en la conformación del primer Congreso Constituyente del México Independiente y en forma posterior en ese gran caudal formativo que ha sido aspiración universal: el humanismo, visto éste como generador conductual del acontecer cotidiano.

Como bien lo ha dicho el re-fundador del humanismo en el país, el también zamorano Gabriel Méndez Plancarte: “El humanismo va al pasado, pero no se instala en el pasado. Va al pasado, sólo para beber en la fuente viva que, bajo los escombros de los siglos bárbaros, sigue manando, indeficiente y eterna como los arquetipos platónicos. Va al pasado para fecundar el presente y alumbrar el porvenir” (Gabriel Méndez Plancarte. “Humanistas del siglo XVIII”). Así fue la labor que realizó Gamarra en la filosofía; Martínez de Navarrete en la poesía y Sixto Verduzco en la lucha de la Independencia Nacional.
Benito Gamarra es, sin duda, quien de una u otra forma determinó una nueva manera de pensar, de analizar las circunstancias que se vivían en la Nueva España bajo una óptica que se oponía a lo establecido y que a él mismo le trajo que lo destituyeran como regente de estudios del Oratorio de San Francisco de Sales. Es muy posible que en 1767 en que estuvo en Europa, Gamarra haya tenido contacto con el primer tomo que publicaron los enciclopedistas en el año de 1751, aunque lo que sí parece un hecho consumado es el haber estudiado bastante a fondo a los filósofos de la ilustración o del iluminismo y haber trasladado esa manera de pensar a la Nueva España, fuente primaria en el pensamiento de los libertadores de la Patria: Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Miguel Domínguez, Mariano Michelena, José María Morelos y Pavón y al zamorano José Sixto Verduzco, ya que en todos ellos y a través de los documentos que publicaron, podemos percibir la influencia fundamental del enciclopedismo al pugnar por la igualdad de todos los hombres de la Nueva España; así como rechazar a una autoridad que se basaba en invalidar a la ciencia y a la naturaleza del hombre.
El pensamiento ilustrado en Europa dio nacimiento a la Revolución Francesa, la que buscó bajo los principios de libertad, igualdad y fraternidad, un nuevo modelo de convivencia. Esto mismo se buscó en la Nueva España con pensadores como Benito Gamarra, quien a través de su amplia obra renovó radicalmente los estudios filosóficos que aquí se impartían.
Samuel Ramos, el otro gran filósofo michoacano, en su “Historia de la Filosofía en México” se refiere a Los Errores del Entendimiento Humano de Gamarra, como el primer balbuceo mexicano de aplicar la filosofía a la interpretación y al servicio de nuestra circunstancia. “Es el primer intento muy imperfecto de ver ciertos hechos sociales y morales de México con la conciencia crítica de un filósofo. Es el libro de un educador que siente la limitación e insuficiencia de la cátedra y quiere hacerse oír de un público más amplio porque le preocupa la felicidad y el bienestar social”. Es en esta obra, en la que podemos encontrar que el pensamiento de Gamarra influye en el proceso venidero de la independencia nacional. Recordemos que la lectura de los enciclopedistas es el antecedente intelectual más importante que utilizaron los padres de la patria, de ahí que no sea nada extraño que Hidalgo, Michelena o el propio Sixto Verduzco hayan leído a Benito Gamarra.
El caso de Joseph Sixto de la Santísima Trinidad Berduzco Macías, o Sixto Verduzco, difiere del de la mayoría de los humanistas de Zamora, aunque parecido en el fondo al papel que jugó Gildardo Magaña Cerda en el proceso de la Revolución Mexicana.
Sixto Verduzco después de haber realizado sus estudios elementales con los franciscanos de esta ciudad, fue llevado por sus padres a Valladolid e inscrito en los cursos de gramática latina que se impartían en el Colegio de San Nicolás, siendo rector don Miguel Hidalgo y Costilla. Contaba entonces el joven Verduzco con 13 años de edad y 11 años después, el 21 de diciembre de 1797, era ordenado sacerdote por Fray Antonio de San Miguel.
En muy poco tiempo Sixto Berduzco realizó una carrera magisterial que lo llevaría a ocupar la rectoría del Colegio de San Nicolás, siendo profesor, vicirector y para 1803 ya era rector; al mismo tiempo que estudiaba su licenciatura en sagrada teología y recibir en noviembre de 1801 el doctorado en teología.
El sacerdocio para Berduzco significó, quizá, lo mismo que para Morelos, la solución de los problemas económicos familiares a través de los recursos que generaban los curatos por el cobro del diezmo. Ambos, Berduzco y Morelos, tuvieron tíos que fueron curas; en el caso del zamorano, su tío materno fue además, como lo estipula su acta de bautismo el padrino, José Antonio Macías junto a su hermana: María Rita Macías. Sabemos, incluso que existió amistad entre Morelos y Berduzco, ya que los dos se graduaron el mismo día en el Seminario Tridentino de Valladolid.
Pero vayamos a la importancia que tuvo Sixto Berduzco en el periodo independentista nacional. La mayoría de nosotros sabemos que el Obispado de Michoacán ha sido considerado como cuna y origen de la independencia nacional, tanto por la cantidad de personajes que tomaron las armas, como por aquellos que a través de actividades intelectuales hicieron posible la realización de proclamas, manifiestos y documentos que condujeron al logro de la soberanía nacional. Y hablamos del extenso Obispado de Michoacán, porque para los inicios del siglo XIX en que se da la lucha de independencia, su delimitación territorial abarcaba varios de los estados que hoy conforman el centro-norte de la actual República Mexicana.
Al inicio de la lucha armada en 1810 y a la que se unieron miles de desposeídos y formaron un ejército sin disciplina y con objetivos poco claros, habrá que otorgar mérito extraordinario a don Ignacio López Rayón, quien tuvo la claridad de sistematizar una lucha que ya había arrojado miles de muertos y que parecía no tener fin. Las disputas entre Hidalgo y Allende por el liderazgo militar, produjeron una baja de ánimo en el ejército insurgente, lo que los llevó a diversas derrotas y a la aprehensión y muerte de Hidalgo, Allende y principales líderes en Chihuahua.
López Rayón que había acompañado a Hidalgo hasta Saltillo y se había quedado como encargado de dicha plaza, al enterarse de la traición en las norias de Baján, inició el recorrido de regreso hacia el centro del país, aunque con la firme idea de los habitantes de la Nueva España conocieran los fines que perseguía el movimiento independentista, así como ponerle fin al mismo. Para ello convocó a la formación de la “Junta de Zitácuaro”, tomando como referente a don José María Morelos y Pavón, a quien le expone su proyecto mediante una carta el 13 de julio de 1811. Morelos le contesta no sólo afirmativamente, sino enviando en su representación al zamorano José Sixto Berduzco: “Por este rumbo no hay letrado que poder comisionar de mi parte, y aunque yo no lo soy, pudiera, asistiendo a la Junta, allanar algunas dificultades por algunas experiencias; pero no pudiendo separarme un instante sin riesgo de perder, desde luego nombro en mi lugar al Dr. D. Sixto Berdusco, cura de Tuzantla, para que representando mi persona, concurra en la Junta a dictar lo conveniente a la causa para cortar el desorden y anarquía que amenaza, no haciéndolo en la persona de V.E., porque debiendo ser uno de los miembros de la Junta, no se diga que lo ha querido ser todo. Y aunque me presumo que dicho Dr. por sus conocidas letras y talento, pueda ser de los tres que compongan la Junta…” (Ernesto Lemoine Villicaña. Morelos, su vida revolucionaria a través de sus escritos y de otros testimonios de la época).
Así, José Sixto Berduzco a convocatoria de Ignacio López Rayón y junto al General José María Liceaga, Ignacio Martínez y Benedicto López, entre otros, constituyen el 19 de agosto de 1811 la “Suprema Junta Nacional Americana”, la que se propuso sustituir el añejo orden colonial, de manera fundamental la estructura jurídica que por 300 años había explotado a los habitantes de la Nueva España, pero el objetivo superior y más importante de la Junta fue hacer uso de un poder, que le permitiera dirigir y decidir el destino que se quería para la nueva nación. A 2 siglos de distancia podemos ubicar aquí y con la participación de un zamorano, el nacimiento del Estado Mexicano. Este fue el elemento político de mayor importancia que se dio en la lucha de independencia para construir un Estado Nacional independiente de cualquier tutela, logrando que la Junta fuera el centro del que partían y donde se aglutinaba, la toma de decisiones que habrían de llevar a cabo los diversos grupos que operaron en la lucha de independencia de nuestro país.
Sixto Berduzco, decíamos al inicio, difiere de la mayoría de los humanistas zamoranos en el sentido de que él sí encabezó tropa y participó en la lucha armada; aunque su función principal fue de liderazgo, así lo confirma el haber sido nombrado Capitán General por la Junta de Zitácuaro y haber sido el encargado de la insurrección en la zona del Poniente, que comprendía principalmente el obispado de Michoacán, cuando la Junta se dividió en cuatro capitanías generales.
Debido a esta división, Morelos convoca a las fuerzas insurgentes en 1813, a la creación de un nuevo organismo que rescatara las funciones de la Suprema Junta; la reunión se efectuó en Chilpancingo, Guerrero, el 14 de septiembre y ahí Morelos dio a conocer “Los Sentimientos de la Nación”, y acto seguido se formó el Congreso que representaría los intereses del pueblo mexicano; en ese Congreso José Sixto Berduzco fue electo diputado propietario por la Provincia de Michoacán, firmando el Acta Constitutiva del Congreso de Chilpancingo en su calidad de Presidente de dicho Congreso, preámbulo de lo que sería la Primera Constitución del país y que se efectuaría en Apatzingán, el 22 de octubre de 1814; constitución firmada por Berduzco en su calidad de diputado; actividad ésta con la que el zamorano trató de poner fin a su agitada participación en la independencia nacional, solicitando regresar a su curato de Tuzantla, lo cual se le autoriza.
Sin embargo y a pesar de ya no participar de manera activa en actividades de carácter político o de subversión, Berduzco fue hecho prisionero el 9 de diciembre de 1817, un día antes de que se apresara a su exalumno, Ignacio López Rayón; siendo ambos encarcelados en la inquisición; en la que Berduzco duró 3 años y 14 días, siendo indultado el 23 de diciembre de 1820, fecha en la que regresó a Zamora, durando aquí poco menos de un año, para regresar a Tuzantla.
En ese periodo muy pequeño de nuestra historia en que se logró la independencia y se vivió con cierta tranquilidad; siendo emperador Agustín de Iturbide, éste le otorgó a José Sixto Berduzco el título de Caballero de la Orden y la Condecoración de Supernumerario. De 1824 a 1826 y reelecto para un periodo similar, Berduzco es nombrado Senador por el estado de San Luis Potosí y por último se le nombró diputado por el Estado de Michoacán para el periodo de 1828 a 1830, fecha ésta en la que nada se vuelve a saber de José Sixto Berduzco.
Los zamoranos tenemos una deuda inmensa con estos tres personajes que mencionamos al inicio del presente escrito, ya que como lo decimos, influyeron en la independencia nacional de una manera directa o indirecta para construir la patria que hoy nos da cobijo.
Jesús Álvarez del Toro
(Presidente del Consejo de la Crónica Municipal)

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ALFONSO MENDEZ PLANCARTE, TRIUNFADOR ANTE DIAZ MIRON
Domingo, 28.06.2009, 06:26am (GMT-5)
“Alfonso Méndez Plancarte, triunfador ante Díaz Mirón” es el tema de la conferencia que el Dr. Tarsicio Herrera Zapién, originario de Churintzio, ofreció el pasado 19 de este mes en esta ciudad en el marco de los eventos organizados para celebrar a los Hermanos Méndez Plancarte en este año que ha sido declarado por el ayuntamiento “Año de los Hermanos Méndez Plancarte”.
El evento tuvo lugar a las 20:00 horas en uno de los nuevos anexos rehabilitados por el ayuntamiento en la antigua cárcel municipal, junto al palacio municipal. Ha sido una de las más concurridas conferencias realizadas en ese sitio en homenaje a los Hermanos Méndez Plancarte.
El Dr. Herrera Zapién se refirió a pasajes de la vida de los Hermanos Méndez Plancarte pero de manera más específica abordó aspectos de la vida y obra de Don Alfonso Méndez Plancarte.

Sin embargo, centró su intervención en la forma en la que, a pesar de la superioridad mostrada por don Alfonso Méndez Plancarte durante un encuentro en Veracruz, fue declarado ganador el Dr. Antonio Castro Leal.
El Dr. Herrera recordó a don Alfonso Méndez Plancarte como el editor crítico de las obras completas de Rubén Darío pero que completó su labor con las críticas a la poesía de Amado Nervo, a la que dedicó 700 páginas.
También se refirió al trabajo que Don Alfonso hizo sobre la obra de Sor Juana Inés de la Cruz a la que dedicó nada menos que 3 tomos en los años 1951, 1952 y 1955.
Recordó que don Alfonso Méndez Plancarte dominó al escritor, profesor y crítico mexicano Ermilo Abreu Gómez en lo que se refiere al conocimiento de la obra de Sor Juana Inés en la que consideró una de las batallas más fogosas y que fue donde descubrió que solamente se puede saber de Sor Juana Inés de la Cruz dominando a la perfección la lengua latina.
Fue don Alfonso quien, dijo el Dr. Herrera Zapién, estudió más a fondo los sucesos que rodearon a Salvador Díaz Mirón en el centenario del natalicio de éste.
Afirmó el Dr. Herrera Zapién que don Gabriel Méndez Plancarte siguió la senda del alto saber de su padre don Perfecto Méndez Padilla y comentó que conoció a los hermanos Méndez Plancarte.
Se refirió a la fundación por ambos hermanos de la revista Abside cuyo objetivo era, dijo, difundir la cultura humanística. Recordó que esa revista se publicaría durante más de 40 años sin ningún tipo de patrocinio y que llegó a tener entre 200 y 300 páginas.
El Dr. Herrera Zapién, quien se definió como heredero de don Alfonso Méndez Plancarte, criticó a quienes niegan la historiocidad de la Virgen de Guadalupe, a cuyo tema se dedicaron cientos de páginas de Abside producto de profundos trabajos de investigación realizados, entre otros, por los Hermanos Méndez Plancarte.
Definió a don Alfonso Méndez Plancarte, quien perdió el habla normal a causa de una enfermedad nerviosa, como uno de los más sabios teólogos y filósofos de México.
Se refirió a la prolífica obra de don Alfonso Méndez que incluye títulos religiosos y la traducción de 40 obras de Horacio.
El Dr. Herrera Zapién comentó que don Alfonso le heredó la tarea de editar obras, algunas inéditas.
Luego se refirió al tema central de su interesante conferencia y es relativo a un certamen convocado por el gobierno de Veracruz en 1953 sobre la vida y obra de Salvador Díaz Mirón, en el centenario de su natalicio.
Expresó que participaron unos 100 especialistas de la obra de Salvador Díaz Mirón, entre ellos don Alfonso Méndez Plancarte y el Dr. Antonio Castro Leal, éste abogado, doctor en derecho, rector de la UNAM, integrantes del grupo de los “Los 7 Sabios”, académico, miembro del Colegio Nacional y director del INBA.
El tema fue la vida y obra de Díaz Mirón. El Dr. Herrera señaló, en términos generales, que mientras el Dr. Castro Leal recurrió a generalidades y a lugares comunes para deferirse a la obra de Díaz Mirón, don Alfonso Méndez Plancarte enriqueció su participación con decenas de citas de una gran cantidad de autores clásicos aludidos en la obra de Díaz Mirón.
A pesar de la superioridad de don Alfonso Méndez Plancarte sobre el Dr. Castro Leal éste fue declarado ganador, no obstante que el propio Dr. Castro Leal había escrito citas y elogios para Méndez Plancarte reconociendo su superioridad.
El Dr. Herrera Zapién abundó que un ejemplo de la superioridad manifestada por don Alfonso Méndez Plancarte sobre Castro Leal es el hecho de que el libro de don Alfonso Méndez Plancarte sobre la vida y obra de Díaz Mirón fue publicado de inmediato en tanto que el de Castro Leal tuvo que esperar 16 años para su publicación.
Al Dr. Herrera Zapién le parece increíble que don Alfonso Méndez Plancarte no haya recibido ni siquiera mención honorífica en el centenario del natalicio de Díaz Mirón pero afirmó que a fin de cuentas el reconocimiento de su superioridad es el mejor premio.
El Dr. Herrera Zapién no dejó de mostrar su admiración por don Alfonso Méndez Plancarte a quien definió como un “varón justo de un extremo a otro de su vida” y de los dos hermanos Méndez Plancarte expresó que “sus talentos llegan a cruzar la eternidad”.
Después de la conferencia y a nombre del ayuntamiento la regidora de Desarrollo Social, Ma. Eugenia Méndez Dávalos, le dio la bienvenida al Dr. Herrera Zapién y le entregó un reconocimiento.

EL CONFERENCISTA
El Dr. Herrera Zapién, para orgullo de Michoacán, es toda una eminencia, como lo demuestra su larga trayectoria como docente, como investigador, como autor, como estudioso y como crítico.
Nació en Churintzio el 19 de julio de 1935. Ingresó en la Academia Mexicana de Lengua el 9 de febrero de 1984 como numerario donde ha ocupado el cargo de Secretario y donde actualmente ocupa el cargo de Censor.
El Doctor Tarsicio Herrera Zapién tiene Licenciatura, Maestría y Doctorado en Letras Clásicas por la UNAM. Lleva 35 años como investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM (Centro de Estudios Clásicos). También es maestro de latín y de literatura y tradición clásica en la Facultad de Filosofía y Letras de la misma universidad.
Es miembro titular de la Academia Mexicana de la Lengua, en la cual es Censor y ha sido Secretario.
Ha sido primero vicepresidente y luego presidente de la Academia Mexicana de Doctores en Ciencias Humanas y Sociales (1996 a 2000).
Desde hace 10 años ha sido Coordinador de Cursos Interanuales para Maestros en la DGAPA.
Ha asesorado 20 tesis profesionales.

Ha escrito más de 30 libros entre traducciones de poetas latinos y estudios sobre su influencia literaria. Además, es estudioso de la obra y la personalidad de Sor Juana. Es también pianista, organista y musicólogo.
Ha obtenido el Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 1980 y 1982. Ha recibido el Premio Nacional de Ensayo Ramón López Velarde (FONAPAS, Zacatecas) en 1979 y 80. Ha recibido el Premio de ensayo en Ciencias y Humanidades de la Escuela Nacional Preparatoria, 1992. Ha sido galardonado con el Premio Universidad Nacional 1992. Obtuvo Mención honorífica en el Concurso humanístico internacional «A. Millares Carlo» en Las Palmas de Gran Canaria, España.
Su producción incluye los ensayos sobre clasicismo: El clasicismo en la novela occidental, ENP, 1990.
(segunda edición ampliada; El imperio novelístico romano, en prensa); Poesía completa y versiones selectas de J. A. Pagaza, Porrúa, 1991; J. A. Pagaza, clasicista y precursor del ‘Idilio salvaje’, Toluca, IMC, 1990; Neolatín para el siglo XXI (en revisión).
Asimismo Dos patriarcas sonrientes, México, 1994; Diez humanistas con alas, México, 2000; Los satíricos de la Roma imperial, editorial JGH, 1995; Historia del humanismo mexicano, Porrúa, 2000; México exalta y censura a Horacio, UNAM, 1991; Horacio, crisol bimilenario, UNAM, 1993; Trescientos epigramas mordaces de Marcial (en prensa); La biblioteca cósmica de ‘El nombre de la rosa’, ENP, 1991 y 1999, y La métrica latinizante en cinco lenguas modernas, UNAM, 1975.
Ha publicado las obras sorjuanianas: Buena fe y humanismo en Sor Juana, Porrúa, 1984; Tres siglos y cien ‘Vidas’ de Sor Juana, Toluca, IMC, 1995; Virgilio y Horacio en el ‘Primero sueño’, UNAM, 1999; López Velarde y Sor Juana, feministas opuestos, Porrúa, 1984.
Asimismo Inundación Castálida. Introducción («Revelación y misterio de Sor Juana»); Índice analítico, concordancia con las Obras completas y versión de villancicos latinos por THZ, Toluca, IMC, 1995; Crítica de críticas sorjuanianas. Presentación y revisión de THZ a la polémica periodística de Alfonso Méndez Plancarte, Toluca, IMC, 2001; ¿Puede Sor Juana descansar en Paz? (Ensayo enviado al Premio Nacional de Ensayo Sor Juana I. de la C., Toluca, 1995. (inédito, 50 p.)
Tiene las traducciones de clásicos: Del Latín al Español; Horacio. Arte poética, UNAM, 1970; Horacio, Epístolas, UNAM, 1972; Horacio, Odas y Épodos (inéditos, desde 1985); Horacio, Sátiras (inéditas, desde 1990); Tibulo, Elegías, UNAM, 1976; Ovidio, Heroidas, UNAM, 1979; Marcial. Epigramas de albricias y de banquete (inéditos); Fray Diego Valadés, Rhetorica christiana, UNAM – FCE, 1989.
Y del Español al Latín ha traducido: Ovis nigra (La oveja negra y demás fábulas), de A. Monterroso, UNAM, 1988; Cuarenta poemas mexicanos universales, UNAM, 1989, y Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda (versión métrica latina, en revisión).

ASR

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COLOQUIO “VIDA Y OBRA DE LOS HERMANOS MENDEZ PLANCARTE”
Domingo, 23.08.2009, 03:34am (GMT-5)
Bajo el patrocinio del ayuntamiento de Zamora y coordinado por el Consejo de la Crónica, que preside el Lic. Jesús Nicanor Alvarez del Toro, los primeros 3 días de septiembre se realizará en la ciudad el Coloquio “vida y obra de los hermanos Méndez Plancarte”, con la participación de destacados intelectuales de importantes universidades del país y centros de posgrados.
El evento se desarrollará en la antigua estación del ferrocarril, en la explanada y en los salones, en donde se pretende crear un museo municipal.
LOS MAS IMPORTANTES
El presidente del Consejo de la Crónica explica, mediante una breve entrevista realizada en la redacción de GUIA, el por qué y para qué de este coloquio dedicado a los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte:
“Desde que nos dio posesión el ayuntamiento como Consejo de la Crónica, discutimos acerca de los grandes personajes olvidados y entre ellos nos surgieron 3 nombres y aprovechando que este año se cumplirían 100 años del nacimiento de Alfonso Méndez Plancarte, le propusimos al cabildo organizar una serie de festejos, viendo la posibilidad de que la ciudadanía tuviera un acercamiento con el pensamiento, con la obra de quienes, desde mi punto de vista muy personal, han sido los intelectuales más importantes que ha dado Zamora porque recogen la tradición humanística de la gente del siglo XVIII y dan apertura a lo que es en el siglo XX de los estudios del humanismo totalmente reformados, el proceso de identidad nacional, de la traducción, de la creación literaria, o sea, abarcan, mínimo, 4 líneas de trabajo muy importantes.
“Hay otro zamorano, primo hermano de estos amigos, que también es sujeto de hacerle un homenaje que es el padre de la arqueología moderna en el país, que es Francisco Plancarte Navarrete. Una de las primeras colecciones de arqueología que recoge es lo que muchos años más tarde sería el Museo Nacional de Arqueología e Historia; se lo entregó en sus manos a Justo Sierra cuando fue Secretario de Educación Pública. Es otro de los zamoranos que viven en el permanente olvido”, añade Alvarez del Toro.
“Conocemos hasta cierto punto de manera muy general la vida, por ejemplo, de Alfonso García Robles”, el zamorano internacionalista Premio Nobel de la Paz, “pero desconocemos la de Luis Padilla Nervo, que es otro de los padres del internacionalismo nacional, que es una de las gentes cuya obra también habría que buscar revaluar; o sea, que zamoranos hay muchos” a quienes vale la pena tratar de rescatar o al menos intentar recordar.
El presidente del Consejo Municipal de la Crónica agrega: “La tarea que tenemos, por ejemplo, de localizar los restos de Sixto Verduzco, dónde falleció, dónde está enterrado, pero sobre todo la cuestión ideológica que manejó, en los documentos, por ejemplo, del Congreso de Chilpancingo, en la primera Constitución de Apatzingán, donde se manejan muy bien la influencia ideológica que tuvo en estos procesos. Entonces hemos venido generando un proceso de creación porque Zamora es una de las cunas del humanismo, nacionalmente hablando”.
En el marco de los festejos del centenario de la Revolución Mexicana y del bicentenario de la Independencia, JAT explica: “Si bien es cierto que Michoacán tiene mucha importancia respecto a las dos grandes revoluciones que ha tenido el país, siendo generadora de procesos ideológicos y prácticos, Morelia, Valladolid, 1810 y 1910, sin embargo, a Zamora se le ha caracterizado ser cuna de humanistas. El único que participa como jefe de fuerzas armadas es Gildardo Magaña Cerda, como jefe del ejército; quienes conocemos un poco acerca de la mayoría de proyectos generados por Emiliano Zapata sabemos que ahí está la mano de don Gildardo Magaña Cerda”.
El objetivo de este homenaje a los Méndez Plancarte es recordar a un par de hijos preclaros de esta ciudad.
–¿Con qué criterio seleccionaron a los participantes en este coloquio?
–Lo primero que hicimos fue acercarnos a la UNAM porque sabíamos que don Ramón de la Fuente, cuando fue rector, había inaugurado una cátedra extraordinaria que se llamaba Méndez Plancarte, donde se ha seguido un proceso de estudio meticuloso acerca de la obra de Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte.
“Por una parte la capilla Alfonsina con doña Alicia Reyes ya lo había hecho, sin embargo no con esa especificidad como lo está haciendo la UNAM. En la UNAM se juntan gentes de la talla de don Tarcisio Herrera Zapién, don Roberto Heredia, Enoch Valencia, que son gentes que conocen al dedillo la obra de Alfonso y de Gabriel e inician una cátedra extraordinaria con una serie de eventos de magnitud insospechada. Este mismo año están en contacto con nosotros y parece ser que habrá una réplica del coloquio en la UNAM. Por lo pronto el presidente municipal y tu servidor están invitados a dar una conferencia en la UNAM el día 27 de septiembre, cosa que sí aceptamos de inmediato”.
PROGRAMA
El 1° de septiembre, a las 16.30 horas, será la inauguración de las actividades del coloquio por el Lic. José Alfonso Martínez Vázquez, presidente municipal de Zamora. A las 17.00 horas, se tendrá la primera sesión plenaria. En ella participarán: Dr. Roberto Heredia, de la UNAM; Dr. Enoch Valencia, UNAM; Dr. Gerardo Sánchez Díaz, Instituto de Investigaciones Históricas de la UMSNH; Lic. Pascual Guzmán García de A., de la facultad de Letras de la UMSNH y del archivo del Arzobispado de Morelia; Dr. Martín Sánchez, del Colegio de Michoacán; Dr. Jaime Calderón, del Instituto Gabriel Méndez Plancarte-Seminario diocesano de Zamora.
Ese día a las 20.30 horas habrá un concierto con el Cuarteto de Cuerdas de la UMSNH.
El día 2 de septiembre, a las 11.00 horas, habrá la develación de una placa conmemorativa en la casa de los Méndez Plancarte, en la esquina norponiente de Juárez y Morelos. El discurso estará a cargo del Lic. José Alfonso Martínez Vázquez, presidente municipal de Zamora. A las 12.00 horas, habrá una Sesión Solemne de Cabildo en la casa de los Hermanos Méndez Plancarte. A las 17.00 horas, en la Estación del Ferrocarril, se tendrá la segunda plenaria con la participación del Dr. Tarcisio Herrera Zapién, de la UNAM; Dr. Raúl Duarte, Instituto Gabriel Méndez Plancarte-Seminario; Lic. Ramón Alvarado, Facultad de Letras-UMSNH; Dr. Eduardo González di Piero, Facultad de Filosofía-UMSNH; Hist. Jesús Alvarez del Toro, Consejo de la Crónica Municipal-Zamora. A las 20.30 horas, habrá un concierto con el Octeto Músico-vocal de la UMSNH.
El día 3 de septiembre, a las 17.00 horas, será la tercera plenaria, con la participación del Dr. Arturo Ramírez Trejo, de la UNAM; Jorge Moreno Méndez, Archivo del Obispado de Zamora; Lic. José Carlos Méndez Trujillo, de la UANL, y el Mtro. Jaime Hernández Díaz, de la Secretaría de Cultura del gobierno del estado de Michoacán.
Además del Coloquio, el Consejo Municipal de la Crónica prepara la edición de un libro a manera de memorias con las ponencias presentadas en el evento, que permitan un mejor estudio del legado de los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte.
CARLOS L. WAGNER E.

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ENTRE AMIGOS
Domingo, 30.08.2009, 06:01pm (GMT-5)

EN HOMENAJE A MENDEZ PLANCARTE
El pasado jueves, a las 19:00 horas, la Academia Mexicana de la Lengua que preside José G. Moreno de Alba llevó a cabo una sesión pública solemne en homenaje a don Alfonso Méndez Plancarte, en ocasión del centenario de su natalicio. La sesión tuvo lugar en el Centro de Cultura Lamm, ubicado en Alvaro Obregón 99, esquina Orizaba, colonia Roma, del Distrito Federal. En el acto participaron don Tarsicio Herrera Zapién quien se considera heredero de los Hermanos Méndez Plancarte, y don Arturo Azuela destacado escritor.

A petición del Consejo Municipal de la Crónica, el ayuntamiento acordó efectuar el 2 de septiembre una sesión solemne de homenaje a los Hermanos Alfonso y Gabriel Méndez Plancarte, zamoranos considerados como los padres del humanismo mexicano. También se develará una placa en la casa en que vivieron ya que se celebra el centenario del natalicio de Alfonso, uno de los dos hermanos Méndez Plancarte. Acudirán personalidades de la UNAM, UMSNH, Universidad de Nuevo León, Seminario Mayor, familiares y ciudadanía en general. También se colocará una ofrenda floral. Esta celebración está dando pie para que se insista en una Rotonda de los Hombre Ilustres donde estarían, entre otros, los restos de Benito Gamarra y Dávalos, Manuel Martínez de Navarrete, los Méndez Plancarte, Alfonso García Robles, Francisco Plancarte Navarrete y José Sixto Verduzco.

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RINDEN HOMENAJE A LOS HERMANOS MENDEZ PLANCARTE
Domingo, 06.09.2009, 12:45pm (GMT-5)
El homenaje, como lo ha informado Guía, estuvo antecedido por una serie de conferencias sobre el tema impartidas por destacados investigadores y catedráticos especialistas sobre los dos mencionados ilustres zamoranos. También antecedió el acuerdo del ayuntamiento de declarar el año 2009 como Año de los Hermanos Méndez Plancarte.

Este homenaje fue organizado por el ayuntamiento zamorano que presidente José Alfonso Martínez Vázquez y el Consejo de la Crónica Municipal al frente del cual está el Lic. José N. Alvarez del Toro, autor de la iniciativa.
El evento central de los festejos de homenaje consistió en un muy interesante coloquio sobre la Vida y Obra de los Hermanos Méndez Plancarte desarrollado del 1 al 3 de este mes en la naciente Casa de la Crónica Municipal instalada en la antigua estación del ferrocarril que fue inaugurada antes de poner en marcha el coloquio.
La inauguración del coloquio, el martes pasado a las 17:00 horas, estuvo a cargo del maestro Jaime Hernández Díaz, Secretario de Cultura, con la representación del gobernador del Estado, Leonel Godoy Rangel.

Estuvo acompañado por el presidente municipal, José Alfonso Martínez Vázquez, así como los especialistas participantes en el coloquio y ante la presencia de un buen número de invitados.
En el evento inaugural el alcalde dio un breve mensaje en el que anunció que las participaciones de los exponentes en el coloquio quedarán plasmadas en un libro que sobre el evento se editará.
Dijo estar gratamente impresionado por la importancia de los dos ilustres personajes a quienes, reconoció, “habíamos venido soslayando” y agregó que su gobierno hará un esfuerzo para que el municipio entero siga conociendo la importancia no sólo de quienes ahora se homenajea, sino de otros zamoranos que han hecho trascender el nombre de nuestra patria chica al mundo entero.

Agradeció a los investigadores del Instituto de Investigaciones filológicas de la UNAM y de la Cátedra Extraordinaria Méndez Plancarte; a los investigadores del Instituto de Investigaciones Históricas y de la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad Michoacana; al Colegio de Michoacán y a familiares de los Méndez Plancarte por hacer realidad este homenaje.

También agradeció al Mtro. Jaime Hernández Díaz, representante del Mtro. Leonel Godoy Rangel, gobernador del Estado de Michoacán, “con quien continuaremos trabajando en la política cultural del Estado”.
Por su parte el Mtro. Jaime Hernández, antes de inaugurar el coloquio, hizo una breve reflexión en su carácter de encargado de la política cultural del gobierno del Estado.
Con ese carácter consideró un acierto que en esta tierra y recuperando espacios físicos como la abandonada estación del ferrocarril se reflexione en torno a dos grandes humanistas mexicanos que contribuyeron al conocimiento de la cultura hispana y mexicana en el siglo XX.
Reiteró su reconocimiento porque, dijo, no en todos los espacios se hace el recordatorio adecuado a estas personalidades que vivieron momentos complejos como la etapa revolucionaria y posrevolucionaria, de profundas transformaciones y cambios políticos en los que tampoco dejó de estar presente, añadió, la intolerancia.
Señaló que sólo hasta épocas recientes transitamos por senderos de democracia, de tolerancia y de reconocimiento a expresiones y postulados con una concepción ideológica.

Añadió que no obstante aquellas circunstancias los hermanos Méndez Plancarte lograron reconocimiento en el campo de la cultura y luego se refirió a los trabajos y a los reconocimientos que tuvieron en su tiempo los homenajeados. Que su trabajo permitió la reflexión desde su perspectiva de humanistas católicos.
Dijo estar plenamente convencido de que el quehacer de la política tiene que poner al hombre en el centro de la reflexión y que humanistas como los hermanos Méndez Plancarte nos hacen que en torno al hombre podamos construir un México mejor.
Inmediatamente después se inició la primera sesión plenaria del coloquio en la que participaron los doctores Roberto Heredia y Enoch Valencia de la UNAM; Gerardo Sánchez Díaz, de la Universidad Michoacana; Pascual García de A., catedrático de la Universidad Michoacana y director del archivo del arzobispado de Morelia; el Dr. Martín Sánchez, presidente de El Colegio de Michoacán, y el Dr. Jaime Calderón, vicerrector del Seminario Mayor de Zamora.
Después de la primera sesión plenaria, que se desarrolló con un breve intermedio, se tuvo la presentación del Cuarteto de Cuerdas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo cuya actuación fue muy reconocida.
La segunda sesión del coloquio se llevó a cabo el miércoles a las 17:00 horas con la participación del Dr. Tarcisio Herrera Zapién, de la UNAM; Dr. Raúl Duarte, rector del Seminario Mayor de Zamora; Lic. Ramón Alvarado, de la Universidad Michoacana; el Dr. Eduardo González Di Piero, de la Universidad Michoacana, y el Lic. Alejandro García, de la UNAM.

La tercera y última plenaria se efectuó el jueves también a las 17:00 horas con la participación del Sr. Arturo Ramírez Trejo, de la UNAM; Jorge Moreno Méndez, del Archivo Diocesano de Zamora; Lic. José Carlos Méndez Trujillo, de la Universidad Autónoma de Nuevo León; el Mtro. Jaime Hernández Díaz, Secretario de Cultura del gobierno del Estado, y del historiador Jesús Alvarez del Toro, organizador del coloquio y presidente del Consejo de la Crónica Municipal de Zamora.

EN LA CASA NATAL DE LOS HOMENAJEADOS

El miércoles, fecha en la que se celebró el centenario del natalicio de Dn. Alfonso Méndez Plancarte, el ayuntamiento y el Consejo de la Crónica Municipal llevaron a cabo a las 11:00 horas un homenaje en la casa natal de los hermanos Méndez Plancarte.
Este evento lo encabezaron la Lic. Rosa María Gutiérrez, contralora del gobierno del Estado, con la representación del gobernador Mtro. Leonel Godoy Rangel, y el presidente municipal José Alfonso Martínez Vázquez.
También se contó con la presencia de los miembros del ayuntamiento así como un grupo de destacados invitados, entre ellos descendientes de los hermanos Méndez Plancarte así como los Pbros. Jesús Contreras y Jesús Ruiz Ochoa, Vicario General y Secretario Canciller de la Diócesis de Zamora, respectivamente.
En el exterior de la casa donde nacieron de los hermanos Méndez Plancarte, ubicada en la esquina de avenida Juárez y Morelos, la Hna. Ma. de Lourdes Méndez Arceo, descendiente de la familia Méndez Plancarte, el presidente municipal y la representante del gobernador develaron una placa a la memoria de los ilustres humanistas zamoranos.
Enseguida en el interior de la casa, Rosa Ma. Gutiérrez dio un mensaje en el que expresó que el arte en sus diversas tendencias expresa libremente un impulso creativo del ser humano por reflejar no solamente su carácter sino también abre campos en diversos sectores de la sociedad para proyectar una nueva propuesta interpretativa de nuestro entorno histórico.
Consideró que el privilegio de vivir en los principios de un nuevo milenio y ser copartícipes del progreso alcanzando por la humanidad conlleva no solamente importantes beneficios sino también la responsabilidad elemental de salvaguardar el patrimonio cultural y las aportaciones heredadas de quienes nos precedieron.
Añadió que la literatura ha sido desde el principio de los tiempos el medio que por excelencia hemos usado para expresarnos porque a través de ella conocemos los acontecimientos, hechos o sucesos de nuestro país pero también nos da la oportunidad de expresar y comunicar ideas y pensamientos.
Estimó un orgullo y de trascendencia histórica para los zamoranos y michoacanos la vida y obra literaria y periodística de los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte.
Que ellos expresaron en cada momento su deseo de trasmitir los hechos y pensamientos de grandes hombres así como los propios no guiados por el egoísmo o los intereses personales sino en beneficio del hombre y la sociedad.
Que impulsan a quien los lee al continuo y profundo conocimiento humano a través de la ciencia y la cultura, sin considerar a éstas como un fin sino como un medio para alcanzar la justicia social, la solidaridad, la unión, la tolerancia y el respeto, “valores esenciales en una sociedad con deseos de coexistir y trascender”.
Finalmente dijo que los hermanos Méndez Plancarte tienen un lugar bien reservado en la historia como librepensadores e intelectuales que buscaron siempre la sabiduría, la inteligencia no los aplausos, no por fuerza o poder, sino para entender las múltiples y complejas manifestaciones del hombre. Que fueron ejemplo en su tiempo y lo son en el nuestro de que el servicio a la sociedad da un valor más alto y noble al ser humano.
Por su parte, el presidente municipal, quien tuvo a su cargo el discurso oficial en el acto de homenaje, recordó que precisamente el miércoles hizo un siglo de que en la casa de Juárez y Morelos nació Alfonso Méndez Plancarte, 4 años 7 meses y 8 días después que su hermano Gabriel.
Recordó que en esa casa, recortada después para la ampliación de la avenida Juárez, el padre de los hermanos Méndez Plancarte, don Perfecto Méndez Padilla, escribió parte fundamental de su obra literaria y política y de su participación en la Dieta Zamorana, el 19 de enero de 1913.
También se refirió a que en la casa de enfrente vivió José, hermano de don Perfecto, quien tuvo que interrumpir sus estudios en Morelia a la muerte de su padre, don Perfecto Méndez Garibay, para hacerse cargo de las labores agrícolas que éste realizaba.
También dijo que fue don Perfecto Méndez Garibay quien donó a los zamoranos el manantial de El Bosque, ubicado en Jacona, que todavía surte de agua a la parte sur de Zamora.
Se refirió a la niñez de los hermanos Méndez Plancarte, su temprana salida de Zamora para estudiar, sus estudios, su labor docente de investigación y de difusión “sin olvidar su tierra nativa como lo demuestra gran parte de la obra de ambos dedicada a personajes zamoranos y a quienes se formaron aquí”.
Que fue así como surgió de don Gabriel una revaloración de los indígenas o de quienes realizaron estudios sobre nuestros orígenes o traductores que nos acercaron al conocimiento de los clásicos griegos y latinos o el ensayo sobre “Hidalgo, reformador intelectual”.
De don Alfonso se refirió a su exhaustivo estudio sobre Sor Juana Inés de la Cruz que ha sido la base para posteriores estudios sobre Sor Juana como los hechos por Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura.
Tras referirse a parte de la obra de los hermanos Méndez Plancarte, el alcalde consideró que por la monumentalidad y calidad de esa obra la UNAM y su entonces rector, José Ramón de la Fuente, crearon en el 2002 la Cátedra Extraordinaria “Hermanos Méndez Plancarte”.
Que todo ello y ese humanismo que caracteriza a los grandes hombres fue lo que influyó para que los zamoranos les rindieran homenaje.
Añadió el alcalde que el ayuntamiento comparte con todos los zamoranos el orgullo de contar con personas preclaras que han hecho de esta ciudad una de las cunas del humanismo nacional.
Luego enumeró a personajes zamoranos como Benito Gamarra, José Sixto Verduzco Macías, Fray Manuel Martínez de Navarrete, Gildardo Magaña Cerda, Conrado Magaña Cerda, Miguel Trinidad Regalado, Francisco Plancarte y Navarrete, Luis Padilla Nervo y Alfonso García Robles, entre otros como Fernando Méndez Velásquez y quienes aquí se formaron como Francisco J. Múgica y Amado Nervo.
Concluyó con el compromiso de su gobierno de no solamente rendir homenaje “a quienes conocíamos poco y ahora conocemos más” gracias a quienes desde la UNAM, la Universidad Michoacana, la Universidad Autónoma de Nuevo León y el COLMICH “que nos han venido a ilustrar, sino también conservar en la memoria colectiva los grandes sucesos que han transformado nuestro entorno local”.
Francisco Galván, descendiente de los hermanos Méndez Plancharte, se refirió al peso y al compromiso de llevar el apellido de tan ilustres personajes y agradeció profundamente al ayuntamiento, a los zamoranos y al gobierno del Estado el recuperar del olvido a los personajes de valor universal que deben ser motivo de orgullo para los zamoranos.
Finalmente se llevó a cabo en el mismo lugar una sesión solemne de cabildo en la que a propuesta del alcalde los regidores aprobaron por unanimidad la formación de una comisión especial que tendrá como responsabilidad hacer las gestiones necesarias para traer a Zamora los restos de los hermanos Méndez Plancarte para depositarlos en la Rotonda de los Hombres Ilustres que se pretende crear y de la que los ilustres humanistas serían los primeros en figurar.
El alcalde propuso que dicha comisión quedara integrada por los regidores María Eugenia Méndez Dávalos, Ricardo Oliveros y Juanita Ramírez. A petición del regidor José Villalpando se integró a esa comisión la regidora Celia Villanueva. También propuso a la síndica municipal, Ma. Guadalupe Zuno, quien declinó participar en dicha comisión. (ASR)
ASR

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J. CARLOS MÉNDEZ

CARTA DESDE MONTERREY:
«La Academia Mexicana de la Lengua rinde homenaje a Alfonso Méndez Plancarte».
Domingo, 06.09.2009, 01:08pm (GMT-5)

Homenajes, desaparición de la historia, maestros reprobados…

LA ACADEMIA MEXICANA DE LA LENGUA, en sesión pública solemne, le rindió un homenaje a Alfonso Méndez Plancarte con ocasión del centenario de su nacimiento. El homenaje se celebró el 27 de agosto en el Centro de Cultura Casa Lamm en la ciudad de México, y el programa consistió en “Palabras de don Tarsicio Herrera Zapién” (quien participó hace unos días en el Coloquio sobre Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte) y “Palabras de don Arturo Azuela”.
Al homenaje fuimos invitados varios zamoranos. Según sé, a él asistió Cuca Rodríguez Méndez, que ya nos contará. Por mi parte, me fue imposible asistir, lo cual lamento mucho.
El actual Director de la Academia Mexicana de la Lengua es José G. Moreno de Alba, y el Secretario es Gonzalo Celorio, quien era director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México cuando se creó en el Colegio de Letras Clásicas de esa Facultad la “Cátedra Extraordinaria Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte”, que tanto contribuyó al coloquio zamorano. En su intervención en la Ceremonia de Instalación de la Cátedra –el 15 de noviembre de 2000–, Gonzalo Celorio “habló de la importancia de los hermanos Méndez Plancarte, a quienes se refirió como los fundadores del estudio de nuestro humanismo y de la literatura novohispana”.
SIN EMBARGO, EL HUMANISMO parecería no ser tema de interés para la Secretaría de Educación Pública. Hace poco comenté en una Carta… la decision de eliminar del bachillerato las asignaturas de lógica, ética y filosofía, tan caras al humanismo.
LA HISTORIA DEL MÉXICO PREHISPÁNICO Y LA HISTORIA DE LA COLONIA han quedado fuera de los nuevos libros de texto gratuitos para primaria, la historia prehispánica de México y la historia de la Colonia. Esto, se dice, es parte de la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB). Y esto en vísperas del Bicentenario de la Independencia.
Según el “especialista” Olac Fuentes Molinar –quien fue subsecretario de Educación Básica– , la RIEB la encabeza Fernando González Sánchez, yerno de la maestra Elba Esther Gordillo, y el resultado es esta supresión de la historia.
En entrevista con el periódico La Jornada, Fuentes Molinar dijo que “la etapa de la Conquista y el establecimiento de las estructuras coloniales y, junto con ello, la explicación de por qué dominaron los españoles; o las concepciones de Fray Bernardino de Sahagún, quien dedicó parte de su vida a la indagación de la cultura de los antiguos mexicanos, o de Fray Toribio de Benavente, Motolinia, quien defendió a los autóctonos de los abusos de los conquistadores, no aparecen en el ‘libro de historia de sexto grado y de los programas de estudio’ de ese año. Explicó: ‘Los contenidos que estaban en quinto grado hasta el año pasado, que buscaban articular la historia de México con la de la humanidad, en la que se abordaba la Conquista, la Colonia, ahora la van a ver en sexto año, pero recortada porque ni siquiera llega a la Conquista’”.
PIÑA COLADA. DE QUE LA LÓGICA es necesaria, todos los días funcionarios y politicos dan pruebas. A propósito de la eliminación de tres siglos de Historia de México de los nuevos libros de texto gratuito para primaria, el vicepresidente de la Cámara de Dipuados, el panista José Luis Espinosa Piña, dijo que el contenido de los nuevos libros de texto es “un diseño adecuado a la edad de los educandos de primaria y secundaria”. En un alarde de pensamiento lógico, Espinosa Piña “explicó” que “los episodios de la Historia de México sobre la Conquista y la Colonia ‘son importantísimos’, y se abordan de manera amplia en el nivel de secundaria”.
Pero ocurre, como dijo Olac Fuentes Molinar, que una enorme cantidad de niños no estudia la secundaria, ¿qué pasa? Lo lógico, según la lógica de Espinosa Piña, es que esos niños se conviertan en autodidactas y estudien la Historia por su cuenta. Lo que a la mejor no estaría mal si se tiene en cuenta el nivel de los maestros, buena parte de los cuales acaban de ser reprobados.
MAESTROS REPROBADOS. Considerando algunos de los problemas que existen en la educación pública y en el magisterio, es lógico –no hablemos ahora de ética ni de filosofía–, que la SEP quiera eliminar estas asignaturas del bachillerato. La noticia de que el 75 por ciento de los 123 mil 856 aspirantes a ocupar una plaza de professor en las escuelas públicas de México reprobó el Examen Nacional de Conocimientos y Habilidades Docentes. Pero la SEP no se alarma, y dice simplemente que el 75 por ciento de esos maestros “requiere nivelación”. Pero la SEP no aclara si nivelación hacia arriba o nivelación hacia abajo.
En su editorial del 24 de agosto, el periódico El Universal dijo que “7 de cada 10 maestros que ya daban clases en el sistema de educación básica han reprobado el examen para obtener una plaza definitiva. Esta es la segunda ocasión que tal cosa ocurre. Igual porcentaje fracasó en el proceso de ingreso anterior.
“Es probable que el resto del millón de profesores obtendría resultados igual de insatisfactorios si presentaran esta misma prueba. Ellos ingresaron al salón de clase exactamente por la misma puerta que lo hicieron los ahora rechazados: las relaciones y los conocidos que tienen entre los dirigentes del SNTE. Y también porque los cursos que toman los actuales titulares para mejorar sus habilidades profesionales son simulación pura”.
COMO PUEDE VERSE, es urgente retomar caminos como los que trazaron Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, Alfonso Reyes y otros humanistas mexicanos. Los homenajes no siempre son mera retórica. A veces los homenajes pueden ser una forma de retomar el camino correcto, un punto de partida para salir de la ignorancia y del crimen de generar y promover la ignorancia.
J. CARLOS MÉNDEZ

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CARTA DESDE MONTERREY
OCTAVIANO VALDEZ: Las tertulias del mate; la fundación de Abside
Domingo, 13.09.2009, 01:06pm (GMT-5)

DOMÍNICAS DEL MATE se titula un precioso librito publicado en 1975 por la Editorial Las Hojas de Mate en el que se recogen una serie de testimonios sobre las célebres y hasta legendarias tertulias dominicales que se celebraban en la casa del padre Octaviano Valdés, tertulias en las que se bebía mate y a las que asistían los hermanos Méndez Plancarte y otros prestigiados hombres de letras.
El librito me lo prestó, en la víspera de que viajara a Zamora para participar en el Coloquio sobre los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, mi amigo Erasmo Torres Gómez, que lo adquirió en una librería de Viejo en la ciudad de Monterrey.
Como se informa en el librito, esos testimonios “se publicaron por primera vez en en la sección Domingo: Información de Cultura del DIARIO OVACIONES del día 27 de enero de 1974”. Reprouzco aquí, casi en su totalidad, la Apertura del padre Octaviano Valdés para Domínicas del Mate:
EL TÉ paraguayo, conocido comúnmente con el nombre de mate, posee la virtud social de promover y propiciar en torno suyo la agradable conversación y la amistad. El sabor y el aroma del mate han congregado durante algo más de 40 años domingo a domingo, salvo breves paréntesis, a un grupo de amigos de los más variados colores.
El año de 1932, sin programa ni propósito preconcebido, se inició la tertulia del mate con el padre Alfonso Méndez Plancarte, Alfonso Gutiérrez Hermosillo y el suscrito, atraídos por la común pasión de la literatura. Los dos Alfonsos, tiempo hace, ya sombras en nuestro recuerdo. El primero, de difícil parangón por su extraordinaria sabiduría, fue terrible crítico, desfacedor de falsos prestigios, y a quien no se le ocultaba gazapo alguno por pequeño que fuese. Alfonso Gutiérrez Hermosillo, muerto dramáticamente en plena juventud, parecía vivir con el alma en constante éxtasis de poesía.
Poco después se unió Gabriel Méndez Plancarte, hermano de Alfonso. De paso comentaré que los Méndez Plancarte, don Ángel María Garibay y yo planeamos la revista Ábside en Otumba, residencia a la sazón, año de 1936, de don Angel. Mas fue Gabriel quien la dirigió y llevó su carga hasta su muerte temprana […] Mas el mérito principal de Gabriel, como director de la revista, fue su apertura de espíritu que supo dar cabida en esa su publicación a prestigiados escritores, de muy variadas ideologías, pero libres de fobias y coincidentes en el amor al ideal literario.
No tardó en agregarse Alfonso Junco […], heroico sostenedor hasta el presente de la revista desde la muerte de Alfonso, que había sucedido a su hermano Gabriel en la dirección.
¿Cuál otra revista de tipo cultural ha logrado en México sobrevivir tan largo tiempo?
Otros más fueron llegando: Alí Chumacero y José Luis Martínez […], Alfredo Maillefert […], Don Agustín Yáñez, “El Silencioso”, así lo apellidó Gabriel Méndez Plancarte en memorable artículo. Parco en el hablar y famoso y fecundo creador de belleza escrita. No recuerdo si antes o después de don Agustín, llegó “El Chato”, don Alfonso Noriega […] Por su medio ganó nuestra reunión la sal epigramática de Francisco Liguori. […] Andrés Henestrosa, escritor que sabe escribir en prosa con palabras que nos saben a recién nacidas, tiene la agudeza a flor de labios y flechas de alegre ironía. Federico Cantú famoso pintor, grabador, escultor y crítico iconoclasta de los que a su juicio son valores inflados, y aun del mal tiempo por negar el calor del sol. Rafael Aguayo Spencer, biógrafo casi dueño de don Vasco de Quiroga […]. Antonio Gómez Robledo, el sabio de la tertulia tiene todas las respuestas para todas las preguntas humanísticas y de otras sabidurías. De vez en cuando nos honran sus hermanos los PP. Ignacio y Javier. Presente en temporadas y ausente en largas vacaciones, el padre Antonio Brambila, inteligencia incorregiblemente razonadora. Fausto Vega […], Raúl Villaseñor […]. Ricardo Garibay, chisporroteo de inteligencia y espíritu siempre en tensión. Ernesto Mejía Sánchez eruditísimo en literatura. Jorge Hernández Campos […], Daniel Moreno, laboriosísimo historiador. Héctor Morales Saviñón, literato y distribuidor de alegría.
Esporádicamente se aparecen el Obispo de Cuernavaca, don Sergio Méndez Arceo, don Francisco Monterde […]. El “Bachiller”, José Rojas Garcidueñas […], Francisco Zendejas […]
Algunos, después de haber sido contertulios temporalmente, se ausentaron a causa de cambio en su ritmo de vida, nuevas ocupaciones, tareas en el extranjero, etc. Enumero a Emmanuel Palacios, los hermanos Pablo y Enrique González Casanova, Juan José Arreola, Jaime García Terrés, Víctor Adib, Emmanuel Carballo, Ricardo Guerra, Manuel Calvillo, Porfirio Martínez Peñaloza, el Lic. Antonio Martínez Báez, y uno que otro más que sólo fue ave de paso.
De muy grato recuerdo son algunos ilustres desaparecidos: los españoles “refugiados” don Manuel Pedrozo, Benjamín Jarnés. El Dr. Manuel Pulido Méndez que fue embajador de Venezuela, mexicanizado por obra y gracia del dictador Juan Vicente Gómez, que lo exilió a nuestro país desde su juventud. Los pintores Fernando Leal y Ángel Zárraga. César Garizurieta, “El Mapache”, quien nos visitó todavía dos semanas antes de su trágico fin.
¿A qué se debe la supervivencia de tertulia después de tantos años? Tal vez a la virtud social del mate, a su espontáneo gobierno de libertad sin formalismos. Pero sobre todo al espíritu de cortesía, y de franca y cordial amistad impuesto y fomentado por los mismos contertulios.

J. CARLOS MÉNDEZ

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RINDEN HOMENAJE A LOS HERMANOS MENDEZ PLANCARTE
Domingo, 06.09.2009, 12:45pm (GMT-5)
El homenaje, como lo ha informado Guía, estuvo antecedido por una serie de conferencias sobre el tema impartidas por destacados investigadores y catedráticos especialistas sobre los dos mencionados ilustres zamoranos. También antecedió el acuerdo del ayuntamiento de declarar el año 2009 como Año de los Hermanos Méndez Plancarte.

Este homenaje fue organizado por el ayuntamiento zamorano que presidente José Alfonso Martínez Vázquez y el Consejo de la Crónica Municipal al frente del cual está el Lic. José N. Alvarez del Toro, autor de la iniciativa.
El evento central de los festejos de homenaje consistió en un muy interesante coloquio sobre la Vida y Obra de los Hermanos Méndez Plancarte desarrollado del 1 al 3 de este mes en la naciente Casa de la Crónica Municipal instalada en la antigua estación del ferrocarril que fue inaugurada antes de poner en marcha el coloquio.
La inauguración del coloquio, el martes pasado a las 17:00 horas, estuvo a cargo del maestro Jaime Hernández Díaz, Secretario de Cultura, con la representación del gobernador del Estado, Leonel Godoy Rangel.

Estuvo acompañado por el presidente municipal, José Alfonso Martínez Vázquez, así como los especialistas participantes en el coloquio y ante la presencia de un buen número de invitados.
En el evento inaugural el alcalde dio un breve mensaje en el que anunció que las participaciones de los exponentes en el coloquio quedarán plasmadas en un libro que sobre el evento se editará.
Dijo estar gratamente impresionado por la importancia de los dos ilustres personajes a quienes, reconoció, “habíamos venido soslayando” y agregó que su gobierno hará un esfuerzo para que el municipio entero siga conociendo la importancia no sólo de quienes ahora se homenajea, sino de otros zamoranos que han hecho trascender el nombre de nuestra patria chica al mundo entero.

Agradeció a los investigadores del Instituto de Investigaciones filológicas de la UNAM y de la Cátedra Extraordinaria Méndez Plancarte; a los investigadores del Instituto de Investigaciones Históricas y de la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad Michoacana; al Colegio de Michoacán y a familiares de los Méndez Plancarte por hacer realidad este homenaje.

También agradeció al Mtro. Jaime Hernández Díaz, representante del Mtro. Leonel Godoy Rangel, gobernador del Estado de Michoacán, “con quien continuaremos trabajando en la política cultural del Estado”.
Por su parte el Mtro. Jaime Hernández, antes de inaugurar el coloquio, hizo una breve reflexión en su carácter de encargado de la política cultural del gobierno del Estado.
Con ese carácter consideró un acierto que en esta tierra y recuperando espacios físicos como la abandonada estación del ferrocarril se reflexione en torno a dos grandes humanistas mexicanos que contribuyeron al conocimiento de la cultura hispana y mexicana en el siglo XX.
Reiteró su reconocimiento porque, dijo, no en todos los espacios se hace el recordatorio adecuado a estas personalidades que vivieron momentos complejos como la etapa revolucionaria y posrevolucionaria, de profundas transformaciones y cambios políticos en los que tampoco dejó de estar presente, añadió, la intolerancia.
Señaló que sólo hasta épocas recientes transitamos por senderos de democracia, de tolerancia y de reconocimiento a expresiones y postulados con una concepción ideológica.

Añadió que no obstante aquellas circunstancias los hermanos Méndez Plancarte lograron reconocimiento en el campo de la cultura y luego se refirió a los trabajos y a los reconocimientos que tuvieron en su tiempo los homenajeados. Que su trabajo permitió la reflexión desde su perspectiva de humanistas católicos.
Dijo estar plenamente convencido de que el quehacer de la política tiene que poner al hombre en el centro de la reflexión y que humanistas como los hermanos Méndez Plancarte nos hacen que en torno al hombre podamos construir un México mejor.
Inmediatamente después se inició la primera sesión plenaria del coloquio en la que participaron los doctores Roberto Heredia y Enoch Valencia de la UNAM; Gerardo Sánchez Díaz, de la Universidad Michoacana; Pascual García de A., catedrático de la Universidad Michoacana y director del archivo del arzobispado de Morelia; el Dr. Martín Sánchez, presidente de El Colegio de Michoacán, y el Dr. Jaime Calderón, vicerrector del Seminario Mayor de Zamora.
Después de la primera sesión plenaria, que se desarrolló con un breve intermedio, se tuvo la presentación del Cuarteto de Cuerdas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo cuya actuación fue muy reconocida.
La segunda sesión del coloquio se llevó a cabo el miércoles a las 17:00 horas con la participación del Dr. Tarcisio Herrera Zapién, de la UNAM; Dr. Raúl Duarte, rector del Seminario Mayor de Zamora; Lic. Ramón Alvarado, de la Universidad Michoacana; el Dr. Eduardo González Di Piero, de la Universidad Michoacana, y el Lic. Alejandro García, de la UNAM.

La tercera y última plenaria se efectuó el jueves también a las 17:00 horas con la participación del Sr. Arturo Ramírez Trejo, de la UNAM; Jorge Moreno Méndez, del Archivo Diocesano de Zamora; Lic. José Carlos Méndez Trujillo, de la Universidad Autónoma de Nuevo León; el Mtro. Jaime Hernández Díaz, Secretario de Cultura del gobierno del Estado, y del historiador Jesús Alvarez del Toro, organizador del coloquio y presidente del Consejo de la Crónica Municipal de Zamora.

EN LA CASA NATAL DE LOS HOMENAJEADOS

El miércoles, fecha en la que se celebró el centenario del natalicio de Dn. Alfonso Méndez Plancarte, el ayuntamiento y el Consejo de la Crónica Municipal llevaron a cabo a las 11:00 horas un homenaje en la casa natal de los hermanos Méndez Plancarte.
Este evento lo encabezaron la Lic. Rosa María Gutiérrez, contralora del gobierno del Estado, con la representación del gobernador Mtro. Leonel Godoy Rangel, y el presidente municipal José Alfonso Martínez Vázquez.
También se contó con la presencia de los miembros del ayuntamiento así como un grupo de destacados invitados, entre ellos descendientes de los hermanos Méndez Plancarte así como los Pbros. Jesús Contreras y Jesús Ruiz Ochoa, Vicario General y Secretario Canciller de la Diócesis de Zamora, respectivamente.
En el exterior de la casa donde nacieron de los hermanos Méndez Plancarte, ubicada en la esquina de avenida Juárez y Morelos, la Hna. Ma. de Lourdes Méndez Arceo, descendiente de la familia Méndez Plancarte, el presidente municipal y la representante del gobernador develaron una placa a la memoria de los ilustres humanistas zamoranos.
Enseguida en el interior de la casa, Rosa Ma. Gutiérrez dio un mensaje en el que expresó que el arte en sus diversas tendencias expresa libremente un impulso creativo del ser humano por reflejar no solamente su carácter sino también abre campos en diversos sectores de la sociedad para proyectar una nueva propuesta interpretativa de nuestro entorno histórico.
Consideró que el privilegio de vivir en los principios de un nuevo milenio y ser copartícipes del progreso alcanzando por la humanidad conlleva no solamente importantes beneficios sino también la responsabilidad elemental de salvaguardar el patrimonio cultural y las aportaciones heredadas de quienes nos precedieron.
Añadió que la literatura ha sido desde el principio de los tiempos el medio que por excelencia hemos usado para expresarnos porque a través de ella conocemos los acontecimientos, hechos o sucesos de nuestro país pero también nos da la oportunidad de expresar y comunicar ideas y pensamientos.
Estimó un orgullo y de trascendencia histórica para los zamoranos y michoacanos la vida y obra literaria y periodística de los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte.
Que ellos expresaron en cada momento su deseo de trasmitir los hechos y pensamientos de grandes hombres así como los propios no guiados por el egoísmo o los intereses personales sino en beneficio del hombre y la sociedad.
Que impulsan a quien los lee al continuo y profundo conocimiento humano a través de la ciencia y la cultura, sin considerar a éstas como un fin sino como un medio para alcanzar la justicia social, la solidaridad, la unión, la tolerancia y el respeto, “valores esenciales en una sociedad con deseos de coexistir y trascender”.
Finalmente dijo que los hermanos Méndez Plancarte tienen un lugar bien reservado en la historia como librepensadores e intelectuales que buscaron siempre la sabiduría, la inteligencia no los aplausos, no por fuerza o poder, sino para entender las múltiples y complejas manifestaciones del hombre. Que fueron ejemplo en su tiempo y lo son en el nuestro de que el servicio a la sociedad da un valor más alto y noble al ser humano.
Por su parte, el presidente municipal, quien tuvo a su cargo el discurso oficial en el acto de homenaje, recordó que precisamente el miércoles hizo un siglo de que en la casa de Juárez y Morelos nació Alfonso Méndez Plancarte, 4 años 7 meses y 8 días después que su hermano Gabriel.
Recordó que en esa casa, recortada después para la ampliación de la avenida Juárez, el padre de los hermanos Méndez Plancarte, don Perfecto Méndez Padilla, escribió parte fundamental de su obra literaria y política y de su participación en la Dieta Zamorana, el 19 de enero de 1913.
También se refirió a que en la casa de enfrente vivió José, hermano de don Perfecto, quien tuvo que interrumpir sus estudios en Morelia a la muerte de su padre, don Perfecto Méndez Garibay, para hacerse cargo de las labores agrícolas que éste realizaba.
También dijo que fue don Perfecto Méndez Garibay quien donó a los zamoranos el manantial de El Bosque, ubicado en Jacona, que todavía surte de agua a la parte sur de Zamora.
Se refirió a la niñez de los hermanos Méndez Plancarte, su temprana salida de Zamora para estudiar, sus estudios, su labor docente de investigación y de difusión “sin olvidar su tierra nativa como lo demuestra gran parte de la obra de ambos dedicada a personajes zamoranos y a quienes se formaron aquí”.
Que fue así como surgió de don Gabriel una revaloración de los indígenas o de quienes realizaron estudios sobre nuestros orígenes o traductores que nos acercaron al conocimiento de los clásicos griegos y latinos o el ensayo sobre “Hidalgo, reformador intelectual”.
De don Alfonso se refirió a su exhaustivo estudio sobre Sor Juana Inés de la Cruz que ha sido la base para posteriores estudios sobre Sor Juana como los hechos por Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura.
Tras referirse a parte de la obra de los hermanos Méndez Plancarte, el alcalde consideró que por la monumentalidad y calidad de esa obra la UNAM y su entonces rector, José Ramón de la Fuente, crearon en el 2002 la Cátedra Extraordinaria “Hermanos Méndez Plancarte”.
Que todo ello y ese humanismo que caracteriza a los grandes hombres fue lo que influyó para que los zamoranos les rindieran homenaje.
Añadió el alcalde que el ayuntamiento comparte con todos los zamoranos el orgullo de contar con personas preclaras que han hecho de esta ciudad una de las cunas del humanismo nacional.
Luego enumeró a personajes zamoranos como Benito Gamarra, José Sixto Verduzco Macías, Fray Manuel Martínez de Navarrete, Gildardo Magaña Cerda, Conrado Magaña Cerda, Miguel Trinidad Regalado, Francisco Plancarte y Navarrete, Luis Padilla Nervo y Alfonso García Robles, entre otros como Fernando Méndez Velásquez y quienes aquí se formaron como Francisco J. Múgica y Amado Nervo.
Concluyó con el compromiso de su gobierno de no solamente rendir homenaje “a quienes conocíamos poco y ahora conocemos más” gracias a quienes desde la UNAM, la Universidad Michoacana, la Universidad Autónoma de Nuevo León y el COLMICH “que nos han venido a ilustrar, sino también conservar en la memoria colectiva los grandes sucesos que han transformado nuestro entorno local”.
Francisco Galván, descendiente de los hermanos Méndez Plancharte, se refirió al peso y al compromiso de llevar el apellido de tan ilustres personajes y agradeció profundamente al ayuntamiento, a los zamoranos y al gobierno del Estado el recuperar del olvido a los personajes de valor universal que deben ser motivo de orgullo para los zamoranos.
Finalmente se llevó a cabo en el mismo lugar una sesión solemne de cabildo en la que a propuesta del alcalde los regidores aprobaron por unanimidad la formación de una comisión especial que tendrá como responsabilidad hacer las gestiones necesarias para traer a Zamora los restos de los hermanos Méndez Plancarte para depositarlos en la Rotonda de los Hombres Ilustres que se pretende crear y de la que los ilustres humanistas serían los primeros en figurar.
El alcalde propuso que dicha comisión quedara integrada por los regidores María Eugenia Méndez Dávalos, Ricardo Oliveros y Juanita Ramírez. A petición del regidor José Villalpando se integró a esa comisión la regidora Celia Villanueva. También propuso a la síndica municipal, Ma. Guadalupe Zuno, quien declinó participar en dicha comisión. (ASR)

ASR

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EL HUMANISMO MEXICANO TIENE RAICES PREHISPANICAS: EG

* El momento más alto se dio en la obra de los hermanos Méndez Plancarte * El humanismo auténtico del que está sedienta la realidad actual

Lo que podemos denominar como “humanismo mexicano” tiene raíces prehispánicas como lo han mostrado varios autores, afirmó el Dr. Eduardo González di Piero, durante conferencia sustentada el pasado 22 de marzo en esta ciudad en el marco de los eventos organizados con motivo del “Año de los Hermanos Méndez Plancarte”.
El Dr. González di Piero impartió a las 20:00 horas la conferencia “La filosofía del humanismo de los hermanos Méndez Plancarte”. El evento tuvo lugar en un espacio del área recién rehabilitada de lo que fuera la antigua cárcel de Zamora ante un buen grupo de invitados.
El conferencista fue presentado por el Lic. Jesús Alvarez del Toro, presidente del Consejo de la Crónica Municipal, organismo que con la presidencia municipal organizaron el evento.
González di Piero es doctor en filosofía por la Universidad Lateranense de Roma, investigador de tiempo completo y nivel C de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel I. Actualmente es director de la Facultad de Filosofía de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Antes de la conferencia el Lic. Jesús Alvarez del Toro dio lectura a un breve mensaje del presidente municipal, José Alfonso Martínez Vázquez, quien no pudo estar en este evento.
En el mensaje del alcalde dio la bienvenida al Dr. González di Piero y le agradeció “venir junto con nosotros a honrar la memoria de los hermanos Méndez Plancarte, zamoranos que nos tienen gratamente sorprendidos por el cúmulo de actividades intelectuales que realizaron a pesar de morir ambos muy jóvenes”.
El Dr. González di Piero durante su profunda pero amena conferencia dijo que aunque el humanismo mexicano hunde sus raíces en la época prehispánica parece haber una línea de continuidad filosófica entre la época prehispánica y nuestros días, pasando por los 3 siglos de la Colonia.
Dijo que sin duda han sido los hermanos Méndez Plancarte, Alfonso y Gabriel, quienes han penetrado con mayor hondura y lucidez en ese intento de dotar de contenido filosófico al humanismo mexicano.
El Dr. González di Piero se centró en caracterizar los grandes rasgos en los que consiste el humanismo, como el motivo fundamental de la época colonial, a partir de las consideraciones de los propios hermanos Méndez Plancarte.
Luego dio cuenta específicamente del humanismo de los jesuitas hacia la parte final de la era de colonia que, según el Dr. González, prefigura ya el movimiento independentista, donde el humanismo mexicano tomaría nuevos carices y continuará su desarrollo hasta llegar a poder hablar propiamente de un “humanismo mexicano”.
Según el Dr. González di Piero el momento más alto del “humanismo mexicano” se dio precisamente en la obra y pensamiento de los hermanos Méndez Plancarte.
Para dar contenido conceptual al término humanismo, el conferencista aclaró que desde la visión mendezplancartiana no se refería al denominado “humanismo cívico florentino”, característico del Renacimiento, como oposición al simbolismo medieval, en que lo humano se encontraba subordinado a la divinidad y a la teología especulativa escolástica.
Dijo que se refería al humanismo definido como el quehacer polifacético mediante el cual los mexicanos han entendido, promovido y defendido el papel del hombre en el universo y en la sociedad con relación a la trascendencia y de cara al porvenir, siempre para buscar mejores formas y condiciones de vida auténticamente humana.
Señaló que, sin embargo, el humanismo debe abrevar, necesariamente, de un horizonte de tradición que, en nuestro caso, no puede ser más que inevitablemente el cristianismo como uno de los dos pilares en el que la idea integral del ser humano se apoya. El otro pilar, explicó, es el de la antigüedad clásica grecolatina.
Añadió que de ese modo a partir de la Conquista es inevitable el humanismo de inspiración cristiana pero no siempre de manera absoluta porque se puede hablar de “humanismos” puesto que en el periodo colonial de 3 siglos hay más de una manifestación de lo que entendemos como humanismo.
Expresó el Dr. González di Piero que a través de los estudios de los hermanos Méndez Plancarte, estudios tanto de los poetas novohispanos como de los humanistas del siglo XVIII, nos percatamos de que el humanismo colonial se prolonga hasta nuestra época, teniendo precisamente como depositarios excelsos de dicha tradición a los propios Méndez Plancarte.
Tras señalar que la Conquista llegó a transformar y a añadirse al sustrato humanista ya presente en la época prehispánica, el Dr. González Di Piero se refirió a las 2 caras de la moneda de la Conquista en la que la espada y la cruz son los medios para alcanzar el fin expansionista de la corona española.
Sin embargo señaló que sería injusto si suscribiera a pie juntillas esa afirmación.
Se refirió a la defensa que los frailes hicieron durante la conquista del humanismo indígena que valoraron y al que reforzaron con la visión humanista cristiana de la que eran portadores, que fue precisamente lo que generó el “humanismo mexicano”.
González Di Piero afirmó que durante la conquista prevalecieron en buena parte los métodos cruentos de los conquistadores pero que a pesar de ello éstos no lograron opacar ni la labor humanista de los evangelizadores en defensa de los indios ni el humanismo autóctono de éstos y, sobre todo, la sinergia potenciada de la conjugación de ambos.
Añadió que se originó, es cierto, un sincretismo en el que el humanismo resultante fue igualmente original que el de las 2 culturas que se vieron enfrentadas.
Ese humanismo resultante, según el conferencista, se fue transformando paulatinamente hasta constituir una nueva visión de lo humano que fue la que formó al hombre novohispano.
Tras referirse a las paradojas del cristianismo novohispano, el Dr. González di Piero se refirió al intento de rescate de los indios mediante la labor profundamente humanista de Vasco de Quiroga y Bartolomé de las Casas, labor que afloró como una esperanza, hasta la fecha, de una realidad social más justa e igualitaria para todos los habitantes del territorio mexicano, tal como los hermanos Méndez Plancarte lo pensaban y lo querían.
El conferencista se refirió luego a algunas de las consideraciones de los hermanos Méndez Plancarte sobre las aportaciones de los grandes pensadores y hombres de cultura de la Nueva España. Se detuvo en algunos de ellos y de éstos destacó algunos aspectos desde el punto de vista de los hermanos Méndez Plancarte.
Destacó, de manera general, los rasgos característicos y comunes a los pensadores, intelectuales y filósofos novohispanos durante la época de la colonia.
También se refirió a las figuras del humanismo en el siglo XVII aunque señaló que fue en el siglo XVIII cuando se alcanza la cumbre del humanismo mexicano novohispano con los jesuitas.
El Dr. González di Piero terminó su intervención con una cita de Gabriel Méndez Plancarte que considera que representa excelentemente la concepción del humanismo que se ha venido sosteniendo y que representa la posición filosófica del hombre novohispano y la propuesta de adoptarla en nuestra propia realidad actual.
Nuestra realidad actual, añadió, está “sedienta de un humanismo auténtico, no formal, no abstracto, para contrarrestar el statu quo dominante en nuestros días, sumidos en una crisis aguda que ha desembocado en la violencia como una forma predominante de la relación intersubjetiva”.
Esa cita de Gabriel Méndez Plancarte sobre la concepción del humanismo es: “El humanista auténtico es el hombre que, mediante la asimilación de los más altos valores de la humanidad precristiana y su síntesis vital con los valores supremos del cristianismo, llega a realizar en sí un tipo superior de hombre en el que la esencia humana logra florecimiento y gratitud”. (ASR)

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CARTA DESDE MONTEREY

CENTENARIO DE ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

+ Cincuentenario de la muerte de Alfonso Reyes + La importancia de la revista Ábside
J. CARLOS MÉNDEZ

ESTE 2009 SE CELEBRAN EL CENTENARIO del nacimiento del
humanista zamorano Alfonso Méndez Plancarte (1909-1955), el sesenta
aniversario de la muerte de su hermano el también humanista Gabriel
Méndez Plancarte (1905-1949), y el cincuentenario de la muerte del también
gran humanista y hombre de letras Alfonso Reyes (1889-1959).

Sobre Reyes se preparan grandes celebraciones a nivel nacional y por
supuesto en Monterrey, su tierra natal, sobre todo por parte de la Universidad
Autónoma de Nuevo León y de su Capilla Alfonsina, donde se encuentra la
biblioteca de don Alfonso.

Sobre los Méndez Plancarte ignoro lo que se hará a nivel nacional, si bien es
previsible que los conmemorará la Universidad Nacional Autónoma de
México, quien publicó sus célebres libros sobre los humanistas y los poetas
novohispanos, donde impartieron cursos y en cuya Facultad de Filosofía y
Letras existe la Cátedra Extraordinaria “Gabriel y Alfonso Méndez

Plancarte”, creada en noviembre de 2002.

Como ya es sabido, en Zamora, tierra natal de los Méndez Plancarte, por
iniciativa del Regidor de Normatividad Municipal, Ricardo Oliveros Herrera,
el gobierno municipal ha declarado “2009 Año de los hermanos Méndez
Plancarte”. Los trabajos los coordina el presidente del Consejo Ciudadano
de la Crónica Municipal, Jesús Alvarez del Toro, que entre otras cosas
organiza para septiembre el Coloquio “Vida y obra de los hermanos Méndez
Plancarte”, presidido por el doctor Herón Pérez Martínez, de El Colegio de
Michoacán, y quien en 1999 publicó un ensayo, Alfonso Méndez Plancarte,
artífice del humanismo mexicano, en Estudios Michoacanos VII.

En Morelia, el Seminario Permanente de Autores Michoacanos también
prepara un gran evento conmemorativo de Alfonso Méndez Plancarte.

REYES Y LOS MÉNDEZ PLANCARTE. Al inicio de esta Carta… los
mencioné a los tres en un mismo párrafo. ¿Por qué? Porque Reyes y los
Méndez Plancarte fueron amigos y en ocasiones colaboradores, porque los
tres comparten una visión de la identidad mexicana fundada en lo
prehispánico…, y porque en sus vidas públicas hay algunas semejanzas
profundas. Diferencias aparte –los Méndez Plancarte eran sacerdotes y
militantes católicos, aunque ecuménicos, y Reyes era liberal, pero no
jacobino, como tampoco lo fue su padre el general Bernardo Reyes–, pero
los tres sabían dialogar y los tres compartían una magna empresa: hacer
renacer en México el humanismo, rescatando y valorando el humanismo de
la época colonial y poniéndolo al día –con obras y amores–en las adversas
condiciones mexicanas del siglo XX.

Invitado desde su primer número –y reiteradamente–a colaborar en la
revista Ábside, fundada en 1937 por Gabriel Méndez Plancarte, Reyes se
resistió a hacerlo durante muchos años, por razones a que me referiré en otra
Carta…, aunque sin interrumpir por ello el diálogo privado, del que son
prueba, entre otras cosas, el recientemente publicado epistolario entre Reyes
y los Méndez Plancarte: Humanismo y literatura. Correspondencia entre
Alfonso Reyes y Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte. 1937-1954.

Compilación, introducción y notas, Alberto Enríquez Perea, México, El
Colegio Nacional, 2006, pp. 296.

Finalmente, en 1949 Reyes se decidió a publicar en Ábside su bellísimo
Homero en Cuernavaca, dedicado al padre Gabriel. En su segunda edición,

corregida y ampliada, en la colección Tezontle del Fondo de Cultura
Económica, en 1952, Reyes escribió que este libro “[…] se dedica a la buena
memoria del sabio, inolvidable amigo y probo sacerdote Gabriel Méndez
Plancarte, honra y luto de nuestras letras, desaparecido ha poco en plena
labor. […]”

Y luego, entre 1953 y 1954, Reyes colaboró con Ábside entregándole para su
publicación su correspondencia con el poeta Enrique González Martínez,
también amigo y colaborador de los Méndez Placarte…. La importancia
múltiple de este hecho está amplia y detalladamente analizada en Alfonso
Reyes/ Enrique González Martínez. El tiempo de los patriarcas. Epistolario
1909-1952. Compilación, estudio introductorio y notas de Leonardo
Martínez Carrizales, México, Fondo de Cultura Económica, 2002, pp. 454

De la amistad y profunda relación entre Reyes y los Méndez Plancarte dan
también testimonio los sonetos que se cruzaron entre ellos, y a los que me
referiré en otra Carta…

ÁBSIDE ABRE EL FUEGO. Para comprender la importancia cultural y
política de la obra de los Méndez Placarte hay que situarse en su momento y
en su historia personal y familiar. Su padre, don Perfecto Méndez Padilla,
tuvo que abandonar Zamora y exiliarse en la ciudad de México debido a la
persecución que sufrió por su militancia en el Partido Católico Nacional
(PCN), creado en 1910, y por el cual fue electo diputado federal. Lo que el
PCN proponía –aparte de la democracia–era convertir en leyes los
principios de la encíclica Rerum novarum de León XIII, base de la doctrina
social de la Iglesia.

Los tiempos en los que los Méndez Plancarte decidieron librar la batalla eran
todavía tiempos de persecución, de conflicto por los resabios de la Guerra
Cristera, de jacobinismo, y de un nacionalismo obtuso –del que también fue
víctima Alfonso Reyes–. Abrieron fuego con su revista Ábside y
paralelamente con sus investigaciones, sus libros y sus muchísimos artículos
periodísticos, Gabriel en el diario Novedades y Alfonso en El Universal,
consignados todos en el Diccionario de Escritores Mexicanos, publicado por
la Universidad Nacional Autónoma de México.

Capítulo aparte son las Obras completas de Sor Juana Inés de la Cruz,
edición, prólogo y notas del padre Alfonso, por encargo del Fondo de Cultura
Económica, cuyo primer tomo se publicó en 1951.

En cuanto a Ábside, subtitulada revista de cultura mejicana, ésta se planteó
como una propuesta humanística para el estudio, comprensión y desarrollo de
la cultura mexicana sobre la base de un “triple y único mensaje –
humanístico, grecolatino, hispano e indígena—de la cultura mexicana”.

En el editorial del primer número de Ábside, Gabriel escribió:
“Conozcámonos. Amemos lo nuestro. Hagamos valer nuestros valores.
Suscitémoslos y corroborémoslos, afirmando nuestra auténtica personalidad.
Siempre haciendo nuestro lo universal, para hacer universal lo nuestro: doble
y magna función de la escritura”.

Son muchos los puntos de contacto entre esta concepción y la obra de
Alfonso Reyes. En el prólogo a Reloj de sol (1926, Reyes escribe: “Yo sueño
en emprender una serie de ensayos que habían de desarrollarse sobre esta
divisa: En busca del alma nacional. La Visión de Anáhuac [1915] puede
considerarse como un primer capítulo de esta obra… Un pueblo se salva
cuando logra vislumbrar el mensaje que ha traído al mundo […]” En su
polémico, iluminador y vigente ensayo A vuelta de correo, publicado en
1932, Reyes dijo: “La única manera de ser provechosamente nacional
consiste en ser generosamente universal…”

LA IMPORTANCIA DE ÁBSIDE. En su extraordinario ensayo Muerte y
resurrección de la cultura católica, Gabriel Zaid, quizá el más profundo
conocedor de la importancia de la obra de los Méndez Plancarte, explica que
“lo que siguió en la paz [tras la Guerra Cristera] fue el renacimiento de la
cultura clerical, a través de continuadores de los grandes humanistas del siglo
XVIII, que encabezaron importantes iniciativas culturales, crearon un foco de
cultura católica en la revista Abside (fundada en 1937) y trajeron a la
conciencia nacional zonas completas soterradas: las literaturas indígenas
(Ángel María Garibay), la vastísima poesía colonial (Alfonso Méndez
Plancarte), el pensamiento mexicano del siglo XVIII (Gabriel Méndez
Plancarte). Desgraciadamente, los hermanos Méndez Plancarte, líderes de
esta renovación, murieron sumamente jóvenes (a los cuarenta y tantos
años)”.

Por desgracia, nadie, que yo sepa, comentó ni ha comentado este ensayo de
Zaid, publicado en la revista Vuelta (número 156, noviembre de 1989), y
recogido luego en su libro Tres poetas católicos (México, Océano, 1997) y
en Obras de Gabriel Zaid. 2. Ensayos sobre poesía, México, El Colegio

Nacional, 1993, pp. 558.

LA BIBLIOTECA Y EL ARCHIVO PERSONAL DE LOS MÉNDEZ
PLANCARTE se encuentran en la ciudad de Monterrey, en la biblioteca del
Tecnológico de Monterrey y en su Biblioteca Cervantina. Quizá algunos se
pregunten por qué no se encuentran en Zamora la biblioteca y los archivos de
tan preclaros zamoranos, en los que además de muchas cartas se encuentran
trabajos en proceso y otros inéditos. Y yo también me lo pregunto. Pero
afortunadamente aquí están, abiertos a quienes quieran trabajar en ellos.
Espero y deseo que “2009 Año de los hermanos Méndez Plancarte”, sirva
en Zamora no sólo para recordar y en muchos caos conocer la obra de los
hermanos Méndez Plancarte, sino para iniciar el reconocimiento y el
conocimiento de otros ilustres zamoranos. Pero sobre todo para conocer
cómo fue posible que Zamora produjera personajes de tan gran calado, y
tratar de que Zamora retome sus fueros.

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COMO NACIO LA REVISTA ABSIDE
DE LOS HERMANOS MENDEZ PLANCARTE

Domingo, 11.10.2009, 02:39pm (GMT-5)
Jesún Alvarez del Toro
(Presidente del Consejo de la Crónica Municipal)

Después de tres días de reflexión sobre la Vida y Obra de Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, que realizamos los días 1, 2 y 3 del pasado mes de septiembre en esta ciudad; fuimos invitados el pasado 28 de septiembre a la Facultad de Filosofía y Letras, por la Coordinación de Letras Clásicas y el Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, a hablar sobre el homenaje realizado en esta su ciudad nativa, así como a continuar la reflexión sobre su obra. Asistimos Guillermo Espinosa Parra y quien pergeña estas líneas, Secretario y Presidente, respectivamente del Consejo de la Crónica Municipal; la intención fundamental de nuestra visita era ver la posibilidad de traer a esta ciudad una extensión de la “Cátedra Extraordinaria Méndez Plancarte” y el acuerdo primario así lo estipuló: Zamora contará con una extensión de dicha cátedra.
En ese continuar la reflexión sobre Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte, el Dr. Tarcisio Herrera Zapién –a quien es justo reconocer como el continuador de la obra de los zamoranos– nos regaló sus libros “Historia del Humanismo Mexicano”, sus textos y contextos neolatinos en 5 siglos; editado por Porrúa en el año 2000 y “México exalta y censura a Horacio”, editado por la UNAM en 1991. Como buen académico nos encargó la difusión de lo que nosotros consideráramos podría seguir exaltando la figura de los sabios zamoranos.
Al primer contacto con el inapreciable regalo, el pasar rápidamente hoja por hoja el contenido general de la acuciosa obra, de inmediato me atrajo la atención sobre el nacimiento de la Revista “Ábside” y en el viaje de regreso a Zamora leí el capítulo y quedé gratamente sorprendido de cómo nació la revista de cultura mexicana:

EL GRUPO DE ÁBSIDE Y EL SEMINARIO CONCILIAR DE MÉXICO. EL ENCOMIUM QUETZALLI
En una de las visitas que, en 1936, hicieron a don Ángel María Garibay en la parroquia de Otumba sus amigos los hermanos Méndez Plancarte y don Octaviano Valdés, tuvieron una idea memorable.
Los 4 relevantes humanistas, maestros del Seminario Conciliar de México, plantearon editar una revista, la cual fue concebida allí, junto al ábside de la parroquia de Otumba: “A la sombra augural de un ábside franciscano, álveo materno de nuestra cultura”. Con estas palabras, en 1936, se abrió el número inicial de Ábside, revista de cultura mexicana, bajo la pluma de su primer director, el doctor en filosofía y teología Gabriel Méndez Plancarte.

CUATRO DECENIOS DE CULTURA
Esta revista perduró 40 años gracias a la cultura clásica de los 4 fundadores: ellos habían pisado los mármoles de la Hélade, y se habían graduado en la Universidad Gregoriana, donde las cátedras se dictaban en la armoniosa latinitas scholarum. Perduró en emisiones trimestrales desde 1936 hasta 1978.
La dirigieron sucesivamente: don Gabriel (de ’37 a ’49), su hermano Alfonso (de ’50 a ’55), el poeta y apologista Alfonso Junco (de ’55 a ’74), y el historiador Eduardo Enrique Ríos (enero del ’75 a abril del ’78).
El poeta y periodista Horacio Espinoza Altamirano ya ha señalado que el cuarteto fundador “bajo estímulo y voluntad enciclopédica, habrá de lanzarse a la aventura de revisar la totalidad de la cultura mexicana, dividiéndosela por estadios y ciclos: el precortesiano, por don Ángel María Garibay; el de la literatura colonial por don Alfonso Méndez Plancarte; y a su vez su hermano Gabriel, junto con Octaviano Valdés, en la interpretación sobre las maneras de expresarse, insinuarse, plasmar el espíritu nacional a través del barroco y de los poetas mexicanos” (La ardiente mesura. Antología de Octaviano Valdés. Prólogo, selección y notas de Horacio Espinosa Altamirano. Toluca, Instituto Mexiquense de Cultura, 1994, P. 10)
Con los 4 fundadores de Ábside colaboraron otros destacados catedráticos del Seminario Conciliar de México: don Jesús Pallares Torres junto con sus dos relevantes sobrinos de méritos individuales, Salvador y Alfonso Castro Pallares. Con éstos, don Antonio Brambila y don José González Brown.
Fueron también colaboradores eclesiásticos de Ábside: Don Joaquín Antonio Peñalosa, don Manuel Ponce, don Carlos González Salas, don Francisco Valencia Ayala, don Samuel Bernardo Lemus, don Tarsicio Romo, don Alberto Valenzuela Rodarte y don Juan Jesús Posadas (quien llegó a ser cardenal, muerto trágicamente en 1993). Además, don Carlos Suárez Ventimilla y don Aurelio Espinosa Pólit desde Ecuador.
Asimismo, colaboraban el pintor Fernando Leal, el internacionalista Antonio Gómez Robledo, el novelista Agustín Yáñez, el historiador Alberto G. Salceda, el jurista Alfonso Francisco Ramírez, el poeta Alfredo Cardona Peña, el pensador Daniel Kuri Breña, los críticos Alberto María Carreño y Alfredo Boni de la Vega, las poetisas Gabriela Mistral, Concha Urquiza, Emma Godoy, Gloria Riestra y Esther M. Allison.
Aquí sólo nos concentramos en el núcleo agrupado en torno a los fundadores de la revista Ábside, a los cuales el recordado Ignacio Osorio bautizó acertadamente como “el grupo de la revista Ábside” (I. Osorio R. ensayo. “Jano o la literatura neolatina de México”, en el volumen colectivo Cultura clásica y cultura mexicana. México. UNAM, cuadernos del CEC, 17, 1983, pp. 11-46), “el cual siempre vio el clasicismo con un enfoque apologético.”
En próxima entrega hablaremos de cada uno de los fundadores de la revista, así como del colaborador decano de dicha publicación.
Jesús Álvarez del Toro
(Presidente del Consejo de la Crónica Municipal)

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UN POEMA DE ALFONSO REYES
A ALFONSO MENDEZ PLANCARTE

J. CARLOS MENDEZ

Carta desde Monterrey Un poema de Alfonso Reyes a Alfonso Méndez Plancarte
Viernes, 06.11.2009, 08:01pm (GMT-5)
DON ALFONSO REYES Y LOS HERMANOS MÉNDEZ PLANCARTE intercambiaron poemas en diversas ocasiones. No fueron los suyos poemas de cortesía ni “versos sociales” –que Reyes los hizo, y muy buenos. No, como podrán verlo en este poema titulado El TIEMPO DE PROTROMBINA. Se trata, a mi ver, de un poema de gran profundidad y de múltiples significados, que, por el contenido y el tono, muestra entre otras cosas que la amistad, en este caso entre Alfonso Reyes y Alfonso Méndez Plancarte, era realmente profunda, que iba más allá de lo literario, y que el diálogo personal que sostenían era trascendente. De esencias. Una amistad que tiene mucho de misterio.
Reyes incluye el poema en su libro Constancia poética (volumen X de sus Obras Completas), que contiene su obra poética y en que recoge, según dice en el Prólogo, “las poesías que por algún modo me interesan”.
El poema está fechado el 28 de julio de 1953, tiempos del presidente Adolfo Ruiz Cortines, y todavía nos dice mucho, y nos seguirá diciendo.
El TIEMPO DE PROTROMBINA
(Impresionaron al P. Alfonso Méndez Plancarte ciertos análisis médicos a que estaba yo sometido, y me dio este pie forzado).
Padre Alfonso, Padre Alfonso,
te diré lo que sabía,
que muchas cosas suceden
sin que nadie las impida.
Pues hete que los políticos
andan a la rebatiña
porque dicen que no dicen
lo que dicen que decían.
Hete que casi revientan
de embustes los periodistas,
y no hay respeto al decoro
de vecinos y vecinas.
Hete que anhelar la paz
resulta cosa dañina,
y el bien social se revuelve
entre no sé qué malicias.
Hete que los mozalbetes
la gramática descuidan
y se vuelven escritores
por artes de brujería.
Ayer, cuando yo era mozo,
las cosas eran distintas,
que aunque siempre ha habido fraudes
y siempre hubo mentiras,
ayer el mal cabalgaba
a caballo o en berlina,
en bicicleta a lo más,
nunca en máquina más viva,
y hoy el mal circula en auto,
en aeroplano camina,
anda en cohete de chorro
y en radio se comunica.
Éramos ayer tan cándidos
como la virtud lo quería;
hoy no, que vivimos en
el tiempo de Protrombina.
Padre Alfonso, Padre Alfonso,
tú que los libros practicas
ayúdame a descifrar
esta nueva algarabía
tú al bien te has consagrado,
bríndame la medicina
para llevar con paciencia
tanto enredo y tanta insidia;
tú que, sin darlas de santo,
en la gracia te iluminas,
mándame un rayo furtivo
que me encienda una sonrisa.
Ayer yo miré con sorna
lo que hoy contemplo con ira,
tal vez porque los resortes
se me han gastado en la lidia.
La consabida “inquietud
de la época” me irrita,
porque me parece sandia,
por Dios, esta consabida
inquietud; y el “dinamismo”
y toda la bobería
moderna sólo han logrado
sacarme de mis casillas.
Ayer tanto disparate
la verdad me divertía,
aunque eran tiempos mejores
que daban tiempo a la risa,
daban tiempo a los solaces
y a las doctas disciplinas,
a las sabrosas lecturas
a las charlas divertidas.
Hoy el tiempo, Padre Alfonso,
es otro, es tiempo de cuita,
porque hoy vivimos en
el tiempo de Prorombina.
26 de Julio, 1953.
Tal don Alfonso al Padre Alfonso. ¿Verdad que es hondo, revelador, edificante incluso, gozoso, actual? Un alma le habla a otra alma; una inteligencia crítica le habla a otra inteligencia crítica, un Hombre le habla a otro Hombre.
EL COLEGIO NACIONAL se creó, por Decreto del Presidente de la República, General Manuel Ávila Camacho, el 8 de abril de 1943 –el año en que nací, en el florido mes de mayo–, y se inauguró el 15 de mayo siguiente. Se creó como “una comunidad de cultura al servicio de la sociedad, dotada de personalidad jurídica, en cuyo seno estarán representadas sin limitaciones las corrientes del pensamiento y las tendencias filosóficas, científicas y artísticas, pero con estricta exclusión de todo interés ligado a la política militante”.
El lema del Colegio Nacional es: “Libertad por el Saber”.
Uno de los considerandos del Decreto dice: “Que uno de los procedimientos más eficaces para afirmar la unidad nacional consiste en enriquecer y ampliar la cultura del pueblo mexicano, lo que se consigue, entre otras formas, agrupando en un Colegio a nuestros más destacados valores en la filosofía, en las ciencias y en las artes […]”
El número de miembros del Colegio Nacional se fijó en veinte. Los primeros 15 fueron elegidos por el gobierno federal, y los 15 eligieron a los otros 5. Sólo se podían elegir nuevos miembros por muerte de alguno, renuncia o por decisión del Consejo por falta grave.
Entre esos primeros 15 miembros fundadores estuvo don Alfonso Reyes en su calidad de “poeta y humanista”.
Ni Gabriel (1905-1949) ni Alfonso Méndez Plancarte (1909-1955) alcanzaron el reconocimiento de ser miembros del Colegio Nacional, aunque reunían los méritos necesarios. Entre el año de creación del Colegio y la muerte de Gabriel fueron elegidos 6 nuevos miembros, y 12 a la muerte de Alfonso.
Sólo un zamorano ha sido miembro del Colegio Nacional: Alfonso García Robles, en 1972, en el área de Derecho Internacional.

J. CARLOS MÉNDEZ

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Jesús Alvarez – La cátedra Hermanos Méndez Plancarte
Sabado, 05.12.2009, 02:07pm (GMT-5)
Estamos a punto de finalizar el homenaje que el Consejo de la Crónica Municipal y el Ayuntamiento de esta ciudad organizaron y denominaron como el “año de los Hermanos Méndez Plancarte”, y ante la gran posibilidad de que en nuestra ciudad se instale una extensión de la Cátedra Extraordinaria Hermanos Méndez Plancarte, considero de elemental justicia el que los zamoranos conozcamos un poco más del objetivo y del quehacer científico de dicha cátedra en la UNAM, quién es su coordinador y el Acuerdo de creación de la cátedra emitido por el entonces rector de la UNAM, el doctor José Ramón de la Fuente.

“La Secretaría Académica tiene como función principal contribuir a fortalecer la docencia, la investigación y la difusión de las disciplinas humanísticas cultivadas en la Facultad de Filosofía y Letras. Para cumplir con estos objetivos, la Secretaría Académica realiza y atiende diversas tareas a través de las Cátedras Extraordinarias y del Centro de Apoyo para la Investigación.

“Las Cátedras Extraordinarias fueron creadas con el afán de apoyar la apertura y actualización de la reflexión académica de profesores y estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras. Su propósito es abrir nuevos espacios de transmisión y discusión de las ideas, de aprendizaje, análisis y difusión de temas y tópicos frontera, producto del avance del conocimiento y de la investigación original y profunda, cuyo alcance abarca más allá del campo de una disciplina singular, pues son de interés multidisciplinario. Esto repercute en la creación de vínculos entre investigación y docencia, al mismo tiempo que los fortalece entre las disciplinas humanísticas que se cultivan en la Facultad, en el resto de la Universidad y en contextos educativos y sociales diversos.

“En el marco de las Cátedras se programan cursos curriculares –algunos colectivos–, opciones de especialización extracurricular, simposios, seminarios, talleres, congresos, conferencias magistrales y homenajes, entre otros. Si el plan de estudios lo permite, en los cursos pueden inscribirse simultáneamente estudiantes de licenciatura y posgrado, así como de varias disciplinas, fomentando de esta manera el intercambio entre múltiples perspectivas y ramas del conocimiento.

“Puesto que la programación de las Cátedras es versátil e innovadora, cuentan con un alto número de asistentes, algunos que no pertenecen a la Facultad de Filosofía y en ocasiones tampoco a la UNAM, lo cual favorece aún más la diversidad de puntos de vista expresados en los debates, al mismo tiempo que se contribuye a reforzar el papel de la UNAM como promotora de la educación continua.

“Las Cátedras Extraordinarias son programas creados con la participación de la Rectoría de la UNAM, el Director o Directora de la Facultad de Filosofía y Letras, otras instituciones académicas nacionales o del extranjero y/o las respectivas Embajadas interesadas en la difusión de su cultura en México. Por ello, es considerable el impulso que estas actividades imprimen a los programas de vinculación entre los académicos e intelectuales más eminentes de las Universidades del mundo y son una de las vías más importantes para el aprovechamiento de los convenios que nuestra Universidad tiene con distintas Universidades y organismos culturales internacionales, fomentando así el acercamiento y consolidación de los lazos culturales de las comunidades nacionales que participan de las Cátedras.

“Debido a que varias de estas Cátedras son resultado de convenios suscritos con los gobiernos de diversos países (Alemania, Brasil, Canadá, Estados Unidos de América, Francia, Gran Bretaña, Italia, Venezuela y Portugal) propician el intercambio constante de renombrados especialistas extranjeros que imparten cursos y conferencias en nuestras aulas. Algunas Cátedras Extraordinarias se imparten con la colaboración de otras entidades académicas (COLMEX, DAAD, CISAN, INSTITUO CAMOES).

“La Cátedra Extraordinaria Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte fue creada a partir de un proyecto PAPIME, en noviembre de 2000. A través de esta Cátedra, la Universidad reconoce y agradece la valiosa contribución de los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte como iniciadores del estudio del humanismo mexicano, mediante su obra personal y la influencia que ejercieron en toda una generación de destacados estudiosos de las culturas griega y romana. Asimismo, es un foro institucional para la promoción de la enseñanza y el estudio de la lingüística y de la literatura, tanto grecolatina como latinomexicana, y de otros temas relacionados con estas disciplinas.

“Su actual Coordinador es José David Becerra Islas, licenciado y maestro en Letras Clásicas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y doctorando en la misma disciplina”.

ACUERDO POR EL CUAL SE CREA LA CÁTEDRA EXTRAORDINARIA GABRIEL Y ALFONSO MÉNDEZ PLANCARTE.

Juan Ramón de la Fuente, Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 9º de la Ley Orgánica y 34, fracciones IX y X del Estatuto General, y
CONSIDERANDO
Que la Universidad Nacional Autónoma de México es una corporación pública, organismo descentralizado del Estado, que tiene por fines impartir educación superior para formar profesionistas, investigadores, profesores universitarios y técnicos útiles a la sociedad, organizar y realizar investigaciones y extender con la mayor amplitud posible los beneficios de la cultura;
Que la Universidad reconoce y agradece la valiosa contribución de los hermanos Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte como iniciadores del estudio del humanismo mexicano, mediante su obra personal y la influencia que ejercieron en toda una generación de destacados estudiosos;
Que las cátedras extraordinarias son un espacio idóneo que favorece la excelencia en diversas actividades, tanto de docencia como de investigación y de extensión académica;
Que el ámbito de estudio de las letras clásicas y su influencia en la cultura occidental, y particularmente en la mexicana, permite un intercambio interdisciplinario con otras áreas, tanto de la Facultad de Filosofía y Letras como de la misma Universidad Nacional Autónoma de México y otras instituciones de educación superior en el país y del extranjero;
Que conforme a la Legislación de esta Universidad los profesores visitantes, extraordinarios y eméritos forman parte de su personal académico.
En razón de lo anterior, se expide el siguiente
ACUERDO
PRIMERO.- Se instituye la Cátedra Extraordinaria Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte como foro institucional para la promoción de la enseñanza y el estudio de la lingüística y de la literatura, tanto grecolatinas como latinomexicanas, y de otros temas relacionados con estas disciplinas, por parte de especialistas nacionales y extranjeros que se han distinguido de manera sobresaliente en la labor docente o de investigación y que tienen el reconocimiento de la comunidad académica del área.
SEGUNDO.- La Cátedra Extraordinaria Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte tendrá como sede la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
TERCERO.- La Cátedra Extraordinaria Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte programará anualmente diversas actividades, tales como: conferencias magistrales; congresos y coloquios especializados o interdisciplinarios; cursos y cursillos, en lo posible con valor curricular; seminarios de profesores; investigaciones especificas y publicaciones relacionadas tanto con la filología grecolatina clásica, como con la cultura y la literatura neolatina mexicanas.
CUARTO.- La Cátedra Extraordinaria Gabriel y Alfonso Méndez Plancarte se constituirá con aportaciones del Programa PAPIME asignado a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Transitorio
ÚNICO.- El presente acuerdo entrará en vigor el día de su publicación en la Gaceta UNAM.
POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU
Cd. Universitaria, D. F., 27 de octubre de 2000
El Rector
Doctor Juan Ramón de la Fuente
Publicado en Gaceta UNAM el 6 de noviembre de 2000

Pie de foto
Rubén Bonifaz Nuño, Gonzalo Celorio y Henrique González Casanova, durante la instalación de la cátedra Hermanos Méndez Plancarte.

Jesús Alvarez del Toro Presidente del consejo de la crónica Municipal

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Jesús Álvarez del Toro – A 61 años de la muerte de Gabriel Méndez Plancarte
Jueves, 23.12.2010, 07:54pm (GMT-5)
El 16 de diciembre de 1949 se extinguía la prolífica existencia de uno de los estudiosos más importantes que haya tenido la cultura nacional: Gabriel Méndez Plancarte; muy joven aún, pues le faltaba poco más de un mes para cumplir los 44 años. Pese a su corta edad, don Gabriel creó una escuela que aún perdura y la que sus múltiples seguidores han denominado de diversas maneras: “restaurador del humanismo” le llamó don José Bravo Ugarte y una gran mayoría de estudiosos de la obra del zamorano que hoy nos ocupa lo han llamado, junto a su hermano Alfonso y a sus compañeros de aventura en la fundación de la revista Ábside, “padres del humanismo moderno”.
Gabriel Méndez Plancarte se planteó, como lo indica desde su primer párrafo de “los fundadores del humanismo mexicano”, iniciar una búsqueda de las raíces de la cultura nacional, y así lo indica: “Toda mi modesta labor de investigación histórico-literaria, ha engendrado en mí la convicción, cada vez más arraigada, de que el humanismo grecolatino es una de nuestras más hondas y fecundas raíces, uno de los elementos vitales y específicos que han plasmado nuestra fisonomía espiritual y han contribuido a formar lo que bien podemos, sin rústica jactancia, llamar la cultura mexicana”.
En esa permanente búsqueda, Gabriel Méndez Plancarte, con un gran sentido de la acuosidad, transitó por senderos que lo condujeron a descubrir, por medio del análisis, influencias y personalidades poéticas que poco habían sido tomados en cuenta. Es el primero que se arriesga a ver cómo influyó Benito Díaz de Gamarra –otro zamorano– en “las disertaciones filosóficas” escritas por don Miguel Hidalgo y Costilla; así como quien descifra los manuscritos de Guillén de Lampart, al traducir cerca de un centenar de salmos escritos en latín por don Guillén, aquél poeta irlandés que con el tilde de “loco”, soñó con que la Nueva España fuera una tierra libre y soberana para sus habitantes, mismo poeta que por los avatares de la historia se encuentra eternizado en una estatua en la Columna de la Independencia; siendo así, don Gabriel, quien lo rescata del regateo que se le había impuesto a Guillén de Lampart.

Gabriel Méndez Plancarte no se apegó exclusivamente al humanismo literario que tan en boga había estado en nuestro país hasta bien entrado el siglo XX, con ironía fina hace público el humanismo que él predica: “Es verdad —¿a qué negarlo?— que, en la realidad de los hechos, muchas veces los humanistas del Renacimiento europeo, movidos por un cierto aristocratismo inspirado en el horaciano ‘Odi projanum vulgus’, huían el contacto del pueblo, temiendo manchar sus manos finas y pálidas, y preferían egoístamente las delicias exclusivas de la ‘torre de marfil’. Pero, al menos en teoría, el humanismo renacentista exaltaba la dignidad inviolable de toda persona humana por el mero hecho de serlo, la esencial igualdad de todos los humanos, el poder civilizador de la cultura, y proclamaba —con Marco Tulio Cicerón— el ideal de aquella ‘societas generis humani’, que debería acoger en su seno, sin distinción de razas, a todos los hombres y a todas las naciones, resolviendo pacíficamente los conflictos y expulsando para siempre el espectro sangriento de la Guerra” (Conferencia en el Instituto Caro y Cuervo, de Bogotá, Colombia, junio de 1945).
Y más adelante abunda en la descripción del humanismo que él practica: “Nuestro naciente humanismo: no es un humanismo puramente literario que se agota en el culto a la bella forma de los clásicos y se encierra en su ‘torre de marfil’ o en su invernadero aristocrático; sino un humanismo ‘humano’, vivo e integral, que eleva al primer plano la consideración de la persona humana y de su valor trascendente, con todas las consecuencias fecundas que de tal consideración se desprenden en el campo social” (Ídem). Ese es el humanismo que don Gabriel Méndez Plancarte trabajó a lo largo de su efímera existencia; un humanismo que torna a rescatar al hombre por el hombre mismo a través, no sólo de los valores culturales, sino en la integridad de su devenir, podríamos concluir diciendo que la obra de Gabriel Méndez Plancarte es de las que continúan atormentando el espíritu y el razonamiento de quienes lo seguimos leyendo.

Jesús Álvarez del Toro

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7 respuestas

  1. soy de guadalajara jalisco toda la informacion que leei me paresio muy interesante, quisiera saber el significado de (plancarte) soy hija de antonio plancarte vizcaino y maria de la luz lopez plancarte

  2. Hola me gustaría saber quién eres tú y de dónde desciendes? Soy tataranieta de Don Perfecto y me parece increíble haber encontrado este escrito.

  3. SALUDOS

    MI NOMBRE ES OSCAR TORRES, SOY EGRESADO DE LA LIC. EN HISTORIA POR LA UNAM, SOY BECARIO DEL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES DR. JOSÉ MARÍA LUIS MORA, Y ESTOY HACIENDO MI TESIS SOBRE LA REVISTA ABSIDE Y LOS HERMANOS MENDEZ PLANCARTE, LO QUE ACABO DE ENCONTRAR ME LLENA DE EMOCIÓN Y DE ALEGRÍA, ESPERO QUE USTEDES COMO DESCENDIENTES DE ESTOS ILUSTRES HUMANISTAS ME PUEDAN AYUDAR A LLEVAR A BUEN TERMINO MI INVESTIGACIÓN. DE ANTEMANO LES DOY LAS GRACIAS POR LA AYUDA QUE ME PUEDAN BRINDAR Y LES DESEO UN EXCLENTE INICIO DE 2011. EN VERDAD DESEO ESTABLECER CONTACTO CON USTEDES. SALUDOS CORDIALES

    OSCAR TORRES
    INSTITUTO MORA
    uam97@hotmail.com
    oscarmene@myspace.com

  4. NO OLVIDEN RESPONDER, ME ENCANTARÍA PLATICAR CON ALGUNOS DE LOS DESCENDIENTES DE LOS HERMANOS MENDEZ PLANCARTE POR QUIENES HE LLEGADO A SENTIR UN VERDADERO APRECIO Y GRAN ADMIRACIÓN

    SALUDOS
    OSCAR TORRES
    INSTITUTO MORA

  5. Soy bisnieto de Perfecto Mendez Padilla y Elena Padilla Garcia, me parecio increible toda esta información, es realmente emocionante encontrar estos textos y tan profundas investigaciones, muchas gracias por ella.

    Si algun familiar lee este comentario, me gustaria poder ponernos en contacto.

    andres.bernardo@gmail.com

  6. […] del Refugio Plancarte Lopez, on agosto 31, 2010 at 1:21 am said: Editar […]

  7. donde consigo disco por interent de los hermanos son alabanzas muy bonitas se los agradeceria si compartieran

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